Turismo y naturaleza
Turismo y naturaleza
Julia Carabias Lillo || Reforma || 15 de octubre 2011
El próximo lunes 17 de octubre dará inicio, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, la Cumbre Mundial de Turismo de Aventura, a la que asistirán varias centenas de personas y operadores turísticos tanto nacionales como de otros países. El gobierno de Chiapas ofreció ser sede del evento con el fin de dar a conocer la potencialidad del estado para el fomento de este tipo de actividades, cada vez más demandadas en el mundo, que han demostrado ser un importante motor de desarrollo económico regional.
Aunque se ha dicho en varias ocasiones, vale la pena puntualizar algunos aspectos conceptuales sobre este tema, ya que persisten confusiones. El turismo de aventura no es lo mismo que el ecoturismo. Si bien ambos dependen de la naturaleza, el primero utiliza algún atributo particular de un espacio natural, como pueden ser abismos, cascadas, grutas, montañas con pendientes pronunciadas, ríos con corrientes, en donde se practican el rapel, ciclismo, paracaidismo, kayakismo, entre otras actividades, cuyo denominador común es ofrecer al turista una experiencia adrenalínica, desafiante, de esfuerzo extremo o de vencer miedos. En contraste, el ecoturismo consiste en visitar espacios naturales conservados para la observación de flora, fauna y paisajes.
Chiapas ha impulsado en los últimos años ambos tipos de turismo y, a diferencia de otros lugares en el país, por lo general lo desarrolla con el involucramiento directo de las comunidades campesinas e indígenas que habitan estos espacios naturales, lo cual les beneficia directamente mediante la generación de empleos e ingresos, mejorando sus oportunidades económicas y su calidad de vida.
Sin embargo, una de las condiciones de este tipo de turismo que no se ha cumplido a cabalidad, ni en el caso del ecoturismo ni, mucho menos, en el del turismo de aventura, es que, frecuentemente, quienes implementan estos proyectos no se responsabilizan de la conservación del entorno natural del que dependen. Por ejemplo, no es raro encontrar ejidos o comunidades que ofrecen descensos en ríos con rápidos o a sótanos de simas, caminatas por puentes colgantes o tirolesas sobre cascadas, entre otras actividades extremas, pero que tienen su territorio deforestado, las aguas de los ríos o arroyos contaminadas, o las riberas desprovistas de vegetación, por sólo mencionar algunos problemas ambientales. Estas poblaciones se benefician de la presencia de algún elemento natural sobresaliente en sus territorios para realizar acciones turísticas, pero, generalmente, no se comprometen en conservar el entorno natural más allá del elemento natural en el que basan el negocio. En estos casos este turismo cumple una función económica y social pero no ambiental.
Para lograr que estas actividades sean sustentables se deben incorporar con la misma importancia tanto la dimensión ambiental, como la económica y social. En la actualidad existen diversos instrumentos normativos y económicos que, aplicados de manera articulada a las actividades productivas como la del turismo, no sólo benefician económica y socialmente a los dueños de la tierra, sino que, además, permiten la conservación de los ecosistemas y sus servicios ambientales. Entre ellos, se pueden mencionar el caso de la certificación de áreas destinadas voluntariamente a la conservación y el del pago por servicios ambientales por la conservación de los ecosistemas.
Desafortunadamente, la falta de espacios para la planeación regional, de coordinación interinstitucional, de programas de fomento productivo sustentable, de asesoría técnica, de capacidades locales, entre otros factores, provoca que estos instrumentos no logren plenamente los efectos positivos que podrían generar si se articularan en una estrategia de producción-conservación.
Sin duda el turismo de naturaleza presenta grandes oportunidades en México y particularmente en Chiapas, uno de los estados con mayor biodiversidad del país. La elaboración de una estrategia estatal de largo plazo de fomento de este turismo es indispensable para ordenar la actividad e implica: ubicar las áreas de potencial por sus atributos naturales; diseñar una oferta diversificada de actividades; desarrollar las capacidades de las poblaciones locales para brindar una atención de calidad al turista, así como la infraestructura necesaria; establecer acuerdos entre el gobierno, los agentes financieros y la comunidad para que los proyectos beneficien a la población local y garanticen la conservación del medio ambiente; definir con criterios técnicos ambientales la capacidad de carga de las áreas de visita para evitar su deterioro, entre otros elementos.
Es deseable que este congreso, además de promover lo ya existente en este ámbito, sirva para sentar las bases de una planeación estratégica del turismo de naturaleza para Chiapas, con los compromisos sociales, económicos y ambientales necesarios para convertir al estado en un modelo para el resto del país y en un destino turístico mundial de excelencia.
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