Biodiversidad, aún marginal

Julia

 

Biodiversidad, aún marginal

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  30 de octubre 2010

Apesar de que el desarrollo y el bienestar de las sociedades dependen absolutamente de la biodiversidad del planeta -sus ecosistemas, especies, genes y servicios ambientales-, parece que los humanos nos hemos empeñado, sobre todo durante las últimas décadas, en erosionarla y extinguirla. Los esfuerzos internacionales por revertir las tendencias de deterioro no están dando los resultados que la gravedad del caso requiere.

Es alarmante ver cómo los dos temas globales ambientales que impactarán el futuro del planeta y, principalmente, de la humanidad están siendo asimilados por las sociedades de manera tan desigual: el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Mientras que el primero cuenta con la atención de los jefes de Estado de todo el mundo, el segundo, la pérdida de la biodiversidad, sigue siendo un tema marginal tanto en las agendas nacionales como en la internacional. Así, la Conferencia de las Partes (COP 16) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se realizará en Cancún del 29 de noviembre al 10 de diciembre está en la mira mundial, en tanto que la COP 10 del Convenio de Diversidad Biológica (CBD) realizado en Nagoya del 18 al 29 de octubre pasó prácticamente inadvertida. El presente año 2010 fue designado el Año Internacional de la Biodiversidad y es precisamente en este año cuando venció el plazo para el cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio: la reducción significativa de las tasas de pérdida de la biodiversidad.

El secretario ejecutivo de la CBD, en su discurso inaugural, reconoció que los 170 reportes nacionales recibidos previos a la COP confirman que la pérdida de la biodiversidad continúa a tasas sin precedentes.

Dos reportes recientes dan fe de que las formas de desarrollo actual están deteriorando seriamente la biodiversidad y resultan insostenibles en el largo plazo: la tercera edición de la Perspectiva Global de la Biodiversidad (GBO3), coordinada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y el Planeta Vivo, de WWF. Algunos datos que destacan de estos reportes son los siguientes:

Las poblaciones de especies de vertebrados disminuyeron cerca de 30% entre 1979 y 2007; en el trópico esta cifra llega a 50% en el caso de los terrestres, a 60% en los marinos y a 70% en los de agua dulce; entre el año 2000 y 2010 se deforestaron anualmente 13 millones de hectáreas, la mayor parte en las selvas tropicales; 70% de los stocks pesqueros marinos comerciales están amenazados; 71 países sufren actualmente algún estrés sobre las fuentes de agua dulce y se espera que en 2025 cerca de dos terceras partes de la población mundial vivirán en zonas con estrés hídrico de moderado a grave; la demanda humana de recursos sobre la biosfera ha aumentando en más del doble entre 1961 y 2007; más de mil millones de personas en estado de pobreza dependen directamente de los bosques para sobrevivir; entre muchos otros indicadores de deterioro ambiental registrados en los reportes mencionados.

Tal y como advierte la GBO3, si la pérdida de biodiversidad continúa al ritmo actual, mil veces mayor que las tasas históricas de extinción de especies, pronto llegaremos a un grado irreversible e irreparable de la capacidad de la Tierra para mantener las formas de vida como hoy las conocemos. Los escenarios demuestran que, de seguir con los mismos modelos de desarrollo, la interferencia de la humanidad en el funcionamiento físico, químico y biológico del planeta llegará a niveles peligrosos para la propia humanidad. Lo que ocurra con la vida en el planeta depende de la actual acción o inacción de una sola especie, la humana.

La madrugada del sábado 30 en Nagoya, la COP 10 aprobó, con júbilo y aclamación, después de gran tensión y confrontación entre bloques de países, tres documentos esenciales que pueden generar un nuevo aliento para el tema. El primero es el Plan Estratégico 2011-2020; el segundo, un documento sobre mecanismos de financiamiento y, el tercero, el esperado Protocolo sobre Acceso a los Recursos Genéticos que normará los beneficios derivados del acceso a los recursos genéticos.

Esperamos que los documentos aprobados contribuyan a revertir los procesos causantes de la pérdida de la biodiversidad: la deforestación, la contaminación, la sobreexplotación de especies, el control de especies invasoras y la mitigación del cambio climático. Por ello, se impone la implementación de nuevas opciones que impliquen el óptimo uso de la tierra para alimentos, combustible, fibra y biomateriales junto con el cambio de patrones de consumo que reduzcan la demanda de energía y materias primas sobre todo si consideramos que en 2050 la Tierra estará poblada por 9.2 mil millones de habitantes. Hay experiencias exitosas que ofrecen un desarrollo alternativo, sustentable, pero siguen siendo experiencias marginales. Aún queda mucho por hacer para convertirlas en política de Estado.