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Tectónica de Placas: sismicidad y vulcanismo

La gran teoría unificadora de las Ciencias de la Tierra

GLOCALFILIA  ||  La Crónica de Hoy  ||  14 de octubre 2017

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En enero 1973, la revista National Geographic publicó un impactante artículo: la deriva continental y la expansión del fondo oceánico se explicaban con una nueva teoría —forjada durante las décadas de 1950 y 1960—, la tectónica de placas. La corteza terrestre o litosfera, capa exterior rocosa de la Tierra, de grosor de 5 kilómetros en los fondos oceánicos y hasta 65 en zonas de alta montaña, es un rompecabezas cuyas inmensas piezas flotan sobre la astenosfera, capa interior fundida en contacto con el magma que se extiende entre los 50 y 100 kilómetros de profundidad.

La tectónica a secas era una especialidad de la geología, que estudia las estructuras producidas por deformación de la corteza terrestre, debidas a grandes presiones de unas contra otras masas de rocas, así como de las formas que éstas adquieren después de haberse formado y los procesos que las originan. Por ello, a la nueva teoría se le dio el nombre de tectónica de placas. Así, se demostraba la vieja hipótesis de Alfred Wegener de principios del siglo XX, que pretendía explicar por qué los contornos de los continentes sudamericano y africano ensamblan entre sí como dos grandes piezas de rompecabezas y por qué sus historias geológicas son comunes. Esto sugería que los continentes estuvieron unidos en el pasado remoto formando un supercontinente. También se demostraba la teoría de la expansión del fondo oceánico del Atlántico, propuesta por John Tuzo Wilson hacia mediados del siglo XX, sustentada en observaciones geológicas y geofísicas que indican que las cordilleras meso-oceánicas funcionan como centros formación de corteza terrestre (nuevo piso oceánico) conforme los continentes se alejan entre sí.

Por otra parte, resulta que las zonas de la Tierra en las que se observan la mayor actividad volcánica y sísmica coinciden con los límites de las placas tectónicas. A la fecha se han identificado casi 50 placas tectónicas, de las cuales 15 son las mayores: Norteamericana, Sudamericana, de Scotia, Euroasiática, Africana, Arábiga, India, Filipina, Australiana, Antártica, Juan de Fuca, del Pacífico, de Cocos, de Nazca y del Caribe (https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Placas_tectonicas_mayores.svg). La tectónica de placas se considera la gran teoría unificadora de las Ciencias de la Tierra, que explica una gran cantidad de observaciones geológicas y geofísicas de manera coherente y elegante; incluso sobre evolución y biogeografía. A diferencia de otras ramas de las ciencias su concepción no puede atribuirse a una sola persona; fue producto de la colaboración internacional y del esfuerzo de muchos geólogos ( como Tuzo Wilson y Walter Pitman), geofísicos (Harry Hammond Hess, Allan V. Cox) y sismólogos (Linn Sykes, Hiroo Kanamori, Maurice Ewing) quienes, paulatinamente aportaron información científica sobre la estructura de los continentes, su dinámica, las cuencas oceánicas y el interior de la Tierra.

El territorio mexicano se encuentra distribuido sobre las placas Norteamericana, del Pacífico, del Caribe, de Cocos y una más pequeña, la Rivera, frente a las costas de Jalisco y Nayarit. Por consiguiente, en México nunca deja, ni dejará, de temblar. Solamente del sismo interplacas del 7 de septiembre 2017 (Magnitud 8.2), el Servicio Sismológico Nacional (SSN) reporta 7,489 réplicas hasta las 17hrs del 12 de octubre, los dos mayores de magnitud 6.1; en contraste, del sismo intraplaca del 19 de septiembre (Magnitud 7.1) reporta 39 réplicas, la mayor de magnitud 4, hasta la misma fecha y hora.

La zona sismológica más activa del territorio mexicano se encuentra entre las placas de Cocos y la Norteamericana. En este colosal encuentro, la placa de Cocos, poco menos pesada que la Norteamericana, se desliza por debajo de esta última (fenómeno conocido como subducción) en un ángulo de alrededor de 25 grados, lo que le permite avanzar casi 200 kilómetros por debajo y provocar, a 50 kilómetros de profundidad cuando finalmente su borde se rompe y un gran pedazo se sumerge en la astenosfera, temblores intraplaca como el del 19S.


Fuente: Servicio Sismológico Nacional, Reporte Especial del sismo del 19 de septiembre 2017

El SSN (www.ssn.unam.mx) es la fuente autorizada para explicar la actividad y los fenómenos sísmicos que ocurren en territorio mexicano, por lo que no debe darse crédito a la gran cantidad de desinformación (verdadera intoxicación) que se difunde en redes socio-digitales. Como aquéllas que quieren convencer al público de que los temblores pueden predecirse con base en actividad solar. Nada más falso. Las ciencias de la Tierra de nuestro tiempo no tienen capacidad de predecir temblores.

Lo que sí se puede predecir es que temblores habrá, incluso de magnitudes mayores que los registrados durante los últimos 200 años, aunque nadie pueda decir cuándo. Por lo que es urgente que México desarrolle capacidades de planificación urbana, arquitectura e ingeniería de asentamientos humanos resilientes ante impactos sísmicos mayores.

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