COP13, Cancún, biodiversidad
Biodiversidad en la encrucijada
GLOCALFILIA || La Crónica de Hoy || 26 de agosto 2016
¿Cancún otra vez? ¿Pues qué no había ya habido una COP en Cancún, 2016? Sí, pero aquélla fue de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cuando la entonces Canciller Patricia Espinosa logró pilotear ese avión y asegurar su buen aterrizaje en París, la COP21 de diciembre 2015.
Ahora se trata del máximo órgano de gobierno del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). La Conferencia de sus Partes se reunirá por décimo tercera ocasión (COP13) del viernes 2 al sábado 17 de diciembre 2016, en Cancún. En el marco de esta COP13 tendrán lugar la octava reunión sobre el Protocolo de Cartagena (MOP8) y la segunda del Protocolo de Nagoya (MOP2).
¿Qué es la biodiversidad? ¿Las maripositas y los pajaritos y los pescaditos? Pues sí pero no, la biodiversidad es mucho más que eso. Incluye a todas las especies actuales, a todas aquéllas que ya se extinguieron, así como el potencial para todas las especies que aparecerán en el futuro. La biodiversidad es evolución, diversidad de especies, de genes y de ecosistemas.
La biodiversidad es variabilidad entre los individuos de cada especie y flujo de genes a través de generaciones de individuos de todas y cada una de las especies. Como las condiciones del ambiente cambian con el tiempo, los organismos alguna vez bien adaptados a su medio dejan de estarlo y solamente los mejor adaptados continúan. Lo cual, a su vez, modifica la composición de las comunidades de especies y luego de ecosistemas completos en el curso de decenas o centenas de miles de años, propiciando procesos de especiación (aparición de nuevas especies) y de extinción (desaparición de otras).
La extinción es una ley inviolable de la evolución biológica, de la cual ninguna especie escapa, incluidos nosotros, orgulloso Homo sapiens, una entre decenas de especies del género Homo que aparecieron y desaparecieron en el curso de los últimos 2 millones de años. Homo sapiens es la única especie del género que todavía no se ha extinguido. La escala evolutiva del tiempo es de tal magnitud que no la percibimos. Es decir, no percibimos el riesgo de nuestra propia extinción.
Luego de más de 40 años de batallas de ambientalistas en el marco de las Naciones Unidas, apenas acabamos de reconocer, en diciembre 2015, todos los gobiernos de la Tierra (Acuerdo de París), que las actividades humanas de nuestra civilización global de combustibles fósiles son la causa del calentamiento global y, por consiguiente, de sus impactos adversos, que hemos empezado a sufrir y que se intensifican año tras año. Y como el calentamiento global va de la mano de las emisiones antrópicas de gases de efecto invernadero, íntimamente vinculadas a la generación y uso de energía (con base en combustibles fósiles), es fácil comprender que nos encontramos en un serio problema.
Pero la biodiversidad es más difícil de comprender. Aunque la información científica está a la vista, todavía no terminamos de crear suficiente cultura biológica-ambiental para reconocer que nosotros, Homo sapiens, formamos parte de ese flujo de genes, que provenimos de procesos de especiación y extinción, y que aparecimos sobre la faz de la Tierra gracias a condiciones ambientales muy distintas a las actuales. Pero ahora, en tan sólo poco más de 200 años, la civilización humana ha producido profundas modificaciones a las condiciones ambientales globales porque destruyó más de la mitad de la cobertura vegetal terrestre, masacra poblaciones enteras de especies de flora y fauna silvestre, degrada y destruye ecosistemas, y actualmente produce la sexta gran extinción en la historia de la Tierra.
Estamos pateando el pesebre, degradando a la biosfera en su conjunto, destruyendo las bases de sustentación de la vida que nos mantiene con vida. El gran reto de la COP13 en Cancún es entonces lograr compromisos de la talla del Acuerdo de París. Pero nada indica, todavía, que algo así pueda suceder…
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