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Dinámica poblacional insustentable

Dinámica demográfica e insustentabilidad ambiental

GLOCALFILIA  ||  La Crónica de Hoy  ||  13 de abril 2018
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En mayo 2018 se cumple medio siglo de la publicación de «La Bomba Demográfica», de Paul y Anne Ehrich que, en el contexto del agotamiento del modelo económico de postguerra, cuando la población global había llegado a 3 mil millones de habitantes, disparó un debate mundial sobre la capacidad de carga del planeta para la humanidad. Los Ehrich predecían que cientos de millones de pesonas morirían de hambre a partir de la década de 1970.

Poco después, en 1972 se publicó otro famoso estudio, promovido por el Club de Roma: «Los límites del crecimiento», de Donella y Dennis Meadows, que contribuyó a configurar las preocupaciones internacionales que condujeron a la primera Cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo en Estocolmo, al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y a que las políticas públicas ambientales adquirieran ciudadanía.

También por esos años, la revista Scientific American publicó un volumen especial intitulado «The Biosphere», obra de referencia en ecología funcional sobre el flujo de energía y materiales en la biosfera y sobre el rol de Homo sapiens en esta dinámica planetaria. Los conocimientos científicos en ecología funcional y evolutiva explican las inescapables condiciones y límites naturales de existencia de la humanidad.

Las previsiones catastrofistas de los Ehrlich y los Meadows resultaron exageradas, pues preveían grandes crisis en las décadas inmediatas siguientes, que no sucedieron. Sin embargo, medio siglo después, cuando la población mundial más que se duplicó —actualmente 7 mil 600 millones de habitantes—, que el flujo de materiales y de energía a través de la economía global se incrementa exponencialmente y más rápido que las tasas de crecimiento demográfico, que casi mil millones de seres humanos padecen hambre y otros mil 300 millones sufren pobreza extrema, que la desigualdad alcanza máximos históricos (opĕra Thomas Piketty), llegó el momento de replantearnos estas cosas. ¿Existen límites físicos al crecimiento económico y demográfico humano?

Para la ecología la respuesta es claramente SÍ. Además, ahora contamos con la magistral e integral respuesta del Centro de Resiliencia de Estocolmo, uno de los más destacados think tanks mundiales sobre la sustentabilidad ambiental del desarrollo. La publicación de «A safe operating space for humanity», de Rockström et al, septiembre 2009, revista Nature, sobre las dimensiones espaciales y funcionales seguras para la humanidad, establece los límites físicos que la biosfera impone a Homo sapiens (www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html).

El cambio climático antropogénico y la erosión de la capa de ozono han quedado fuera de toda duda. La contaminación por plásticos (que se acumulan en «islas» oceánicas) aparece como una ominosa catástrofe planetaria. Paulatinamente, la pérdida de biodiversidad y la destrucción de hábitats adquieren presencia pública. Se reconocen, asimismo, los límites en la disponibilidad del agua. Falta darnos por enterados de la transgresión a los ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y del fósforo (por exceso en uso de fertilizantes desde la revolución verde), la acidificación de los océanos (reducción de capacidad fotosintética marina y extinción de corales), la contaminación por químicos y nuevas entidades (nanomateriales y transgénicos) y el exceso en la carga atmosférica de aerosoles.

Estos límites físicos para el crecimiento de la humanidad tienen que ver, en primer término, con el hecho que Homo sapiens es una especie que transgredió su nicho ecológico desde que desarrolló la agricultura y, cada vez más, desde su desarrollo industrial soportado por combustibles fósiles. El ingenio humano permitió que la población de Homo sapiens creciera mucho más allá de la capacidad de carga que los ecosistemas y la biosfera permiten a los primates (esto es motivo de otro artículo). En segundo término, porque la humanidad transgrede estos límites físicos y funcionales debido a patrones insustentables de producción y consumo que acrecientan, a velocidad vertiginosa, la cantidad de materiales que fluyen a través de la economía global, el saqueo de recursos naturales, la modificación de paisajes enteros, la destrucción de hábitats y el agotamiento de nuestros bienes terrenales.

   

Durante el último siglo, el flujo de materiales (biomasa, combustibles fósiles, minerales de construcción y minerales metálicos e industriales) a través de la economía pasó de alrededor de 7 mil millones de toneladas anuales a más de 35 mil millones; y la tasa metabólica industrial hizo pasar este flujo de poco más de 4 a casi 10 toneladas per cápita por año. Es decir, si la población se duplicó durante los últimos 50 años, la extracción y flujo de materiales se quintuplicó (y cada vez desperdiciamos más como basura y desechos). Todos los escenarios del futuro previsible indican que estas tasas de crecimiento continuarán. Somos muchos y consumimos demasiado. Llegó el momento de plantearse, más allá de modificar nuestros patrones insustentables de consumo y producción, reducir drásticamente nuestro crecimiento demográfico. O la capacidad de carga de los ecosistemas y la biosfera se harán cargo de ello…

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