Plan Nacional de Desarrollo
Plan Nacional de Desarrollo
Julia Carabias Lillo || Reforma || 07 de julio 2012
Una vez terminadas las campañas electorales es tiempo de avocarse a la planeación de las políticas públicas de los próximos seis años. Este nuevo periodo constituye una gran ocasión para reconciliar posiciones y construir, por primera vez y mediante un ejercicio participativo e incluyente, un Plan Nacional de Desarrollo Sustentable con el que los mexicanos nos sintamos identificados, unidos y con un rumbo claro.
Hay un gran camino andado. Durante el último año se presentaron las plataformas políticas de los partidos, se publicaron libros analíticos y propositivos y muchos sectores de la sociedad organizada expusieron planteamientos profundos sobre diferentes temas. Las ideas han sido debatidas en distintos foros y, aunque opuestas algunas, sorprenden las numerosas coincidencias. Además, cabe añadir las agendas de largo plazo que en algunos temas y desde hace varios años ha elaborado el gobierno por medio de consultas públicas, así como la experiencia de la aplicación de programas que han dado resultados positivos.
El próximo gobierno no puede repetir el grave error que, en su inicio, cometió la administración de Fox. Con el lema "ahora sí lo vamos a hacer bien", echó por la borda importantes avances y desató una cacería de brujas entre los funcionarios de la administración previa. Los programas sectoriales que funcionan, mejorados y adecuados a partir de las lecciones aprendidas, deben tener continuidad para avanzar.
La elaboración del Plan Nacional de Desarrollo -ojalá Sustentable- ofrece la oportunidad de construir políticas con un horizonte de largo plazo, definir prioridades y derivarlas en políticas sociales, económicas y ambientales, armonizadas e integradas con objetivos comunes, sin contraponerse entre ellas, y que devengan en los programas sectoriales.
La premisa básica que debería guiar al Plan Nacional es la de adoptar un modelo de desarrollo que garantice la superación de la pobreza, reduzca las desi- gualdades sociales y respete los límites que impone la naturaleza para garantizar la sustentabilidad ambiental. Algunos de los ejes articuladores para lograr la sustentabilidad del desarrollo son los siguientes:
Es necesaria una política económica justa y sustentable que tenga como principio que el crecimiento económico no ocurra a costa del capital natural ni hipoteque las posibilidades de desarrollo de las futuras generaciones. El crecimiento económico, con bajo consumo de carbono y de recursos naturales, debe: crear oportunidades para todos los mexicanos; reducir las desigualdades sociales y mejorar los niveles de vida; promover patrones de producción y consumo sustentables; generar empleos dignos -particularmente para las mujeres y los jóvenes-; y fortalecer la capacidad productiva de las personas. Para ello será necesario incorporar los costos ambientales y sociales en los precios de los bienes y servicios; impulsar reformas fiscales y nuevos sistemas de crédito adecuados a las capacidades y necesidades de las medianas y pequeñas empresas y de los campesinos marginados; modificar las políticas de subsidios, eliminando paulatinamente aquellos que son perversos para el medio ambiente y fomentando los que promuevan prácticas productivas sustentables, con medidas que compensen los costos sociales de grupos vulnerables y eviten el incremento de las desigualdades.
Se requiere también una política alimentaria que contemple toda la cadena, desde la producción hasta el consumo, evitando la degradación ambiental y reactivando la economía campesina; una política energética que incorpore cambios radicales en los sistemas de generación y uso eficiente de la energía y del transporte, disminuya la dependencia en el petróleo e impulse, incluso con subsidios, las energías renovables; una política hídrica que limite la extracción de agua a la capacidad de renovación de los sistemas hídricos y distribuya el excedente para el consumo humano primero y para el uso productivo después; una política demográfica que incluya el ordenamiento en la ocupación del territorio, la planeación familiar, el acceso a la salud reproductiva y la libre decisión de los derechos sobre la reproducción; una política para la mitigación y adaptación al cambio climático y para la conservación, manejo y restauración de la biodiversidad, así como otra para la construcción de ciudades sustentables.
La integración y armonización de políticas económicas, sociales y ambientales demanda un nuevo marco institucional y de toma de decisiones a nivel local y nacional, más allá del sectorial y compartimentado del presente, que evite la contraposición de objetivos, propicie la coordinación entre sectores de gobierno y entre éstos y los agentes económicos y sociales, y obligue a la rendición de cuentas. Además, necesitará la definición de metas concretas, indicadores de seguimiento y reportes periódicos que permitan evaluar los avances hacia la sustentabilidad.
Estamos a tiempo, durante estos próximos meses, de sumar las capacidades nacionales, que son muchas, y construir un nuevo modelo de desarrollo sustentable.
Fuente: Hemeroteca
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