El valor de la protección
El valor de la protección
Julia Carabias Lillo || Reforma || 23 de enero 2010
La necesidad de conservar la diversidad biológica es, día con día, más aceptada por la sociedad en el mundo entero, y aunque aún dista mucho de otorgársele la importancia que han alcanzado temas como el cambio climático, el compromiso por evitar la pérdida de la biodiversidad es creciente, pero aún insuficiente. A pesar de dicho reconocimiento, la implementación de los instrumentos de gestión para la conservación enfrenta múltiples obstáculos y la tarea de protección se hace cada vez más difícil poniendo en riesgo a la propia biodiversidad.
Las áreas naturales protegidas (ANP) son el mejor instrumento para conservar la biodiversidad y los servicios ambientales que generan ya que protegen amplios espacios naturales, con baja o nula interferencia humana, en donde se concentra una buena parte de dicha biodiversidad. México, país megadiverso, cuenta con 24.6 millones de hectáreas bajo algún tipo de régimen de protección, 85 por ciento de responsabilidad federal y el resto de jurisdicción estatal, municipal, privada, social o de certificación voluntaria. De esta superficie, 19.5 millones de hectáreas son terrestres, en donde habitan 2.5 millones de personas, y las demás son ANP marinas.
Además de la riqueza de especies, las ANP proporcionan bienes y servicios ambientales que no son valorados y, sin embargo, son esenciales para el desarrollo y bienestar social, no sólo de los habitantes locales de dichas ANP y de sus áreas de influencia, sino incluso de la población nacional y mundial. Si estos bienes y servicios se perdieran por degradación o por agotamiento, el costo para la economía nacional sería altísimo.
Recientemente, The Nature Conservancy publicó un interesante documento elaborado por Juan Bezaury, titulado "El valor de los bienes y servicios que las áreas naturales protegidas proveen a los mexicanos". Los resultados de este trabajo ponen en evidencia algunos de los beneficios directos e indirectos que se obtienen de las ANP, por ejemplo:
-Se estima que en 2008 las ANP recibieron 14 millones de turistas, los cuales derramaron aproximadamente 8.3 mil millones de pesos y generaron 27 mil empleos.
-Los municipios que incluyen ANP cuentan con mayor disponibilidad de agua en sus acuíferos que aquellos que no tienen ANP.
-El carbono que está contenido en la biomasa de las ANP es equivalente al carbono que emite México en cinco años.
-Por cada peso que la Federación invierte en el cuidado de las ANP el beneficio que se obtiene es equivalente a 56 pesos.
Si la conservación es una aspiración de las sociedades en el mundo; si las áreas naturales protegidas son los mejores espacios para conservar la biodiversidad; y si el valor de sus bienes y servicios ambientales supera con creces el costo de su cuidado ¿por qué entonces existen tantos conflictos en torno a las ANP, se encuentran permanentemente cuestionadas y en riesgo y, más aún, muchos sectores se oponen activamente a su existencia demandando incluso su derogación?
Sin pretender simplificar el problema habría que señalar algunas de las principales causas de la controversia alrededor de las ANP. Por un lado, ante la falta de reconocimiento del valor de los bienes y servicios de las ANP, aunado a la indiferencia sobre su importancia biológica y a la inconsciencia de los riesgos de perderlas, se realizan obras en estas áreas -por ejemplo, grandes desarrollos turísticos, urbanos, infraestructura carretera, puertos, entre otros- con graves impactos irreversibles a la superficie protegida. Si se consideraran los costos de las afectaciones de los bienes y servicios ecosistémicos de las ANP, los proyectos de desarrollo no resultarían rentables.
Por otro lado, los enormes beneficios que generan las ANP no se reflejan en el nivel de desarrollo y bienestar de la población que en ellas habita, por el contrario, en muchas ocasiones, incluso, se trata de la población rural más pobre del país. Es necesario tomar en cuenta que 60 por ciento de los terrenos de las ANP son de propiedad social. Por ello, es de extrema importancia que, de manera coordinada, las distintas instituciones productivas, ambientales y de desarrollo social -federales, estatales y municipales- prioricen la atención a los legítimos habitantes de las ANP con el fin de fomentar procesos de desarrollo sustentable mediante la aplicación de programas e instrumentos que generen ingresos y empleos en actividades productivas compatibles con la conservación, tales como el ecoturismo, el manejo forestal y pesquero sustentable, el aprovechamiento sustentable de la vida silvestre, el pago por servicios ambientales, la agroforestería, entre muchas otras.
Estas actividades permiten mejorar las condiciones de vida de la población y alcanzar su bienestar social, al tiempo de minimizar los impactos que dicha población ejerce sobre las zonas que ocupan dentro de la ANP. El costo de un programa de desarrollo rural sustentable de esta índole siempre será mucho menor que el costo de perder las ANP, patrimonio y capital natural de la nación.
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