Veinte años atrás
Veinte años atrás
Julia Carabias Lillo || Reforma || 18 de enero 2014
Llevábamos muchas horas conduciendo por una terracería inmunda, sinuosa y escarpada, rumbo a uno de los recónditos pueblos marginados de la Montaña de Guerrero cuando, sin que nadie nos lo dijera, reconocimos el sitio: un columpio encañonado en el camino como un embudo rodeado de paredes cubiertas de selva seca; el perfecto sitio para una emboscada y, en efecto, para eso se usaba. Durante años, el escasísimo transporte que trasladaba de vez en cuando a los indígenas, y algunas mercancías, era asaltado en ese punto por una banda de maleantes, quienes, no pocas veces, además, violaban a las mujeres.
El pueblo denunció hasta el agotamiento estas atrocidades recurrentes ante las autoridades en Chilpancingo sin jamás ser escuchado. Hartos, en un enero como éste, pero hace 20 años, decidieron hacer justicia con sus propias reglas: los buscaron, atraparon, detuvieron y ahorcaron. Así, mediante otra atrocidad, acabaron con los robos y las violaciones.
Trabajábamos en varios pueblos de la Montaña, fomentando alternativas productivas a partir de los propios recursos naturales locales para mejorar las condiciones de vida de la población, al tiempo de conservar y restaurar dichos recursos. Pocos días después de los sucesos, un grupo de compañeros fuimos a una asamblea en esta comunidad para plantearles si les interesaba incorporarse a los programas de manejo de recursos naturales. Al entrar al pueblo, tensos y cansados, nos corrió un frío helado. Las sogas seguían colgadas en los árboles, ya sin sus ocupantes, y de extremo a extremo del camino, tendían, de manera alegórica, coloridas bandas de papel picado cuyas figuras representaban los árboles y sus ramas de las que pendían las sogas con los ahorcados. El pueblo estaba de fiesta.
La asamblea fue difícil, no hablábamos el mismo idioma. Un traductor explicaba nuestros propósitos y nosotros esperábamos que se apegara estrictamente a lo que decíamos en castellano. Las reacciones y sus rostros eran difíciles de descifrar. Tan pronto pensábamos que se sumarían al proyecto como que más nos valía salir corriendo. Pero no pudimos averiguar en ese momento el desenlace de su discusión porque una patrulla llegó voceando mi nombre e interrumpió la asamblea. El desconcierto fue total. Los policías me informaron que me buscaba el gobernador. Nosotros no entendíamos nada, los comuneros menos, y los policías poco, pero la intuición nos dictaba que más valía regresar con la patrulla para evitar una situación más riesgosa e incontrolable para todos.
Ya en Chilpancingo me enteré de que me buscaba el secretario de Sedesol, quien me informó que el Presidente me invitaba a hacerme cargo del Instituto Nacional de Ecología (INE). Ésta era la segunda vez que me lo proponían; ya había declinado esta invitación, mi trabajo estaba en la Montaña y allí quería permanecer. Quedé de ver al secretario al día siguiente después de terminar una sencilla intervención quirúrgica que tenía programada. Pero no llegué a la cita. Al iniciar la operación, el médico, quitando importancia al evento quirúrgico, me preguntó qué pensaba del sorprendente levantamiento del EZLN de unos días atrás. No tuve tiempo de responderle, la operación se complicó y permanecí en el hospital cerca de 10 días.
Obligada por las circunstancias a descansar y pensar, y con el empuje de algunos compañeros con quienes acababa de publicar el libro Desarrollo sustentable: hacia una política ambiental, decidí aceptar la responsabilidad. Fue así que del hospital fui directamente al INE a tomar posesión acompañada de Rosaura Cadena y Enrique Provencio con quienes inicié una nueva etapa profesional que duró siete años. Una de las primeras tareas fue elaborar una propuesta de programa para la zona zapatista a partir de la experiencia acumulada en la Montaña de Guerrero.
A pesar de que 1994 fue un año tremendamente convulsionado en el país, también ocurrieron cosas positivas. En política ambiental se pudieron sentar las bases de lo que, meses después, derivó en la integración, por primera vez, de la gestión de los temas de medio ambiente y de conservación de la naturaleza con los del uso sustentable de los recursos naturales. Veinte años son muchos.
PD. He estado siempre al corriente de mis impuestos. Fui colocada en la "lista negra" publicada por el SAT como no localizable porque el visitador de esa institución no encontró mi domicilio. Ayer viernes solicité la visita de nuevo. Mi domicilio quedó verificado con una corrección en la colonia. Tema cerrado.
Fuente: Hemeroteca
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