Acuarismo y riesgos

Julia

 

Acuarismo y riesgos

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  11 de julio 2009

El acuarismo, actividad recreativa y estética aparentemente inofensiva, puede constituir una seria amenaza para los ecosistemas acuáticos naturales si no se realiza con las precauciones necesarias. Aunque los impactos ambientales de esta actividad iniciaron desde hace muchas décadas, no es sino hasta ahora que se están evaluando y dando a conocer los riesgos ecológicos de la importación, producción y comercialización de los peces de ornato.

Una evaluación seria y bien documentada de las oportunidades y riesgos del acuarismo fue realizada por Carlos Ramírez de la Universidad Autónoma de Nuevo León, quien ayer sustentó su tesis doctoral titulada "Situación actual y perspectivas de la producción y comercialización de peces de ornato de agua dulce en México" y nos contó buenas y malas noticias sobre este tema que a continuación resumo y extraigo de su trabajo.

El acuarismo se basa en peces ornamentales vistosos por sus colores y formas, originarios, principalmente, de la cuenca del río Amazonas, de los grandes lagos de África y del río Mekong en Indochina. La actividad se popularizó cuando la electricidad doméstica permitió tener en las casas calentadores de agua que posibilitaban mantener especies de peces tropicales, pero sobre todo después de la aparición del plástico, que facilitó y abarató la adquisición de equipo, y de la mejoría en las técnicas de alimentación y de embalaje que disminuyeron la mortalidad de individuos debido a la transportación. Con estas facilidades, el número de aficionados al acuarismo se ha incrementado considerablemente en todo el mundo y los peces tropicales de África, Asia y América del Sur recorren el planeta por agua, tierra y aire.

En México el acuarismo es una actividad productiva que ha crecido notablemente en los últimos 15 años. Ello se refleja en los aproximadamente mil 650 millones de pesos que genera la comercialización de más de 43 millones de peces de ornato de agua dulce, y en los cerca de 41 mil empleos que existen entre las 250 granjas de producción, los 5 mil establecimientos comerciales registrados y los 15 mil puntos de venta informales. El 46 por ciento de los peces que se comercializan en el país son importados y el resto se produce en las granjas distribuidas en todo el territorio, pero concentradas fundamentalmente en el estado de Morelos.

El riesgo ambiental del acuarismo consiste en que las especies de peces que se utilizan, debido a su mal manejo, acaban introduciéndose en ecosistemas acuáticos naturales que no les pertenecen, lo cual las convierte en especies invasoras, más agresivas que las originales, a las que terminan desplazando. Asimismo, las nuevas especies introducidas pueden transmitir parásitos y enfermedades en su nuevo ecosistema. Se estima que la extinción de especies en ecosistemas acuáticos es cinco veces mayor que en los terrestres y, después de la destrucción de los hábitats naturales, la introducción de especies exóticas es la segunda causa de extinción de peces.

En México se han registrado especies de peces exóticas utilizadas en el acuarismo en nueve de las 10 provincias acuáticas en las que se divide el país. Un ejemplo dramático es el ocurrido en el Valle de Cuatrociénegas, considerado un acuario único en el mundo. De las 19 especies que contienen sus lagunas, ocho son endémicas, es decir, sólo existen en esta pequeña área del mundo y se encuentran amenazadas o en peligro de extinción por la rápida proliferación del cíclido Joya africano que compite con los cíclidos nativos y que supuestamente fue liberado por un acuarista.

Otro ejemplo lo constituye la invasión de peces originarios de la cuenca amazónica, los cuales se adaptan muy fácilmente a las condiciones de nuestro país, como es el caso de los llamados plecos que se producen en granjas ubicadas en la cuenca alta del Río Balsas y que han invadido severamente los ríos y arroyos de Morelos y Guerrero, e incluso se han extendido a la cuenca del Grijalva y Usumacinta.

En contraste, el acuarismo es una actividad productiva que ofrece importantes beneficios económicos y sociales. Desafortunadamente, las autoridades han carecido de un programa de fomento que garantice la sustentabilidad de esta actividad y desconocen la real situación de este sector. El reto para aprovechar su potencial radica en que pueda realizarse de manera sustentable mediante el fortalecimiento del marco normativo que regule el establecimiento y operación de granjas y la comercialización; la aplicación de medidas preventivas y de bioseguridad en toda la cadena productiva; la realización de estudios de riesgo; la modernización de la planta productiva y del comercio; la sensibilización de los productores y consumidores sobre los riesgos ambientales, entre otras medidas que recomienda Carlos Ramírez en su trabajo, el cual constituye una base científica sólida para la toma de decisiones. Esperamos que éstas sean tomadas en cuenta y aplicadas antes de que el acuarismo siga incrementando el desastre ambiental.