Las plantas también se extinguen
GLOCALFILIA || La Crónica de Hoy || 23 de julio 2019
Aquéllos preocupados y bien informados acerca del proceso de extinción masiva que han desatado las actividades humanas en el planeta, seguramente podrán mencionar algunas especies de mamíferos o aves desaparecidos durante los últimos siglos. Pero la información actual, disponible en recientes estudios —de los que hemos informado aquí en Glocalfilia—, reporta crecientes tasas de extinción en vertebrados y hábitats (https://ceiba.org.mx/ggd-transformarnos-o-apocalipsis-de-vida-en-la-tierra/), así como en insectos (https://ceiba.org.mx/ggd-sindrome-parabrisas-extincion-insectos/).
¿Y las plantas?
La reconocida revista Nature Ecology & Evolution publica, en junio 2019, otro preocupante informe sobre el actual proceso de extinción masiva. Un grupo de investigadores del afamado Kew Royal Botanical Garden, de Reino Unido, presenta un análisis global y comprehensivo sobre la extinción de plantas, confirmando que 600 especies se han extinguido recientemente, a una velocidad que supera ampliamente las tasas naturales de extinción (https://www.nature.com/articles/s41559-019-0906-2). Árboles y especies de islas, regiones tropicales y ecosistemas de matorrales, con estrechos rangos de distribución, se cuentan entre los más afectados.
Este reporte se fundamenta en estudios de muchísimos otros grupos de investigadores, reúne lo que se sabe de 330 mil especies vegetales leñosas y provee valiosa evidencia para contribuir a apoyar los esfuerzos de conservación. El caso es que las plantas que se reproducen mediante semillas han estado desapareciendo a un ritmo de 3 especies por año, desde 1900 —lo que es 500 veces superior que en condiciones naturales.
Tanto como la extinción de vertebrados y hábitats (Glocalfilia 10/05/2019), así como especialmente de insectos (Glocalfilia 03/04/2019), la extinción de plantas a semillas pone en peligro la supervivencia de otros organismos, la viabilidad de ecosistemas y el bienestar humano presente y futuro, por lo que es urgente ampliar la comprensión sobre este fenómeno a fin de diseñar las mejores estrategias posibles de conservación.
La cuestión es que los patrones dominantes de producción y consumo imponen continuar el cambio de uso de suelo en todas las latitudes, lo que significa destrucción de hábitats y extinción de poblaciones de flora y fauna silvestres.
Y mientras tanto en México, después de décadas de luchas de la sociedad civil y de las academias por construir un andamiaje institucional (Semarnat, Conanp, Conafor, Profepa, Conabio…) que posibilite potenciar los esfuerzos de conservación de nuestros ricos ecosistemas naturales, llega al Poder Ejecutivo Federal una jefatura no sólo ignorante de todo lo ambiental (ni una palabra del presidente sobre cambio climático o sobre la crisis ambiental global, ¿lo han notado?) y lo que significa para el bienestar de los mexicanos, sino que continúa el debilitamiento de estas capacidades institucionales reduciendo —todavía más de lo que hiciera el gobierno priista de Peña Nieto— el presupuesto del sector ambiental nacional. Lo cual colma con una autoritaria imposición de megaproyectos sin mediar los obligados estudios de impacto ambiental y de cambio de uso de suelo (Tren Maya, aeropuerto internacional de Santa Lucía, Tren Transístmico, Sembrando Vida).
El caso de “Sembrando vida” es muy ilustrativo, pues a él se destinan los mayores fondos de solidaridad social, a pesar de que se presenta como un proyecto ambiental de “reforestación” con árboles frutales. Sin embargo, ahora resulta que destinatarios potenciales de este programa talan árboles adultos y sanos, en diversos acahuales y zonas forestales en recuperación, a fin de satisfacer las reglas de operación (los fondos deben adjudicarse en zonas “no arboladas”). Y bueno, todo el mundo sabe que los árboles frutales (dependiendo de su especie y variedad) empiezan a fructificar productivamente a partir de los cinco a siete años de edad. Por lo demás, el programa no incorpora estrategias de introducción a mercados.
El colmo de la situación la presenciamos, atónitos, con la eliminación del fideicomiso que asegura los fondos de la Conabio. La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad es la joya del diseño institucional ambiental de México, ejemplar en el mundo entero. Pero el actual gobierno federal no parece entenderlo…
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