Conectando capacidades

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Conectando capacidades

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  19 de febrero 2011

México y Centroamérica han ido construyendo en los últimos 10 años un programa de cooperación para la conservación y uso sustentable de la diversidad biológica, el Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), con el fin de mejorar las condiciones de vida de la población y revertir la pérdida de la biodiversidad de esta región.

En el territorio del sur de México y de los siete países centroamericanos, que representa menos de 0.5% de la superficie terrestre del planeta, se establece 12% de la biodiversidad global. Sin embargo, los intensos procesos de deforestación y sobreexplotación de recursos naturales han provocado la severa reducción de los ecosistemas naturales de la región y su fragmentación, lo cual impide el funcionamiento correcto de los procesos biológicos y ecológicos. Las áreas naturales protegidas en estos países están aisladas unas de otras y rodeadas de terrenos agropecuarios, plantaciones comerciales y asentamientos humanos, evitando el flujo genético de las poblaciones animales y vegetales que las habitan y poniendo en riesgo su existencia futura.

El objetivo central del CBM fue restablecer la conectividad biológica entre las áreas naturales protegidas de Centroamérica y del sur de México manteniendo los ecosistemas naturales que aún existen entre ellas o restaurando sus componentes. La complejidad del programa consiste en que los territorios que requieren ser conservados o restaurados son propiedad de campesinos, indígenas o pequeños propietarios, quienes han transformado parte o la totalidad de sus terrenos en actividades principalmente agrícolas y ganaderas para su subsistencia o desarrollo. El reto del CBM radica en implementar una alternativa económica viable para los dueños de las tierras que, al tiempo de conservar la biodiversidad y restaurar áreas críticas deterioradas, consiga mejorar sus condiciones de vida y bienestar social. Es decir, la conservación y la restauración del entorno natural deben estar insertas en la lógica de los procesos socioeconómicos y de un nuevo enfoque de economía rural que coloque en el centro la sustentabilidad ambiental, la equidad y la disminución de la vulnerabilidad; objetivos que sólo pueden construirse con el pleno involucramiento de las comunidades locales.

El CBM ha avanzado de manera sustantiva en esta dirección. Al inicio de la década pasada éste fue un programa fundamentalmente financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente a través del Banco Mundial, y, al paso del tiempo, ha logrado la concurrencia de múltiples fuentes y mecanismos de financiamiento, así como la aplicación de recursos fiscales en cada país. Asimismo, ha trascendido del enfoque solamente ambiental, atendido por las agencias responsables del medio ambiente, a un enfoque transversal que incluye, aunque de manera aún incipiente, a los sectores productivos tanto de gobierno como de la sociedad.

Entre los días 8 y 22 de febrero se está llevando a cabo el "Cuarto curso internacional de conectividad biológica y gestión de áreas protegidas en el Corredor Biológico Mesoamericano", iniciativa del CBM-México y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de México, apoyado por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón, en el que participan profesionistas involucrados en la implementación de los corredores en los siete países de Centroamérica y en el sur de México. La primera parte del curso, a cargo de Natura y Ecosistemas Mexicanos A.C., tuvo lugar en la Estación Chajul, en la Selva Lacandona, y fue realmente sorprendente confirmar los avances que ha tenido el programa en su corta vida. Las experiencias analizadas dan fe de que gracias a la aplicación de una amplia gama de instrumentos de política ambiental y productivos como son el ordenamiento ecológico comunitario, el aprovechamiento diversificado de los recursos naturales, la reconversión productiva, el pago por servicios ambientales, el ecoturismo, la construcción de mercados verdes, entre otros, se están logrando cambios fundamentales en las comunidades locales y en las acciones de conservación de la naturaleza.

Este curso, actualmente en su cuarta versión, ha formado una red de profesionistas que, mediante su capacitación e intercambio de experiencia, han podido incidir en sus países para la consolidación de los corredores biológicos con resultados tan positivos como son la creación de instituciones, reformas a las leyes, generación de nuevos instrumentos y, sobre todo, han involucrado a miles de comunidades locales en el proceso. Hoy, el Corredor Biológico Mesoamericano es mucho más que un programa; se trata de una estrategia integral regional con identidad arraigada, adaptada a las diferentes condiciones locales regionales y nacionales, con bases jurídicas e instituciones responsables, ampliamente participativo y generador de sinergias hacia la sustentabilidad del desarrollo desde la perspectiva regional. Sin embargo, el CBM necesita fortalecerse para convertirse en una política de las instituciones públicas y de la sociedad.

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