Río+20: ruta del futuro
Río+20: ruta del futuro
Julia Carabias Lillo || Reforma || 27 de junio 2012
Para cuando esta reflexión esté publicada, la Conferencia de Desarrollo Sustentable, conocida como la Cumbre de Río+20, habrá concluido; al momento de entregar ésta, los jefes de Estado de cerca de 100 naciones seguían en plenaria pronunciándose sobre los acuerdos finales. La atención que recibió esta Cumbre fue, lamentablemente, muy precaria. Nada que ver con la pasada Cumbre de la Tierra, hace 20 años, en la misma ciudad de Río de Janeiro, cuando el debate sobre el medio ambiente y el desarrollo estaba en su apogeo. Hoy, mientras que las sociedades del mundo están abrumadas por las crisis económicas, financieras y sociales, la corrupción, el crimen organizado y el terrorismo, el tema del desarrollo sustentable sigue en espera; no se asumen con decisión los principios de este modelo de desarrollo y tampoco se comprende que, precisamente, es en la aplicación de estos principios donde radica la solución de fondo y de largo plazo de las diversas y recurrentes crisis.
El contexto global no contribuyó a que los jefes de Estado tomaran acuerdos más radicales, aunque la declaración final, "El futuro que queremos", incluye aspectos trascendentales que trazan una ruta para el largo plazo y, de ser implementados, pueden generar las condiciones del cambio necesario. Algunos de los aspectos que vale la pena resaltar son los siguientes:
La declaración refrenda el compromiso con el desarrollo sustentable y enfatiza que los principales retos son la erradicación de la pobreza; el cambio de los patrones de consumo y producción; la conservación, regeneración y restauración de los ecosistemas y el manejo integrado y sustentable de los recursos naturales. Para lograrlo, se considera indispensable promover el crecimiento económico inclusivo y equitativo y crear oportunidades para todos, reduciendo las desigualdades, mejorando los niveles de vida, empoderando a los pueblos, fortaleciendo su capacidad productiva y generando empleos decentes.
La mayor atención de la Cumbre se situó en el tema de la economía verde. Las negociaciones derivaron en un texto débil, muy flexible y sin compromisos concretos, aunque, al menos, quedó trazada una dirección a seguir sobre un asunto que se había polarizado en los últimos meses. Se acepta que la economía verde es una herramienta importante para transitar hacia el desarrollo sustentable y que ofrece opciones para el establecimiento de políticas públicas. Sin embargo, se enfatiza que no puede convertirse en un conjunto de reglas rígidas, ni en un medio arbitrario para restringir el comercio internacional. Se considera que cada país puede escoger un enfoque en concordancia con sus planes, estrategias y prioridades de desarrollo sustentable para lo cual se solicita que la ONU proporcione información sobre modelos, ejemplos, instrumentos, metodologías y mejores prácticas.
Asimismo, se reconoció la necesidad de fortalecer el marco institucional que responda a los nuevos retos del desarrollo sustentable e integre las dimensiones ambiental, social y económica de manera balanceada y armónica tanto a nivel global como nacional y local. Se propone la creación de mecanismos que fomenten el entendimiento y la atención de las interrelaciones que existen entre los principales problemas. En el ámbito multilateral, se decidió establecer un foro intergubernamental de alto nivel político dentro de la ONU, con funciones ejecutivas, de coordinación y de evaluación de la sustentabilidad, y con participación universal y de los organismos financieros y representantes sociales. Dicho foro reemplazará a la Comisión de Desarrollo Sustentable.
En la sección V del documento, titulada "Marco para la acción y seguimiento", se abordan con más detalle orientaciones sobre muy diversos temas como son: erradicación de la pobreza, seguridad alimentaria, agua y saneamiento, energía, ciudades y asentamientos humanos, seguridad social, mares y océanos, reducción de desastres y riesgos, biodiversidad, cambio climático, bosques, desertificación, sustancias químicas y desechos, minería, equidad de género, entre otros.
En general, no se registran mayores avances en estos temas y se eluden compromisos concretos y sustantivos relacionados con la forma de cambiar los patrones de consumo y producción insustentables; la eliminación de subsidios perversos para el medio ambiente; las mediciones, indicadores y reportes para comprobar el avance hacia el desarrollo sustentable; las formas para concretar la transferencia tecnológica; el financiamiento para lograrlo; la salud reproductiva, entre muchos otros. Sobre estos aspectos, las posiciones de bloques de países se confrontan. Esto ocasiona que, con el propósito de obtener un consenso para el documento final, se retiren las propuestas vanguardistas y se mantengan los temas estancados. La Cumbre avanzó, pero no fue capaz de llegar muy lejos. ¿Será necesario un relevo generacional para lograr un cambio? ¿Será posible que los jóvenes no se contagien de las mismas actitudes reaccionarias que han congelado los avances? Esperamos no estar destinados a responder a golpe de catástrofes.
Fuente: Hemeroteca
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