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Reconstruyendo la diversidad del paisaje

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Reconstruyendo la diversidad del paisaje

Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Miércoles 18 de enero, 2017

¿Qué diantres son las UMA?

Ya han pasado casi dos décadas desde que se creó la figura de las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre, coloquialmente conocidas como UMA, y a veces da la impresión de que todavía no sabemos bien qué son, cómo funcionan, para qué sirven y cómo se construyen. Cuando iniciaron su existencia, las UMA parecían ser una excelente idea. Tomadas del modelo de los ranchos cinegéticos que impulsaba en los estados del norte del país al Unión de Ganaderos Diversificados, proponían una respuesta alentadora a la falsa disyuntiva entre conservar y producir. Abrían una puerta para que los grandes ranchos de las zonas semiáridas del país dedicaran áreas de terreno muy considerables al manejo de las especies de fauna silvestre que los habitaban, de tal manera que los dueños de los predios pudieran ofrecer a los cazadores deportivos un espacio donde realizar su actividad de manera segura, legal, dotada de infraestructura y servicios, y con cierta garantía de sustentabilidad, si bien no necesariamente de captura de las piezas de su interés.

Así iniciaron actividades tan tentadoras – económicamente hablando, cuando menos – como la cacería del borrego cimarrón, los venados bura y cola blanca, o las palomas de alas blancas. A la vez que los cazadores recibían con beneplácito esta nueva manera de organizar su actividad, los rancheros encontraban rentable dedicar parte de sus propiedades a la conservación del ecosistema original, antes que destinarlo a potreros.

En el sur y sureste de nuestro país, con ecosistemas tropicales más diversos y estructuralmente complejos, las cosas no han resultado tan sencillas. Al panorama que ofrecen, quiérase que no, las selvas altas, medianas y bajas de la región, se suma el hecho de que la propiedad de la tierra se encuentra sumamente fragmentada, de manera que resulta muy difícil encontrar superficies de terreno donde todos los dueños se encuentren dispuestos a emprender un proyecto organizado, ordenado y conjunto de manejo de los recursos naturales, de manera que se sume una superficie de dimensiones tales que resulte relevante para la reconstrucción de la conectividad ecológica y la conservación de la biodiversidad.

Así, las UMA de estados como el de Yucatán son pequeñitas (las llaman “intensivas”) y operan más bien como granjas o criaderos, de manera que su impacto sobre la sustentabilidad y la conservación son prácticamente irrelevantes o, en el mejor de los casos, indirectos. En el vecino estado de Campeche hay algunas UMA que sí admiten actividades cinegéticas (de venado cola blanca, pecarí de collar y pavo de monte, sobre todo) que son alentadoras excepciones a esta norma, pero Yucatán está lejos de lograr emprender esta vía.

Aquí se ha optado, más bien, por establecer UMA “no extractivas”, donde espera desarrollarse una suerte de “ecoturismo”, de observación de fauna. Dudo que esto funcione eficazmente en el corto plazo, aunque les deseo la mejor de las suertes. Lo que no alcanzo a ver todavía – y ojalá alguien demuestre que estoy equivocado – son UMA yucatecas que respondan en efecto al objetivo original, de establecer sitios donde los dueños de la tierra puedan convertir en riqueza económicamente relevante las especies en vida silvestre que habitan sus predios, convirtiendo entonces a estos en sitios donde se reconstruye la complejidad y la diversidad del paisaje originario, contribuyendo a reconectar los fragmentados ecosistemas del estado, y a incrementar la capacidad de generar riqueza en el territorio de la entidad.

Eso dicho, querida Carmen Aristegui, bienvenida de regreso: te extrañábamos.

roblesdeb1@hotmail.com

Chetumal, Quintana Roo

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/2017-01-18/Reconstruyendo-la-diversidad-del-paisaje

 

 

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