ODS ambientales en México

Los 7 objetivos ambientales de desarrollo sustentable en México

GLOCALFILIA  ||  La Crónica de Hoy  ||  22 de octubre 2015.

De entre los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Agenda 2030, siete corresponden directamente a asuntos de la sustentabilidad ambiental del desarrollo: el objetivo 2, alimentos; el 6, agua; el 7, energía; el 12, consumo y producción (materiales); el 13, acción climática; el 14, vida marina; y el 15, vida en la tierra (http://www.ceiba.org.mx/objetivos-desarrollo-sostenible-2030/).

El gobierno mexicano suscribió estos ODS en la asamblea general de la ONU del 25 de septiembre, incluidos en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. En medio de la situación de recortes en el sector ambiental, que implica pérdida de puestos de especialistas en instituciones ambientales claves para preservar nuestro capital natural, es urgente que las actuales autoridades ambientales expliquen cómo van a cumplir estos objetivos. Incluidos los presentados ante la COP 21 en noviembre de este año y ante la COP 13 del Convenio sobre Diversidad Biológica, a efectuarse en México en 2016.

En particular, el objetivo 15 sobre ecosistemas terrestres constituye un eje alrededor del cual construir sustentabilidad ambiental, resiliencia. El objetivo 15 asume proteger, restablecer y promover el uso sostenible de estos ecosistemas, efectuar una ordenación sostenible de los bosques, luchar contra la desertificación, detener y revertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de diversidad biológica.

El crecimiento de la población mexicana y la ocupación del territorio durante el siglo pasado ocasionó una inmensa pérdida de las poco más de 190 millones de hectáreas (mdh) con cobertura vegetal original. Para 1976 esta superficie había disminuido a poco más de 120 mdh, para 1993 a poco más de 100 y para 2002 quedó por debajo de las 100 mdh. Considerando solamente la superficie arbolada, ésta pasó de poco más de 95 mdh originales, a alrededor de 70 mdh en 1976, 65 en 1993 y poco más de 60 en 2002 (Capital Natural de México, 2005).

Durante las décadas de los años 1970 y 1980 alrededor de 1.5 millones de hectáreas de bosques se perdían año con año, principalmente ecosistemas tropicales, promovido por una Comisión Nacional de Desmontes que transformó selvas completas de Tabasco y Veracruz en pastizales ganaderos. Durante las dos décadas siguientes la pérdida descendió a alrededor de 700 mil hectáreas por año. Actualmente ronda las 400 mil hectáreas, sabiendo que alrededor de la mitad es compensación por reforestación. Por su parte, el desarrollo de infraestructuras urbanas e industriales, así como la minería, han contribuido notablemente con la degradación de suelos y el avance de la deforestación.

¿Qué hacer? Pues desde fines de la década 1960, sucesivas generaciones de mexicanos naturalistas y especialistas construyeron instituciones que permiten frenar el ritmo del deterioro ambiental y la degradación de ecosistemas. La SEMARNAP (sí, con la P de Pesca), la CONANP, la CONAFOR, el INECC, el IMTA y, ejemplar a escala internacional, la CONABIO. Instituciones que ya se encontraban muy limitadas en estructura de puestos y en presupuesto para cumplir plenamente todas sus funciones; por consiguiente, parte fundamental de su administración consistía en obtener y mantener suficiencia presupuestal.

Hoy observamos, atónitos, que sucede lo contrario. Quienes llegan a ocupar los mandos medios y superiores desconocen esta historia institucional de los últimos 40 años, tanto como la inmensa pérdida forestal que sufrió el territorio mexicano durante el siglo pasado y cuya inercia continúa. Despiden especialistas comprometidos y elevan los salarios de sus equipos recién llegados. Su responsabilidad es mantener el freno a la pérdida de ecosistemas, particularmente los forestales. ¿Cómo van a hacerlo si despiden a especialistas y personal comprometido? Por más que alguna autoridad de Semarnat se atreva a denominarlos «jipies y soñadores» (Alejandro Encinas dixit).