Yuval Noah Harari (2/3), breve historia de la humanidad
De animales a dioses: el árbol del saber
GLOCALFILIA || La Crónica de Hoy || 24 de marzo 2016.
Originarios de África Oriental, en oleadas migratorias hacia el Mediterráneo, Asia y Europa, diversas especies de humanos cohabitaron con Homo sapiens arcaico durante los últimos 400 mil años: Homo erectus (la especie humana más longeva, que supervivió durante 1.9 millones de años), hasta hace 100 mil años; H. heidelbergensis hasta hace 250 mil años; H. neanderthalensis y H. denisovianus spp, hasta hace 30 mil años; y el recientemente hallado H. floresiensis, hasta hace 18 mil.
Armado de herramientas, fuego, lenguaje y cooperación, hace 150 mil años Homo sapiens ya se posicionaba en las inmediaciones de la pirámide trófica. Según Harari YN (2014, «De animales a dioses. Breve historia de la humanidad», Penguin R. H., Barcelona), lo que permitió a Homo sapiens posicionarse en la cúspide de la pirámide trófica y desplazar a todas las otras especies humanas, sucedió hace alrededor de 70 mil años: la revolución cognitiva. La primera de tres grandes revoluciones que Harari reconoce como hitos clave en la historia de la humanidad (siendo las otras dos: la agrícola, hace 12 mil años; y la científica, hace 500).
Hace 70 mil años algunos H. sapiens empezaron a comportarse de manera diferente. La hipótesis más aceptada es que algunas mutaciones modificaron conexiones internas de su cerebro, de tal modo que empezaron a pensar de manera sin precedentes y comunicarse mediante un nuevo lenguaje simbólico. En particular —continúa Harari— se amplificó la capacidad e importancia para comunicar información sobre las personas, las posiciones jerárquicas en el grupo, sus historias, leyendas, ancestros, héroes, mitos, dioses, religiones, instituciones…
Esta nueva capacidad para transmitir información e intercambiar experiencias mediante un potenciado lenguaje simbólico, no sólo respecto de lo material sino especialmente sobre lo inmaterial, amplificó las capacidades de cooperación de H. sapiens. Dicho en términos evolutivos: crear ficciones incrementó nuestro valor selectivo respecto de los demás humanos, en la medida que permitió agruparnos organizadamente en poblaciones más grandes, lo que exponenció nuestra supervivencia y capacidad reproductiva. Crear leyendas, narrarlas, compartirlas (entre cientos, miles y muchos más individuos), creerlas firmemente y entonces actuar en concierto de acuerdo con las características de cada ficción.
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A donde H. sapiens migró, transformó ecosistemas, indujo extinciones masivas de megafauna e influyó en la extinción de las demás especies de Homo. Las revoluciones agrícola y científica (Harari dixit), extendieron nuestra presencia en todos los ecosistemas y en todos los rincones habitables del planeta. Desarrollamos tal capacidad de influencia en la biosfera que transgredimos umbrales planetarios, producimos la sexta gran extinción masiva en la historia geológica del planeta e inducimos un calentamiento climático global. Y hemos empezado a controlar la genética de especies domesticadas y de nosotros mismos.
La evolución biológica en la Tierra se ha dado bajo las leyes de la selección natural. Sin diseño previo, sin proyecto. Pero Homo sapiens se inició como aprendiz de brujo en selección artificial, con diseño y con proyecto, al domesticar animales y plantas desde hace algunos miles de años. Y ahora —dice Harari— en los albores del siglo XXI, el «diseño inteligente» que pregonan los opositores a la teoría de la evolución, resulta que sí existe. Gracias a la ingeniería genética y las nanotecnologías, Homo sapiens es el «diseñador inteligente», que modifica especies más allá de lo posible con la tradicional cruza selectiva. Sabemos transferir genes directamente de animales o bacterias a plantas, o a humanos, o al revés, o en todos los sentidos.
Además, estamos interviniendo en la micro-evolución (cambio de frecuencias génicas) de las poblaciones humanas. Al curar enfermedades genéticas, por ejemplo, habilitamos ciertas mutaciones deletéreas a permanecer en la población —que de otra manera hubieran sido eliminadas por selección natural. El desarrollo de ciborgs (combinación de partes inorgánicas con partes orgánicas) y de las nanotecnologías, contribuyen también a modificar la naturaleza humana.
Harari sugiere que todo esto conducirá a la extinción de Homo sapiens y al advenimiento de una nueva especie de Homo que todavía no sabemos cómo será ni hacia dónde se dirige, si será capaz de reducir su probabilidad de extinción. Mediante nuestro interminable proceso de autodomesticación dirigido por nuestras capacidades cognitivas, nosotros mismos estamos interviniendo en el diseño de nuestra propia especie en el futuro…, ¿de manera inteligente? (Continuará).
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