Manejo de riesgos ambientales
Manejo de riesgos ambientales
José Sarukhán Kermez ǀǀ El Universal ǀǀ 14 de noviembre 2014
Hace casi un par de semanas, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) publicó su más reciente reporte de síntesis sobre calentamiento global. Me refiero a él hasta ahora por la mala coincidencia de fechas entre su publicación y el día en el que mi columna aparece en EL UNIVERSAL.
No hay casi nada nuevo en ese reporte para quienes hemos tenido la tenacidad de analizar y discutir a lo largo del tiempo buena parte del material publicado por el IPCC. Es fundamentalmente un resumen de los resultados contenidos en informes previos; pero esta vez se trata de un reporte mucho más incisivo y al grano que los anteriores, y ha capturado más atención de los medios.
En buena medida, lo que hace este documento es enfatizar que el problema del cambio climático (CC) es un asunto de manejo de los riesgos que impone la velocidad a la que se está dando el CC. Como el reporte cita “… muchos aspectos del CC y sus impactos continuarán, incluso si las emisiones antrópicas de GEI´s se cancelasen inmediatamente. Los riesgos de cambios abruptos e irreversibles aumentan directamente con el grado de calentamiento de la atmósfera”. ¿Cuáles son esos cambios irreversibles? Son fenómenos tales como la fundición de las capas de hielo de la Antártida o de Groenlandia y el incremento del nivel del mar, así como los cambios en la salinidad del agua marina y su efecto en la circulación de las corrientes.
Otro énfasis en el reporte es sobre el riesgo incremental de extinción de especies que no pueden adaptarse moviéndose a nuevas áreas a la velocidad con la que ocurre el CC, especialmente en un escenario de constante destrucción de ecosistemas naturales. La extinción de especies es irreversible.
La seguridad alimentaria es otra víctima más del CC. Aunque algunas zonas del planeta se verán beneficiadas por un incremento en la temperatura del aire (fundamentalmente latitudes norteñas) muchas otras, especialmente donde la mayor parte de la población humana habita, se verán seriamente afectadas en su capacidad productiva agrícola y los pronósticos en este aspecto arrojan un balance global neto negativo en la producción de alimentos hacia la última parte del siglo XXI.
Los escépticos del calentamiento global argumentan que no es tan importante mitigar el CC como adaptarse a él. El reporte del IPCC admite que hay que tomar acciones de adaptación, pero la mejor manera de encarar el calentamiento global es por medio de la mitigación. Algunos de quienes abogan por la inacción ante el CC y por la adaptación han sido los banqueros, que tuvieron que ser rescatados por diversos gobiernos, porque es claro que no entienden los conceptos de manejo de riesgos y al parecer siguen sin aprender la lección.
¿Cuál es el origen de las resistencias a admitir que hay que tomar acciones radicales ante el CC? Ya está claro, y el reporte lo subraya, que el costo de ejercer acciones decisivas no daña a las economías de manera importante y los tan atacados mecanismos de cap‐and‐trade como estrategias globales de mitigación, han demostrado ser muy eficaces en el caso del Noreste de EU, donde se han instrumentado exitosamente. Las campañas contra la ciencia involucrada en el estudio del CC ha sido feroz y constante por parte de la industria petrolera y del carbón.
Lo que limita acciones contundentes hacia la reducción del CC son más bien razones de jaloneo político (una mezcla de ideología y anti‐intelectualismo). Es una ideología basada en la convicción de que pelear a como dé lugar y sin obstáculos —generalmente sociales o gubernamentales— por el interés personal, es perfectamente legítimo. Según Paul Krugman, cuando la opinión de los científicos es que ese interés personal irrestricto está destruyendo el mundo, se interpreta como un reto directo a esa visión liberalista del mundo. La reacción al “reto” es un negacionismo ciego respecto al CC. Adicionalmente, el hecho de que las preocupaciones sobre el CC resulten del consenso de los científicos y no como producto de una opinión o ideología personal, choca directamente contra el anti‐intelectualismo de la derecha estadounidense, y de otras partes del mundo. La derecha —generalmente— nunca ha sido “fan” de los científicos. Por ello, el obstáculo real es más bien una combinación de una ideología económica y una hostilidad a la ciencia y los científicos.