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Día del rebase ecológico planetario

El lunes 8 de agosto acabamos los recursos renovables disponibles para 2016

GLOCALFILIA  ||  La Crónica de Hoy  ||  11 de agosto 2016

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REBASE ECOLÓGICO GLOBAL. Se trata de una tendencia que se mantiene desde hace décadas. El 23 de diciembre 1970 la capacidad de consumo humano de recursos naturales renovables (RNR) sobrepasó su capacidad de renovación (sus «réditos») y, de entonces a la fecha, cada año consumimos más del capital natural del futuro. Diez años después, 1980, el rebase ocurrió el 3 de noviembre; en 1990 el 13 de octubre; en 2000 el 4 de octubre en 2000; y en 2010 el 28 de agosto (www.overshootday.org/).

De acuerdo con los estudios de la Red Global de la Huella Ecológica (GFN: www.footprintnetwork.org/), el lunes 8 de agosto, después de 221 días del año, nuestra civilización global había consumido los réditos de capital natural disponibles para los 366 días de 2016. En 2015 el día del rebase ecológico planetario había ocurrido 5 días más tarde, el 13 de agosto.

Es decir, estrictamente hablando cada vez somos más insustentables, por más que actores de los sectores público, privado, académico o social, digan desarrollar estrategias, actividades o proyectos «sustentables».

Así como el consumo energético puede medirse en equivalentes de barriles de petróleo, el consumo humano del conjunto de bienes y servicios que produce la biosfera puede medirse en hectáreas equivalentes de ecosistemas para producirlos. La huella ecológica constituye un excelente estimador para medir el grado de insustentabilidad global. Su cálculo es complejo por la cantidad de variables y equivalencias involucradas (y no lo reconocen economistas o tomadores de decisiones), pero permite estimar qué tanto estamos excediendo las capacidades de renovación (de biomasa o número de individuos), de la biosfera. Con fundamento en los estudios de huella ecológica puede afirmarse que, hoy día, requeriríamos una biosfera (un planeta) 60% más grande y productiva para satisfacer, sustentablemente, la demanda humana de sus bienes y servicios.

 

TRANSGÉNICOS (2). El 28 de julio comentamos que el gran problema alrededor del desarrollo y uso de transgénicos es que prácticamente todas las aplicaciones se han realizado conforme con intereses privados, no públicos. Los intereses privados se alinean al enfoque de grandes monocultivos (y grandes ganancias), lo que para cualquier entendido en ecología es claramente insostenible (degrada o destruye ecosistemas primarios). La ingeniería genética privada transfiere genes que codifiquen resistencias a plagas o agroquímicos, o bien que utilicen menor cantidad de estos últimos. A ninguna de las grandes empresas privadas que producen transgénicos para mercados agrícolas se le ha ocurrido transferir genes que codifiquen más aminoácidos esenciales, o vitaminas (como el arroz dorado, por ejemplo), lo cual sí sería de interés público. Mucho menos se les ocurre desarrollar OGM apropiados para policultivos, que sería la respuesta ecológica apropiada para la producción de alimentos, además que generaría muchísimos empleos y disminuiría la inseguridad alimentaria de muchas poblaciones.

Existen dos tipos de riesgos con el uso de cultivares transgénicos: uno para la salud humana y otro para la integridad de la agrobiodiversidad local o regional. Para el primer caso, hasta la fecha no ha aparecido ninguna prueba científica que el consumo de transgénicos afecte la salud humana (aunque hasta la revista Nature haya publicado un caso de ratones con cáncer por consumir transgénicos; por lo cual tuvo que corregir y disculparse más tarde); a menos que provenga de contaminantes químicos asociados, como el famoso herbicida glifosato. Para el segundo caso, existe información científica que cultivares transgénicos pueden contaminar (con polen) cultivares criollos autóctonos, cuya integridad genética resulta extremadamente valiosa para la humanidad. Es el caso del maíz en México. Nuestro territorio es zona de origen evolutivo y radiación adaptativa del maíz domesticado y todas sus variedades criollas (66 en México, respecto de 220 en zona mesoamericana). Por consiguiente, no debe autorizarse el cultivo de maíz transgénico en México hasta que se disponga de estudios y medidas que aseguren impedir contaminación de nuestros maíces criollos. Otro tanto debe decirse del algodón (la variedad de origen mexicano es la más cultivada en todo el planeta).

CORRIGENDUM. Erróneamente indiqué que las empresas privadas que producen transgénicos introducen un gen de esterilidad macho a sus semillas «mejoradas». Monsanto posee la patente de este famoso gen «Terminator», pero ésta y demás empresas de transgénicos decidieron no utilizarlo para mitigar las críticas ambientalistas.

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