Plásticos: catástrofe planetaria por fallas de mercado
Y por mantener patrones insostenibles de consumo y producción
GLOCALFILIA || La Crónica de Hoy || 9 de octubre 2018
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Ampliamente utilizados para proteger y preservar alimentos, como partes en vehículos y manufacturas de todo tipo, así como en infraestructuras, debido a su gran maleabilidad y alta resistencia ante la degradación física y química, peso ligero, impermeabilidad y bajo costo, los plásticos tienen una inmensa e intensa presencia en la economía global, pero también una bajísima tasa de recuperación y reciclaje, lo que ha generado una verdadera catástrofe de estos residuos contaminantes en el planeta. La producción de plásticos implica la transformación de alrededor del 6% del petróleo producido en sus monómeros constituyentes, proceso altamente intensivo en uso de energía que emite alrededor de 1% de las emisiones globales (OCDE 2018).
Después de la 2ª guerra mundial el uso de plásticos ha crecido cada vez más rápidamente. Más de 50% de todo el plástico existente se produjo durante el periodo 2000 – 2015 y actualmente se han convertido en uno de los materiales más ampliamente utilizados con un crecimiento de 5% anual. Su uso se incrementará durante las próximas décadas: de 407 millones de toneladas (Mt) producidas en 2015, en 2050 se producirán 1,600 Mt (OCDE 2018). Pero solamente 9% de las 6,300 Mt de plásticos producidas entre 1950 y 2015 han sido recicladas y 12% incineradas, lo que implica haber vertido unas 5,000 Mt al medio ambiente (Geyer et al2017), actualmente presentes en océanos, islas remotas, polos, fondos marinos y áreas continentales. Y contando, continuamos vertiendo 9 Mt al año. Impacto antrópico catastrófico porque se requieren cientos o miles de años para su desintegración, luego de fragmentarse en micro y nano-plásticos que contaminan y destruyen la vida marina y terrestre. La magnitud de los daños es incierta, seguramente altísima, cuyo impacto total en ecosistemas marinos y terrestres emergerá en el largo plazo (tanto como la pérdida de biodiversidad y el cambio climático).
El reciclaje es una opción para frenar esta catástrofe planetaria y mitigar sus impactos adversos en la biosfera. Pero a pesar de esfuerzos recientes por parte de algunos países y programas de organismos internacionales, solamente se recicla 16% a escala global, 24% se incinera (lo que genera gases tóxicos y de efecto invernadero) y el resto termina en rellenos sanitarios, tiraderos a cielo abierto o simplemente liberados en la naturaleza. En contraste con otros materiales, que ya presentan aceptables tasas de reciclaje —como algunos metales (acero, aluminio, cobre) y papel-cartón (UNEP 2013, van Ewijk 2017) que alcanzan 50%—, solamente 4% se recicló en 2015 (Geyer et al2017) por un puñado de países que importan estos residuos (China a la cabeza con 3/5 de ese 4% en 2016, pero que redujo sustantivamente su demanda en 2017), lo que hace sumamente volátiles y vulnerables los mercados de estos residuos. El PET (polietileno-tereftalato) es el que más logra reciclarse (19% en USA, 85% en Japón), mucho menos el HDPE (polietileno de alta densidad) y prácticamente nada de PS (poliestireno o «hielo seco»), PP (polipropileno) y PVC (policloruro de vinilo).
Se trata de una de tantas fallas de mercado y falta de alineación de políticas apropiadas entre demanda y suministro que, por una parte, desincentiva inversiones de suministradores potenciales debido a los limitados beneficios económicos y, por otra, desincentiva a los compradores potenciales ante la incertidumbre del aprovisionamiento y la calidad de los residuos plásticos. La OCDE (2018) identifica cuatro grandes barreras para corregir estas fallas: (1) diferenciar, mediante instrumentos económicos (impuestos, etc.) y educativos (reúso de contenedores), la demanda de residuos plásticos respecto de la producción de plásticos vírgenes; (2) dar certidumbre a la disponibilidad y calidad de plásticos reciclados (estándares y certificados); (3) reducir costos de producción de plásticos reciclados (separación eficiente, investigación y desarrollo para mejorar diseños de producción, impuestos a la incineración); y (4) soporte al desarrollo de capacidades en países en desarrollo y emergentes para rellenos sanitarios y plantas de separación y reciclaje (actualmente dos mil millones de habitantes del planeta no tienen acceso a servicios básicos de colecta y acopio de residuos sólidos).
La mayor parte de la responsabilidad es de los productores, que colocan en mercados sus bienes o servicios en envases, contenedores y paquetes plásticos desechables, pero otra parte está en manos de los consumidores: urge que erradiquemos uso de bolsas de plástico en supermercados y envases y contenedores desechables, así como separemos los residuos sólidos en casa. Sí es posible que los ciudadanos de a pie contribuyamos a resolver esta catástrofe planetaria, pero requiere un esfuerzo que muy pocos desplegamos hoy día…
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