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Educación y naturaleza

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Educación y naturaleza

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  31 de octubre 2009

Durante las últimas dos décadas el interés sobre la naturaleza se ha incrementado y puede decirse que hoy existe una mayor sensibilización hacia los problemas del deterioro ambiental. En la medida en que la ciencia ha documentado los desequilibrios ambientales y sus causas, la población ha reaccionado y las instituciones han ido, paulatinamente, construyendo estrategias para enfrentarlos, aunque no a la velocidad que exige la gravedad de los problemas.

Existen obstáculos medulares por los cuales no se ha logrado un avance más rápido que permita detener y revertir el deterioro ambiental como son la escasa conciencia social y la distancia que adoptan los individuos para involucrarse en las soluciones. Si bien nadie se regocija de dicho deterioro, muy pocos están dispuestos a ajustar o cambiar hábitos y conductas de vida para armonizarlos con los límites de la capacidad de renovabilidad que impone la naturaleza.

Para dar ese paso, es necesario que los ciudadanos comprendan las causas del deterioro ambiental y sus posibles soluciones, lo cual no sólo requiere contar con la información adecuada sino, además, con formación y capacidad analítica. Es por ello que la educación formal sobre los temas ambientales se convierte en un instrumento crucial de cambio y, aunque sus efectos se manifestarán plenamente en el mediano plazo, ésta es la forma más sólida para lograr una transformación tanto de actitud como de conducta por parte de la sociedad. Así se podrá conservar la naturaleza y aprovechar, de manera sustentable, su potencial para el desarrollo y bienestar social.

Si bien la educación trasciende la escuela y está influida por los medios de comunicación y por el entorno que nos rodea, sigue siendo ésta el espacio socializador más importante y su aporte es decisivo. Por ello, la organización curricular y los libros de texto son básicos, así como las nuevas técnicas didácticas, la capacitación y orientación de maestros y el equipamiento adecuado.

La SEP, en este ciclo escolar 2009-2010, está desarrollando una prueba piloto de los libros de texto de primaria, desde primero hasta sexto, en 5 mil escuelas de todo el país como parte de la Reforma Integral de la Educación Básica. En primero y segundo grados los libros que abordan los temas ambientales son los de Exploración de la naturaleza y de la sociedad, y de tercero a sexto los de Ciencias Naturales. Los conceptos básicos van apareciendo en los libros conforme se avanza de grado y, en conjunto, quedan abordados los principales aspectos de la problemática ambiental. Además, en los libros de Formación Cívica y Ética está incluido el cuidado a la naturaleza articulando así, de manera transversal, los temas ambientales en la educación básica.

Los libros son esenciales, y los buenos libros serán la clave para un cambio, pero de poco servirán éstos si no se refuerza la formación de los maestros para manejar estos temas, saber utilizar los libros y guías e incorporar los nuevos valores. Esta tarea se encuentra muy rezagada en el país, en particular en las zonas rurales más marginadas en donde la carencia de buenos maestros es alarmante ya que para los niños de estas regiones la educación constituye la herramienta más poderosa para superar la pobreza.

Dos excelentes textos que contribuirán a mejorar la calidad académica de los maestros son los pertenecientes a la serie ¿Y el medio ambiente?, elaborados recientemente por el Sistema Nacional de Información Ambiental de la Semarnat. El primero es el de Problemas de México y el otro el de Cambio climático: ciencia, evidencia y acciones -ambos pueden consultarse en línea. Gracias a su lenguaje ameno y riguroso su utilización en las escuelas complementa los temas más relevantes de la agenda ambiental.

Otras herramientas indispensables para consolidar la formación de alumnos y maestros son las computadoras, el acceso a internet y los múltiples materiales electrónicos didácticos que existen. Nuevamente, es en el medio rural en donde miles de escuelas carecen de estos beneficios. Es de resaltar, en este sentido, la importancia del trabajo que, desde hace 10 años, ha llevado a cabo la asociación civil UNETE en el equipamiento de las escuelas rurales. A manera de ejemplo, conozco directamente el impacto positivo que en pocos meses tuvo sobre el aprendizaje de los niños de la escuela primaria del ejido de Boca de Chajul de la Selva Lacandona, la donación que hizo UNETE de una antena para internet y de 17 computadoras. Estos nuevos instrumentos han estimulado la capacidad de los niños para descubrir y asombrarse ante los nuevos conocimientos. Su horizonte se amplió, afortunadamente, sin marcha atrás.

La educación ambiental formal debe ser capaz de transformar a las nuevas generaciones en sujetos críticos y fomentar la reflexión y el análisis sobre los impactos negativos que la humanidad tiene sobre la naturaleza con el fin de crear una nueva actitud, nuevos valores y un sentido de responsabilidad ante el futuro de las generaciones venideras.

 

 

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