«Fracking»: ¿ilusiones sin evaluaciones?
"Fracking": ¿ilusiones sin evaluaciones?
José Sarukhán Kermez ǀǀ El Universal ǀǀ 25 de julio de 2014
Notas recientes en los diarios relataron discusiones en el Senado respecto al tema central de estos días: la energía. En una de tales reuniones se citó, en relación al shale oil o hidrocarburos bituminosos, el trabajo de un reconocido y creativo científico estadounidense, el doctor Richard Müller, profesor de Física desde hace más de tres décadas en la UC Berkeley, originalmente un escéptico acerca del cambio climático, y que pasó por una “epifanía” que lo convirtió en un “campeón” entre quienes adjudican el cambio climático casi totalmente a la actividad humana. El reporte al que me refiero fue un estudio hecho por Müller y su hija (http://bit.ly/1d53XbH) basado en su experiencia de lo que está ocurriendo en el campo energético en China con el uso masivo de carbón para la producción de electricidad.
En la referencia hecha en el Senado al trabajo de Müller se afirmaba acerca del fracking (método de extracción del hidrocarburos bituminosos) “que no se ha comprobado que esta práctica genere consecuencias de daño ambiental”. Los Müller NUNCA dicen eso del fracking en todo el reporte; lo que sí afirman es que, comparativamente al uso del carbón, el uso del gas natural es mucho menos contaminante, en especial en la emisión de partículas (o “carbón negro”) por lo que piensan que hay que estimular este tipo de producción de hidrocarburos fósiles en todo el mundo.
Algo muy diferente es el impacto de los métodos de extracción de los materiales bituminosos por medio del fracking. Aquí los Müller adoptan una postura mucho más precautoria, analizando los impactos que estos métodos de extracción pueden tener, haciendo énfasis en que el desarrollo de nuevas tecnologías puedan disminuir notablemente el impacto ambiental del método de extracción.
Se afirmaba también en la nota periodística que “varios estados de la Unión Americana como Texas, Dakota o Lousiana, ya desarrollan esa práctica sin que hasta el momento “se haya presentado algún problema”. Nuevamente, la lectura del documento por los miembros del Senado mexicano es sesgada e incompleta. Los autores claramente enumeran los casos en diversas localidades de los Estados de Oklahoma, Alabama, Nuevo México, Wyoming y California donde las operaciones de fracking han sido un fracaso económico y han producido serios impactos a ambientales.
En un artículo de hace un par de años en este espacio, comentaba que el shale oil no son depósitos de hidrocarburos a gran presión, como los mantos de petróleo, el cual en ocasiones surgía espontáneamente por la presión a la que estaba sujeto. Obtener este hidrocarburo requiere grandes presiones para forzar su salida y un proceso de “limpieza”. Ambas operaciones demandan grandes cantidades de energía y agua, y al final del proceso se producen materiales de desecho altamente tóxicos.
En los mismos días el presidente nacional del Partido Acción Nacional, Gustavo Madero, señaló en una gira por Veracruz que esta práctica beneficiará a los dueños de los terrenos donde se aplique. Es posible que el presidente del PAN ignore que se requiere el triple de terreno para producir gas natural que el necesario para un pozo convencional y que el agua y los aditivos utilizados para extraer el shale oil contaminan los suelos de esos terrenos y los cuerpos de agua.
Varias de las zonas más importantes de yacimientos bituminosos en México se encuentran en regiones con seria escasez de agua, requerida en cantidades enormes en el proceso de fracking, lo cual significa conflictos serios entre los usuarios del agua. Es posible utilizar aguas salobres, e incluso marinas, para estos propósitos, pero habrá que experimentar para ver qué tan viable y económica puede ser esta metodología.
México tendrá que evaluar los pros y contras de la extracción de shale oil en el futuro cercano con mucho cuidado y sin lecturas mal digeridas y parciales “de la información científica”, así como evaluar seriamente a las compañías que harán las extracciones, certificando su capacidad y profesionalismo para evitar los sonoros fracasos y pérdidas económicas que China ha tenido que enfrentar en el pasado con la explotación de estos recursos.
Qué bueno que los legisladores se documenten con información científica de buena calidad, nacional o internacional; sin embargo, lo importante es que la utilicen adecuadamente para tomar decisiones bien informadas, cualquiera que sea el caso.