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Amenazas en Cuatrociénegas

Julia

 

Amenazas en Cuatrociénegas

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  22 de junio 2013

A Julio Carrera, recordando su incansable batalla.

El Valle de Cuatrociénegas en Coahuila, inmerso en el desierto chihuahuense, es un espacio natural único compuesto de lagunas y humedales que, por su valor ecológico y biológico, fue decretado como área de protección de flora y fauna hace casi 20 años. Además, está reconocido mundialmente dentro de la Convención sobre Humedales de la UNESCO. A pesar de su enorme importancia ecológica, los humedales se encuentran amenazados por el abuso del agua que, por muchos años, han hecho los ranchos vecinos con la complacencia de las autoridades.

Una característica única de este valle son sus depósitos naturales de yeso, producto que hace 90 millones de años se encontraba bajo el mar. Se trata de un conjunto de áreas inundables, permanentes o temporales, que captan las escorrentías de la cuenca durante las grandes tormentas. Al no ser el recurso hídrico un factor limitante en esta área, se establece una biodiversidad muy diferente a la del resto de su entorno desértico. En este refugio, de extrema belleza, habitan más de mil especies de flora y fauna, acuática y terrestre, de las cuales 80 son endémicas y varias se encuentran en peligro de extinción. Las investigaciones demuestran que es, además, un sitio excepcional por la presencia de cientos de millones de especies microbianas, también endémicas. Esta unicidad no parece tener ningún valor para los rancheros que abusan del agua del valle para una agricultura que resulta irracional e ineficiente.

Anualmente brotan de las pozas del valle 100 millones de metros cúbicos, de los cuales 77 millones salen de la cuenca por medio de obsoletos canales de riego agrícola, por donde se fuga la mayoría del agua. Este volumen se usa para producir, entre otros productos, alfalfa, el cultivo más demandante de este líquido. El remanente de agua no es suficiente para mantener las funciones naturales del ecosistema, por lo que la superficie del humedal se ha reducido considerablemente tras años de exprimirlo; se han desecado ríos, lagunas, arroyos y pozas, entre ellas la conocida como la Poza Bonita, casa de tortugas endémicas, que ya no existe. Si las tendencias actuales se mantienen y no se actúa con urgencia y energía para revertirlas, esta maravilla natural, y única, desaparecerá.

Ante esta situación, hace seis años, el presidente de la República instruyó la implementación de un programa de modernización de los sistemas de riego del Valle de Cuatrociénegas que incluye el revestimiento de canales; la incorporación de riego por goteo; la cancelación de los canales viejos una vez entrada en operación la nueva red de tuberías, con tubos de diámetro más reducido; la colocación de las tomas en la parte alta de las pozas para que escurran los excedentes y permitan la inundación de los humedales aledaños; la sustitución de cultivos que requieren menos agua, entre otras acciones.

Con este programa se pretendía disminuir radicalmente el consumo de agua, 34 millones de metros cúbicos, casi la mitad de lo que se extrae actualmente y, a su vez, el ahorro debía servir para el funcionamiento natural de los humedales, de ninguna manera para ampliar la superficie de riego.

Sin embargo, a pesar de las instrucciones presidenciales, la Comisión Nacional del Agua, parte del sector ambiental, no cumplió con los compromisos: las tuberías seguían instaladas en la parte baja de las pozas impidiendo el desborde de agua y la inundación de los humedales; muchos tubos fueron sustituidos, pero por otros de diámetro mayor para incrementar la extracción; se construyeron nuevos canales y no se cancelaron los viejos; peor aún, se amplió la red de canales irrigando a nuevos ranchos que antes no tenían infraestructura de riego. El colmo fue que en nombre del programa se justificó la construcción de infraestructura que sirvió para incrementar la extracción de agua para irrigar más superficie agrícola. Por supuesto, la alfalfa se sigue cultivando. Y por si fuera poco, los usuarios actuales no tienen la concesión de agua, se les venció y, sin embargo, siguen controlándola.

En los últimos meses parece haber un cambio de actitud de parte de las autoridades estatales y federales: se inició la cancelación de varios pozos ilegales y se está elaborando el inventario de las concesiones. Pero aún faltan muchas acciones por realizarse, como son: la sustitución de cultivos; la cancelación de canales obsoletos; la apertura de pozos fuera del Valle de Cuatrociénegas, según la disponibilidad de los acuíferos y el derecho del agua de los usuarios; la rehabilitación de los equipos de monitoreo del acuífero, entre otras.

El tema no se puede volver a soslayar después de tanto tiempo perdido. El sector ambiental debe actuar de manera coordinada e implementar las medidas con urgencia para detener y revertir el deterioro de estos humedales únicos, de importancia nacional y mundial. Si las autoridades cumplen con sus compromisos en algunos años podremos narrar una historia de éxito en la conservación de este amenazado patrimonio natural nacional.

Fuente: Hemeroteca

 

 

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