Crecimiento versus biosfera
Crecimiento económico ¿indefinidamente a pesar de la degradación de la biosfera?
GLOCALFILIA || Germán González Dávila || La Crónica de Hoy || jueves 4 de febrero 2016
El domingo 10 de enero comentábamos que, desde marzo 2007, el Parlamento Europeo adoptó una resolución para posicionar a la Unión Europea como líder en el desarrollo de la «Tercera revolución industrial», considerando tres características claves: fuentes renovables de energía; nuevas tecnologías para almacenar energía; y redes eléctricas inteligentes.
La Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha organizado diversos foros para abordar el desarrollo de la revolución industrial del siglo XXI, para la cual reconoce también los roles de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación digitales, así como la biotecnología y la nanotecnología, entre otras tecnologías revolucionarias como la impresión 3D.
Muchos actores invierten esfuerzos para posicionarse ventajosamente en esta revolución que traerá más ventajas a las empresas, obligará a personalizar los productos y servicios y supondrá una democratización y una nueva forma de hacer negocios. El empoderamiento de individuos y pequeños grupos de personas emprendedoras y capaces de producir patentes acecha a las grandes corporaciones. Llega la glocalización, la posibilidad de diseñar y vender para lo global desde la escala local.
¿Se hace algo en México al respecto? Por supuesto que sí, pero las instituciones y personas involucradas son todavía contadas (véase por ejemplo CeMIESol) y con pocas posibilidades de influir en las rutas de desarrollo económico de corto plazo —debido a la generalizada miopía o ceguera de nuestros políticos y empresarios en la materia. Seguimos siendo un país con pocas capacidades de innovación, aunque algunos de nuestros jóvenes ganen olimpíadas internacionales de matemáticas, robótica o mecatrónica. Cada año, países como el Japón o los Estados Unidos presentan cuatro a cinco cientos de miles de solicitudes de patentes y acumulan, a la fecha, respectivamente, 1.3 y 1.9 millones de ellas; México presenta unas cuantas cada año y acumula apenas unos cuantos miles.
A las consideraciones explícitas de la Unión Europea y de la OCDE acerca de esta revolución industrial del siglo XXI habría que añadir, explícitamente, la dimensión finita de la biosfera y sus recursos. Porque el crecimiento económico se mantiene como el paradigma central en el mundo. Si no creces estás mal, pues solamente creciendo podrás satisfacer la demanda creciente de empleo y la demanda, también creciente, de bienes y servicios de una población humana que continúa creciendo: 7 mil millones hoy día; ¡poco más de 9 mil 300 hacia el 2050!
Pero la biosfera tiene límites y sus recursos son finitos. Haber transgredido umbrales planetarios de la biosfera es lo que nos ha colocado en situación de calentamiento global y sexta gran extinción de biodiversidad en la historia de la Tierra. Sin embargo, los economistas que dirigen el mundo creen —y pretenden convencernos— que solamente el crecimiento económico, indefinidamente, asegurará el bienestar de la gente. Por eso ahora nos venden el «crecimiento verde» o «economía verde». Lo que hay que hacer —dicen— es «desacoplar» el crecimiento económico del deterioro ambiental que va de la mano del crecimiento.
En el «Acuerdo de París» todos los gobiernos del mundo reconocen que el calentamiento global que vivimos es consecuencia de la acción humana y sus formas específicas de consumo y producción. Que hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que el calentamiento no rebase los +2º Celsius. Pero mientras tanto, los compromisos anunciados para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero son insuficientes y nos mantienen en la ruta de un calentamiento superficial promedio global de entre +3 y +5 Centígrados. No hay desacoplamiento.
Incluso el paradigma del desarrollo sustentable no se interroga sobre los límites de la biosfera para el crecimiento económico. ¿Hasta cuándo y hasta cuánto tendría que crecer la economía, hoy global, para satisfacer las necesidades de Homo sapiens, degradando las capacidades de renovación de la biosfera?
Tajamar —gota que derramó el vaso y provocó imparable reacción en redes sociales— es uno de incontables ejemplos en los que la avaricia humana y el interés privado de corto plazo vencen al interés público de largo plazo. Porque el manglar ya había sido invadido desde el origen de Cancún, parcelado y degradado…
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