Basura cero

Julia

Basura cero

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  01 de febrero 2014

Uno de los rasgos de las sociedades modernas es la generación de altos volúmenes de residuos sólidos, lo que comúnmente llamamos basura. De hecho, a partir de la basura, se pueden inferir muchas características del grupo social que la genera, por ejemplo, su nivel económico, sus costumbres, sus patrones culturales.

En la medida que las sociedades se vuelven más urbanas que rurales, el volumen de basura aumenta al igual que la proporción de productos no reciclables y más contaminantes, haciendo más difícil su eliminación y disposición final, e incrementando los impactos nocivos sobre el medio ambiente y la salud pública.

Durante el siglo XX la población urbana mundial creció más de 10 veces (de 250 a 3500 millones de personas); actualmente más de la mitad de la población vive en ciudades. En México, en 1950 la población urbana era 43% y en el año 2010 pasó a 78%, es decir 90 millones de personas en nuestro país viven en ciudades.

Los volúmenes de basura se han incrementado drásticamente, no sólo porque la población urbana aumentó, sino porque también se incrementó el poder adquisitivo de los ciudadanos y las sociedades han adquirido una cultura más consumista con relación al pasado promovida por los medios de comunicación y por la globalización. Mientras que hace 30 años la cantidad de basura diaria por persona en promedio en el mundo era entre 200 y 500 gramos, en el presente es de cerca de 1 kilo.

Si esta tendencia continúa, en un futuro cercano, la situación será insostenible. Además, hay que señalar, que los desechos sólidos son una de las principales fuentes de generación de gases de efecto invernadero que contribuyen al fenómeno del calentamiento global de la superficie terrestre del planeta.

Por ello, es indispensable adoptar medidas mucho más drásticas para el adecuado manejo y disposición final de los residuos sólidos, lo cual requiere ajustes en las legislaciones, aplicación de nuevas tecnologías, incremento de la infraestructura, cambios en los procesos de producción y consumo para disminuir los volúmenes que se generan. Algunas ciudades, como Nueva Zelandia, han adoptado estrategias agresivas llamadas "Basura Cero".

El Gobierno del Distrito Federal tiene un Plan Integral de Manejo de Residuos Sólidos que impulsa la separación de los residuos en orgánicos para la producción de composta, inorgánicos para su transferencia en plantas recicladoras y de aquellos que no pueden reciclarse para ser enviados a rellenos sanitarios. Todo ello implica nuevas tecnologías y más infraestructura y recursos económicos. Es un programa muy importante que debe consolidarse, y para que la ciudadanía se sume a separar la basura desde sus hogares es indispensable garantizar que los camiones de recolección no la vuelvan a mezclar, de lo contrario, no sólo el programa no funciona, sino que provoca desánimo y desinterés.

Si bien un programa como el mencionado es imprescindible para cada ciudad, una estrategia que tienda hacia basura cero debe atacar el problema en todo el ciclo de la basura, desde su origen hasta su eliminación. Una clave para el éxito será producir significativamente menos basura, lo cual implica un cambio sustantivo en los patrones de producción y de consumo. La tendencia ha sido hacer cada vez más sofisticada la presentación de los productos; los empaques responden más a un propósito mercadotécnico que a una utilidad práctica. Es necesario modificar la normatividad para obligar a las empresas a utilizar empaques más austeros y degradables o reciclables. Debido a la globalización, esto puede rebasar las intenciones de un país y requerir acuerdos globales para llegar al fondo del problema.

Por otro lado, es ineludible implementar campañas intensas, muy bien fundamentadas, dirigidas a los consumidores para que conscientemente disminuyan el consumo de productos innecesarios y reusen todo lo posible. El cambio de patrones de consumo en sociedades en las que el consumismo es parte de la cultura, del estatus social, incluso de la satisfacción personal y del entretenimiento, es una tarea muy difícil e impopular que será esencial atender desde la educación primaria. Los medios de comunicación tendrán que contribuir a este reto de manera decidida, lo cual es un objetivo lleno de contradicciones porque la venta de productos es la base del negocio.

Debe entenderse que menos basura y bien manejada beneficia a todos. Lograrlo es costoso social, económica y políticamente, pero no hacerlo será mucho peor e insostenible.

Fuente: Hemeroteca