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Biodiversidad COP13

COP13, para tomarse en serio la biodiversidad

GLOCALFILIA ||  La Crónica de Hoy  ||  16 de junio 2016.

 

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De Bahamas 1994 a Cancún 2016, 22 años y 12 conferencias después, del 5 al 17 de diciembre 2016 tendrá lugar la décimo tercera Conferencia de las Partes (COP13), del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CBD), bajo el lema «Integrando la biodiversidad para el bienestar». ¿Por qué en Cancún? La pregunta viene a cuento porque algunas ONG ambientalistas andan promoviendo que no se realice en México.

Se entiende que esta cumbre tenga lugar en México porque las capacidades nacionales construidas para el conocimiento y uso sustentable de la biodiversidad son muchas y de gran fortaleza, ejemplares a escala internacional (www.conabio.gob.mx). Esta fortaleza es producto de la sociedad mexicana. Durante muchos años, grupos de académicos, investigadores, funcionarios públicos, estudiantes y militantes ambientalistas, han desplegado esfuerzos para lograrlo. Además, la sociedad civil organizada se ha fortalecido y ha ampliado los espacios que ocupa en el desarrollo de capacidades para la conservación, con lo cual ofrece ya un contrapeso ante el actual desinterés del gobierno federal en materia ambiental. Que se realice en México es un reconocimiento de las Naciones Unidas de este constructo social, no un reconocimiento al gobierno. Por su parte, algunos grupos de avanzada en el Servicio Exterior Mexicano, convencidos sobre la importancia central de la agenda ambiental, amplifican su influencia dentro del sistema multilateral (como Patricia Espinosa, que va a presidir la CMNUCC).

En materia de cambio climático, el gobierno federal ha logrado posicionarse muy bien en la agenda derivada del Acuerdo de París. México entregó, en tiempo y forma, su «Contribución prevista nacionalmente determinada» (CPND); y el 22 de abril ratificó como Parte del Acuerdo. La contribución comprometida es de 25% menos emisiones, al 2030, que las previstas en el escenario tendencial; y 50% si existe suficiente soporte financiero internacional. Compromisos que, por cierto, son más resultado de saber contabilizar emisiones sectoriales, que mitigación eficaz por abandono de combustibles fósiles.

Pero en materia de biodiversidad las autoridades federales han hecho gala de gran ignorancia, promoviendo políticas —que no les corresponden— a favor del fomento productivo. Por ejemplo, en el desierto chihuahuense, en la ANP de Janos se modificaron las coordenadas de la zona núcleo para poder reintroducir la minería. Por eso, al gobierno federal no le cae mal refrescar su imagen internacional «ambientalista», siendo anfitrión de esta cumbre que aborda uno de los temas ambientales globales más importantes para la supervivencia humana. Por eso propone declarar áreas naturales protegidas ¡todo el Golfo de California y toda la costa caribeña de Quintana Roo! Espectacularidad antes que compromiso.

La cuestión es entonces, ¿qué margen de participación tendrán las organizaciones de la sociedad civil en la COP13? ¿Será posible que su voz, en relación con la desatención gubernamental por la conservación, sea escuchada y cuente? Particularmente las de mayor experiencia y bien documentadas.

Lo que se juega en esta COP13 sobre biodiversidad —toda proporción guardada—, es parecido a lo que se jugó en París sobre cambio climático en diciembre 2015, se trata de que: (1) todos los gobiernos de la Tierra reconozcan que los conocimientos científicos sobre la pérdida de biodiversidad no dejan lugar a dudas que se trata de un problema de origen humano; y, (2) establezcan una meta aspiracional para poner límite eficaz a la pérdida de biodiversidad por debajo de un cierto umbral (a definir). Es decir, los acuerdos de la COP13 deben incluir el reconocimiento explícito de todas las Partes que la biodiversidad constituye la base del funcionamiento de los ecosistemas y de sus servicios, indispensables para la supervivencia humana. Que la biodiversidad y los ecosistemas proveen seguridad alimentaria, salud humana, aire limpio, agua limpia, soporte para asentamientos humanos. Que la comunidad de naciones debe actuar tan urgente y rápidamente como en el caso del cambio climático, para mitigar las pérdidas. Que los esfuerzos deben concentrarse en tasa cero de destrucción de ecosistemas primarios. Que las metas de Aichi cobren vigencia. Y, en fin, que por fin nos tomemos en serio la biodiversidad.

 

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