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La invasión, el hacha y el machete

Selva Lacandona. Tragedia en tres actos. Segundo Acto:

Amado Ríos Valdez, Diario Ultimátum, 24 de octubre 2019.

En el origen fueron los Lacantunes

En el origen fueron los Lacantunes, etnia de origen maya perdida en la inmensidad de la selva. Los habitantes originales fueron exterminados y desaparecidos en sucesivas incursiones españolas en 1530, 1559, 1586, 1640 y la ofensiva final en 1695. Después o en paralelo llegaron tribus mayas provenientes del sureste del Petén en Guatemala y del sur de Campeche. De estas tribus son descendientes los actuales mayas conocidos como Lacandones.
Una vez consumada la independencia y anexado el territorio de Chiapas a la República Mexicana (1824), la selva lacandona que quedó en México estaba delimitada por el río Lacantún y el Usumacinta, al sur, lo que hoy es el Municipio de Marqués de Comillas, quedó bajo la administración de Guatemala. No es sino hasta 1880 cuando se fijan los límites territoriales entre México y Guatemala, que la superficie de Marqués de Comillas se incorpora a territorio mexicano.

La maldición de las maderas preciosas

A partir de 1860, la explotación de maderas preciosas en la selva lacandona significó el inicio de la extracción y depredación. Las caobas, cedros y caobillas fueron extraídas por compañías madereras nacionales y extranjeras. Se otorgaron concesiones madereras que después se convirtieron en latifundios y territorios donde la esclavitud y los peones acasillados existieron hasta mucho después de terminada e institucionalizada la revolución mexicana. La extracción abusiva de maderas preciosas tuvo un breve descanso durante la primera y la segunda guerra mundial por la caída del mercado europeo, pero eso no impidió que en 1951 se creara la compañía llamada “Maderera Maya”, que obtuvo en propiedad un enorme latifundio de 420,262 hectáreas en plena selva lacandona.
Las maderas preciosas de la selva lacandona fueron extraídas y exportadas para adornar palacios, mansiones, haciendas y casonas en Europa, Estados Unidos, y por supuesto también en México y en el estado de Chiapas.

Los que llegaron del norte

En 1950 la región conocida hoy como selva lacandona, comprendida en los actuales municipios de Ocosingo, Las Margaritas, Maravilla Tenejapa, Marqués de Comillas, Benemérito de las Américas y sur de Palenque, no superaba los mil habitantes. Los pobladores de esas fechas estaban dispersos en pequeñas aldeas compuestas básicamente por indígenas lacandones, tojolabales y tzeltales. Actualmente en esa misma región habitan alrededor de 200 mil personas.
La dispersión sigue siendo una característica de ocupación territorial. Existen 1,250 localidades y el 70% viven en poblados de menos de mil habitantes. Solo se consideran 3 ciudades de regular importancia: Nueva Palestina con 10,500 habitantes, Benemérito de las Américas con 6,100 y Frontera Corozal con 5,200.
¿Cómo pasó en casi 70 años de mil a 200 mil habitantes?
Una parte se explica por la decisión del gobierno mexicano de promover la colonización y dotación agraria de cientos de campesinos y de promover la colonización hormiga a partir de 1954.
En 1967 el gobierno federal declaró propiedad nacional una extensión de 402 mil hectáreas, principalmente en lo que fue la propiedad del Marqués de Comillas y promovió la colonización de estos predios dotando propiedad ejidal a campesinos de diversas partes del país, principalmente de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Veracruz.
En 1972, mediante decreto federal se declaró Zona Lacandona y se entregó en propiedad comunal a los indígen as de la etnia lacandona, con una superficie de 614,321 hectáreas, proclamada “tierra comunal que desde tiempos inmemorables perteneció y sigue perteneciendo a la tribu lacandona”, con ello nació lo que se llama “Bienes Comunales Zona Lacandona”. Posteriormente, en 1974, el gobierno concentró a las poblaciones dispersas en la selva de las etnias Chol y Tzeltal en dos poblados: Frontera Echeverría (hoy Frontera Corozal) para los choles y Velasco Suárez (hoy Nueva Palestina) para los tzeltales y los sumó al decreto de los Bienes comunales zona lacandona (BCZL) con el compromiso firmado y protocolizado ante las autoridades agrarias que quienes encabezarían siempre a los BCZL serían los de la etnia lacandona.
Las dotaciones de tierra de la Reforma Agraria en los 70s fueron todo, menos aseadas. Hubo tierras otorgadas dos o hasta tres veces. Se sembraron con ello varios conflictos agrarios que persisten hasta la fecha y que son parte de la problemática vigente.

La selva. Fuego, hacha y machete

La invasión organizada por el gobierno a la selva lacandona en los 70s generó un proceso de degradación mucho mayor de los ecosistemas. A la selva llegaron campesinos de otras latitudes y otras costumbres. La roza, tumba y quema se extendió hacia el sur del río Lacantún. Los ejidos en los municipios de Marqués de Comillas y Benemérito de las Américas, se crearon con campesinos provenientes del centro y norte de país, que no conocían la selva, las condiciones delicadas de la flora, la fauna ni los regímenes de lluvias de la región. Los suelos de la selva son pobres, la quema de la selva originó suelos desnudos, que se arrastraban con las lluvias y fluían hacia el Usumacinta. La riqueza de la selva se cambió por ganadería y agricultura que difícilmente podría denominarse de subsistencia. El fuego, el hacha y el machete transformaron la selva en prados inmensos y poco productivos.
En la superficie que es parte de los Bienes Comunales Zona Lacandona las prácticas productivas de los indígenas lacandones, además de su muy escasa población, ayudó a preservar la selva lacandona por décadas, en paralelo, las prácticas más extensivas y agresivas de los indígenas tzeltales y choles y su mayor población fueron restando paulatinamente miles de hectáreas a la selva. Si sumamos a esto la deforestación en el norte de la selva por los empresarios madereros y los ganaderos, la generada al occidente de la Reserva de la Biósfera Montes Azules por las comunidades de indígenas tzeltales y tojolabales (al oeste del río Perlas y del Santo Domingo), lo que fue quedando de selva son los territorios comprendidos dentro de las áreas naturales protegidas.
Hoy en día, a pesar de esfuerzos de algunos comuneros, de organizaciones de la sociedad civil y de algunas instituciones de gobierno, el fuego sigue siendo el instrumento de destrucción de la selva para abrir paso a predios para el ganado y los cultivos de subsistencia.
Tan solo entre los años 2000 al 2012, la selva lacandona perdió 142 mil hectáreas por deforestación, lo que implica alrededor de 500 millones de árboles. En ese mismo periodo la población en la región de la selva se incrementó en 24% y el número de localidades en 9%.
Todos estos ingredientes forman parte sustancial de los problemas que enfrenta hoy esa región, que son agrarios, pero también son sociales, ambientales, políticos, de pobreza, de integración de políticas, de descoordinación y ausencia institucional, problemas complejos que no pueden enfrentarse y mucho menos solucionarse sin atender todos los factores. La solución a la pobreza, conservación y uso sustentable de la selva lacandona será una solución integral o no será.

amado.rios@gmail.com

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