La monarca vuelve a México
La monarca vuelve a México
Julia Carabias Lillo || Reforma || 23 de noviembre 2013
Como todos los años, en el mes de noviembre inicia la llegada de millones de mariposas monarca, las tataranietas de las que se fueron en marzo pasado. Después de viajar 4 mil kilómetros desde el sur de los Grandes Lagos de Canadá, vienen a refugiarse durante el invierno en los bosques de oyamel, principalmente de las montañas de Michoacán y del Estado de México, protegidos por la Reserva de la Biosfera Monarca.
Esta reserva, cuyo polígono actual fue decretado en 2000, no ha tenido una historia fácil y, por muchos años, fue un ejemplo de contradicción entre la presión internacional, la responsabilidad del Estado para conservar los ecosistemas en donde ocurre un fenómeno natural único y la necesidad de sus dueños de aprovechar la madera de estos bosques. Las restricciones de uso que impuso el decreto de la reserva fueron motivo de agudos conflictos y de permanente violación. Distintos programas de gobierno trataron de compensar dichas restricciones, sin embargo, su implementación no fue de "tiro fino", y no siempre los beneficiarios de los programas eran los afectados por las restricciones. Los conflictos se expresaron en la continua deforestación y degradación de los bosques de la reserva.
En el año 2000 también se constituyó un novedoso mecanismo de incentivos económicos, el Fondo Monarca, con la participación del gobierno, los ejidatarios dueños de la tierra, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza. El Fondo, capitalizado con recursos económicos gubernamentales y de fundaciones privadas, beneficia a los dueños de los bosques que perdieron sus derechos de aprovechamiento forestal. Aunque este mecanismo fue ampliamente discutido entre los involucrados, su implementación enfrentó diversos obstáculos, entre ellos conflictos agrarios. Además, no todos los núcleos agrarios decidieron participar, por lo que no fue posible detener la deforestación y la tala clandestina de gran escala continuó.
Con el tiempo, el instrumento afinó su operación, se resolvieron algunos conflictos agrarios, se incorporaron otros núcleos agrarios al Fondo y se sumaron nuevas iniciativas con recursos económicos adicionales provenientes de otras fundaciones, además de la aplicación del programa de pago por servicios ambientales de la Conafor. Todo ello contribuyó a la generación de nuevos empleos e ingresos vinculados a la conservación y al ecoturismo y el resultado ha sido contundente: la tala clandestina de gran escala se frenó y la deforestación en 2012 disminuyó radicalmente. Falta aún atender el saqueo de pequeña escala que continúa degradando al bosque.
No obstante, las poblaciones de monarca siguen declinando. Ahora, las generaciones que se desarrollan en territorio de Estados Unidos enfrentan problemas crecientes. La monarca necesita de hábitats sanos durante su regreso al norte y de la planta de alimentación de sus larvas para cerrar su ciclo de vida. Una de las plantas más importantes es la conocida como algodoncillo (Asclepias syriaca) que crece en los campos de cultivo de soya y maíz del Centro-Este de EU. Esta planta es considerada por los agricultores como una maleza, ya que reduce la producción de cultivos y es tóxica para el ganado, por lo que es eliminada con un agresivo herbicida a base de glifosatos. Los estudios científicos han demostrado que debido al uso de este herbicida se ha reducido el algodoncillo en 58% en estos campos agrícolas y, por consecuencia, las poblaciones de monarca del Centro-Este de EU en 81%.
¿Cuántas monarcas llegarán a México en este ciclo? Es un dato básico necesario de monitorear para reforzar las estrategias de conservación. Cabe aclarar que la monarca es un insecto muy exitoso que no está en riesgo; puede adaptarse a diversas condiciones ambientales, lo que explica su amplia distribución geográfica. Lo que está en riesgo es la unicidad del fenómeno migratorio, y para evitar su extinción, Canadá, EU y México tendrán que redoblar esfuerzos, ya que cada uno tiene una fase del fenómeno.
México ha hecho buena parte de su tarea aunque de ninguna forma puede bajar la guardia; los mecanismos aún son frágiles y deben consolidarse. Pero la tarea principal toca ahora a los vecinos del norte, tanto para la protección del hábitat que usa la monarca en su ruta migratoria como para la disponibilidad de las plantas de alimentación. A México siempre se le coloca en el banquillo de los acusados; ahora, es el turno de los vecinos de cumplir con su responsabilidad.
Fuente: Hemeroteca
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