Biodiversidad y humanidad en riesgo

Biodiversidad, Homo sapiens y riesgos de extinción

GLOCALFILIA  ||  La Crónica de Hoy  ||  16 de marzo 2017

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El género Homo reúne diversas especies, todas extintas, excepto Homo sapiens, única especie superviviente. Los fósiles del más antiguo de todos, de hace 2.3 millones de años, se conocen como Homo habilis, primero con la habilidad de fabricar herramientas, que supervivió alrededor de 500 mil años. Poco después, entre 2.3 y 1.9 millones de años, aparecen Homo rudolfensis, H. ergaster, H. naledi y H. erectus, quienes cohabitaron con H. habilis durante algunos cientos de miles de años. H. erectus es el campeón de la supervivencia, pues se mantuvo sobre la Tierra durante poco más de 1.5 millones de años. Todos ellos utilizaban herramientas de piedra, madera y hueso; también utilizaban ocasionalmente el fuego, aunque nada indica que aprendieran a producirlo. Hace 350 mil años apareció Homo heidelbergensis; poco después Homo neanderthalensis, en Europa y Homo denovianus, en Asia, quienes se extinguieron poco después de la aparición de Homo sapiens (hace 200 mil años).

En su origen, las especies de Homo eran recolectoras de frutos, raíces, granos y verduras, ocasionalmente carnívoras o carroñeras. Ocupaban nichos ecológicos no muy distintos al de otros primates: chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas. Los primates son considerados especies muy eficaces en la dispersión de granos, debido a su alimentación altamente frugívora y sus hábitos deambulatorios, a veces grandes distancias. Contribuyen a la dispersión y al mantenimiento, la expansión y la regeneración de bosques. Algunas especies son consideradas claves para la conservación de bosques tropicales. Además, sus desechos alimentarios son aprovechados por otras especies de mamíferos terrestres no arborícolas, contribuyendo así en cadenas tróficas. Los grandes simios pueden considerarse como «guardianes de los bosques tropicales», especies clave en el funcionamiento de ecosistemas forestales tropicales africanos y asiáticos.

En cambio, las especies de Homo emergieron porque abandonaron los bosques densos e incursionaron en las sabanas africanas. Grandes cambios ecológicos entre hace 2.9 y 2.4 millones de años, derivados de cambios climáticos, produjeron un gran choque evolutivo que extinguió a todos los Australopithecus. Luego, entre 1.9 y 1.6 millones de años, más cambios climáticos y en la distribución y composición de ecosistemas produjeron la aparición de especies más carnívoras, Homo erectus y Homo ergaster, que producían mejores herramientas de piedra, incluso hachas afiladas y empezaron a utilizar el fuego. Este es, sin duda, el primer gran salto hacia la humanidad, el uso del fuego. Hace 400 mil años muchos grupos humanos ya sabían producirlo y mantenerlo. En la medida que el fuego se convirtió en compañero inseparable de Homo, la humanidad tomó nuevos caminos que condujeron a Homo heidelbergensis, neanderthalensis, devonianus y, finalmente, a Homo sapiens. Con una alimentación más carnívora, propensos a socializar, a producir lenguajes, a fabricar cada vez mejores herramientas y a modificar su función en los ecosistemas. De especies contribuyentes a la funcionalidad de ecosistemas abiertos, sabanas y bosques no densos, paulatinamente devinieron predadores clímax, factores de extinción de la megafauna del Pleistoceno…

Hoy día, cada vez más lejos de nuestro nicho ecológico original, orgullosos de las ciencias que nos permiten escudriñar la naturaleza del universo, arrogantes por las ingenierías que nos permiten construir un hábitat totalmente exo-natural y satisfechos de la civilización que hemos logrado crear, perdimos de vista lo fundamental: solo somos una, entre todas las demás especies con las que compartimos la Tierra. Y una certeza absoluta es que todas las especies se extinguen tarde o temprano. Y a pesar que la ecología y la evolución nos permitan entender que dependemos de la biodiversidad (y no solamente para alimentarnos todos los días), nuestra civilización la degrada y la destruye, poniendo en riesgo nuestra supervivencia en el horizonte ecológico previsible a escala de la biosfera.

En México, país megadiverso, con responsabilidades globales para conservar la gran riqueza de especies que habita en nuestro territorio, aparece en escena la oportunidad de poner al día el marco jurídico – normativo sobre la biodiversidad. Muchos estamos atentos y trabajando para contribuir a que la posible Ley General de Biodiversidad responda a estas responsabilidades y a asegurar su conservación para el bienestar humano. Esperamos que quienes tienen la responsabilidad legislativa mantengan sensibilidad para ofrecer una consulta pública amplia e incluyente, única manera de asegurar los consensos necesarios para un contenido apropiado.

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