Extinción y cambio climático
6ª gran extinción y cambio climático antropogénicos
GLOCALFILIA || La Crónica de Hoy || 14 de julio 2017
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Entre el 10 y el 12 de julio, un iceberg del tamaño de la Ciudad de México se desprendió del glaciar Larsen-C de la Península Antártica, que colinda con el sur de América del Sur más allá de Tierra del Fuego. También en estos días, nuestro amigo y colega Gerardo Ceballos distribuyó en redes socio-digitales un artículo de su autoría (con Paul R Ehrlich, renombrado entomólogo evolucionista norteamericano y Roberto Dirzo, mexicano especialista en ecología evolutiva) publicado en los Proceedings of the National Academy of Science (PNAS, de los Estados Unidos), que documenta, con muestreos de 27 mil 660 especies de vertebrados terrestres y análisis detallados de 177, la aniquilación que estamos llevando a cabo los seres humanos, a causa de nuestros patrones dominantes de consumo y producción. Así, la 6ª gran extinción de biodiversidad en la historia de la Tierra aparece más severa de lo que se estimaba (ver: http://www.pnas.org/content/early/2017/07/05/1704949114.full).
Coincidencia ilustrativa —cambio climático y pérdida de biodiversidad— de la crónica de una catástrofe planetaria anunciada conducida por Homo sapiens sapiens, cuyos preliminares han empezado a hacerse visibles y evidentes.
El inmenso iceberg que se desprendió del glaciar Larsen-C es continuación del deshielo de los grandes glaciares terrestres, derivados del calentamiento global. En el caso de la Península Antártica (ver: https://sealevel.nasa.gov/news/78/breaking-the-ice-antarctic-rifts-and-future-sea-level), ya en 1995 se desprendió completamente el glaciar más norteño, el Larsen-A, liberando 1,500 kilómetros cuadrados de hielos; en 2002 colapsó casi completamente el glaciar Larsen-B, despojándose de 3,250 kilómetros cuadrados; ahora, con el glaciar Larsen-C, más grande y más sureño, su primera gran fractura, poco más de 6,000 kilómetros cuadrados de hielos derivan al mar.
En cuanto a extinción de biodiversidad, desde hace tiempo que equipos científicos de todo el mundo se ocupan de monitorear y estimar las tasas a las que están desapareciendo especies. Estudios sobre muy diversos grupos de especies (aves, mamíferos marinos, mamíferos terrestres, primates, anfibios, reptiles) demuestran, con base en mediciones de tasas de extinción que oscilan entre 10 y 100 veces mayores que las que ocurren en condiciones naturales, que nos encontramos inmersos en la 6ª gran extinción de biodiversidad en la historia de la Tierra. La extinción es un proceso que ocurre naturalmente, todo el tiempo, pero a tasas muy inferiores a las que ocurren actualmente por actividades humanas, destructivas de biodiversidad y de las capacidades funcionales de los ecosistemas.
También los cambios climáticos son un fenómeno que ocurre de manera natural. De hecho, desde hace 12 mil años nos encontramos en un periodo interglaciar (que ha posibilitado nuestra civilización global), luego del fin de las últimas glaciaciones de hace 18 mil años. Pero ahora, la perturbación del ciclo bio-geo-químico del carbono provocado por los seres humanos —por verter bióxido de carbono y otros gases de carbono en la atmósfera terrestre, más allá de las capacidades de captura de carbono de la biosfera—, está reforzando el efecto invernadero de estos gases y provocando un calentamiento muy acelerado (tasas de cambio muy superiores a las ocurridas naturalmente) de la superficie terrestre.
La población humana global se ha acrecentado, desde la revolución industrial y sobre todo a partir de la segunda postguerra, a tasas exponenciales. Quizás Malthus tenía razón. Quizás si viviéramos con patrones de consumo y producción ajustados a las capacidades de carga de los ecosistemas, sería posible soportar sosteniblemente a poco más de 7 mil 500 millones de seres humanos. Que para 2050 serán alrededor de 9 mil 700 millones (datos más recientes de las Naciones Unidas). Demasiados primates (sapiens), biológicamente no diseñados para poblaciones tan inmensas. Y si a esto agregamos que los patrones dominantes de consumo y producción son estrictamente insustentables, la cincuentenaria preocupación de Paul R Ehrlich (1968) sobre la bomba demográfica parece hacerse realidad.
Cambio climático —perturbación del ciclo biogeoquímico del carbono— y 6ª gran extinción de biodiversidad —perturbación de las capacidades funcionales y evolutivas de los ecosistemas—, son sólo dos de los procesos que, a escala planetaria, Homo sapiens sapiens está transgrediendo desde hace décadas; y nuestra inercia, que pesa 7 mil 500 millones de habitantes y toda la avaricia humana, mantiene este errado rumbo. Dr. José Sarukhán dixit: nos estamos dando balazos a los pies…
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