La energía solar se calienta

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La energía solar se calienta

José Sarukhán Kermez  ǀǀ  El Universal  ǀǀ  22 de agosto 2014

A escala global, los combustibles fósiles aún proveen alrededor del 85% de las demandas de energía mundial. Sin embargo, los tiempos que durarán los diferentes tipos de combustibles fósiles, si las demandas de energía se mantienen como en la actualidad, con las disponibilidades certificadas hasta ahora, nos presentan escenarios que no podemos desdeñar: 46 años para el petróleo, 58 para el gas natural, 118 para el carbón. Sin duda, ocurren nuevos hallazgos, pero cada vez más de manera decreciente. En adición a la imposibilidad de ser renovados, el uso de los combustibles fósiles es el contribuyente central al calentamiento de la atmósfera y al cambio climático.

De ahí la importancia de actuar de manera pronta y decidida en el desarrollo de energías renovables, particularmente para la producción de electricidad. En el primer trimestre del año casi tres cuartas partes de la nueva producción de electricidad en EU se ha generado con energía solar gracias a la inauguración de la planta llamada Ivanpah en el desierto de Mojave, la mas grande del mundo, que genera 392 megawatts, y otro 20% proviene de la energía eólica; el restante 5% se produce con gas y otras fuentes. Este gran proyecto, junto con otro más de energía solar, llamado Genesis Solar —que ya genera 250 megawatts— constituyen la avanzada mundial del estado de California en la producción de energía del futuro, con nuevos proyectos en marcha, y una inversión de tres mil millones de dólares. No sobra mencionar que la industria de la energía solar en EU emplea en este momento a más de 142 mil personas y la de la energía eólica emplea a otras 80 mil. Otros países como Dinamarca y Alemania se han comprometido a generar toda su energía con fuentes renovables hacia el 2050.

Sin embargo, donde la energía solar se está verdaderamente calentando es en la cada vez más accesible tecnología de paneles solares domésticos, instalados en el techo de las casas. Las celdas fotovoltaicas — utilizadas para este fin— han disminuido su precio y aumentado su eficiencia de manera dramática: el precio de las mismas en 1977 era de casi 77 dólares por Mw/h, mientras que en el 2014 es de sólo 36 centavos de dólar, con una mayor eficiencia. El avance en el proceso de disminución del precio (una tasa de 50% de reducción del costo cada tres años) y aumento de su eficiencia es tal, que recibe el nombre de la Ley de Swanson comparable a la Ley de Moore, aplicable a los componentes electrónicos en la industria de la computación.

Muchos países han captado la trascendencia de lo que esto significa en términos no sólo de los costos de la producción de energía eléctrica, sino en especial la reducción drástica de las externalidades económicas, ambientales y sociales en comparación con la producción de energía por los métodos habituales de uso de combustibles fósiles (impactos a la salud humana, el bienestar social y el deterioro creciente del ambiente). Por ejemplo, Alemania genera cerca de la totalidad de su energía eléctrica renovable con paneles solares instalados en las casas y es quizá el más importante usuario de colectores solares para calentar el agua. Otros países empiezan a estimular la producción de energía doméstica con base en energías renovables para pequeñas comunidades (microgeneradores hidráulicos, energía eólica y solar). En su artículo en Reforma del 17/08/14, Luis Pardinas ejemplifica algunos de estos casos y los discute a la luz de la reciente reforma energética de México. No hay duda que tendremos que utilizar nuestros recursos de hidrocarburos por un tiempo más: algunas de las nuevas tecnologías renovables como las mega‐centrales solares están por lo pronto fuera del alcance de México y otras podrían no ser accesibles económicamente a buena parte de la población del país, pero otras sí, como las pequeñas hidroeléctricas locales o la energía geotérmica, una de las más baratas y eficientes.

Utilizar con estrategias inteligentes nuestros recursos petrolíferos, combinándolas con apuestas serias y decisivas —desde ahora— de desarrollo y utilización local o nacional de energías renovables —como las que ya se están dando en un número creciente de países— será ganar tiempo perdido y la forma de tener una visión de desarrollo energético de largo plazo que realmente resuelva las demandas nacionales y domésticas de energía, para un futuro realmente sustentable en nuestro país.