Ciencia ciudadana en Conabio

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Ciencia ciudadana en Conabio

José Sarukhán Kermez  ǀǀ  El Universal  ǀǀ  20 de diciembre de 2013

La expresión “ciencia ciudadana” es de reciente factura, pero la actividad en el tema viene de muchos años atrás. El término —y sus equivalentes: ciencia de masas (o crowdsourcing en inglés)— significa la obtención sistemática de datos y su análisis, el realizar pruebas acerca de tecnologías y la exploración de fenómenos de la naturaleza por parte de personas no especializadas en ciencia o tecnología. La gama de temas cubiertos por aficionados en ciencia es enorme: va desde observaciones de la naturaleza hasta temas de física cuántica y proyectos de la NASA.

Existen muchos ejemplos de participación ciudadana en áreas del conocimiento. Uno antiguo es el conteo navideño de aves en EU que organiza la Sociedad Audubon desde 1910, que convoca cada año a decenas de miles de voluntarios a contar aves el 26 de diciembre, con lo que se obtienen estimaciones —imposibles de conseguir de otra manera— sobre el tamaño de las poblaciones de aves de ese país. Otro antiguo e importante ejemplo es el ejército de astrónomos aficionados en el mundo, que registran objetos celestes inconspicuos o siguen las rutas de cometas, proveyendo información que los astrónomos profesionales no tendrían tiempo u ocasión de observar.

La ciencia ciudadana tiene por objeto no sólo avanzar y popularizar la información científica, sino crear una nueva cultura científica que sea parte de la experiencia diaria de las personas y les permita conocer y entender su entorno natural de forma sistemática y objetiva, alejada de dogmas y charlatanería. Al lograr lo anterior, se integran redes entre la sociedad, la academia y los tomadores de decisiones de políticas públicas, basadas en el conocimiento y la evidencia científica.

Conabio inició esfuerzos de ciencia ciudadana hace 10 años, con un proyecto diseñado para captar los registros de observadores de aves en México, que lleva el nombre de AverAves (www.averaves.org) adaptado del Laboratorio de Aves de la Universidad de Cornell. Hasta la fecha están inscritos 3,500 observadores de aves y se han recopilado más de 1.7 millones de observaciones georreferenciadas y verificadas por un curador experto en aves. Sería impensable lograr este volumen de datos sólo con los ornitólogos (especialistas en aves) profesionales de México.

Los avances recientes de tecnologías de la información permiten crear ahora proyectos de ciencia ciudadana impensables hace pocos años, usando telefonía móvil inteligente y/o cámaras con capacidad de geo‐referencia. Hace unas semanas, Conabio anunció (con apoyo de la Fundación Carlos Slim) un segundo proyecto de ciencia ciudadana, NaturaLista, basado en la obtención de fotografías georreferenciadas obtenidas por cualquier persona que ahora puede realizar las mismas tareas de un naturalista clásico, sin que tenga el entrenamiento especializado para preparar especímenes, sino solamente un buen ojo para encontrar los que interesen a la persona y buen pulso para obtener una buena foto, y así contribuir al conocimiento de la flora o fauna del país. Obtenida la foto, hay que bajar la App Naturalista, entrar a la página (www.naturalista.mx) y seguir las instrucciones para registrar la foto, que tendrá su localización geográfica en el mapa del país, la fecha en que se tomó y el nombre de quien la tomó; si uno no sabe la especie de que se trata, puede pedir ayuda que será ofrecida por usuarios expertos de esta red y podrá empezar una interacción con ellos y otros usuarios interesados en los mismos grupos o regiones de México.

NaturaLista incluye fotos y descripciones de las especies, mapas de distribución y permite armar listas de especies para un lugar o región. Querid@s lector@s: aprovechen estas fiestas de fin de año y adopten un entretenido y educativo hobby, integrándose a NaturaLista y colaboren activamente al mayor conocimiento de la naturaleza de México desde su smartphone o su cámara y su computadora. Les aseguro que lo gozarán. Felices fiestas.