Etapa incumplida
Etapa incumplida
Julia Carabias Lillo || Reforma || 08 de diciembre 2012
Al momento de la entrega de esta colaboración no había concluido la 18 Conferencia de las Partes (COP18) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). A pesar de que el cambio global es el principal desafío económico, social y ambiental del siglo XXI, quedó demostrada la enorme dificultad de establecer acuerdos entre más de 190 países con distintos, e incluso opuestos, intereses. El Protocolo de Kioto (PK) puede considerarse, posiblemente, el instrumento multilateral más complejo del sistema de Naciones Unidas y el más difícil para construir acuerdos. Esto se debe, fundamentalmente, a que el cumplimiento de los compromisos impacta directamente a las economías de los países y los obliga a encauzar el desarrollo bajo esquemas diferentes de producción y consumo.
Salvo algunas excepciones, muy pocos países mostraron voluntad para asumir seriamente el compromiso de estabilizar las concentraciones de gases con efecto invernadero (GEI) en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático, como se estableció, en 1997, en el Protocolo de Kyoto. El primer periodo de compromisos para los países del Anexo 1 termina el 31 de diciembre de 2012, y no se cumplió. Todo parece indicar que este retraso impedirá lograr la meta adoptada en los Acuerdos de Cancún de mantener el incremento en la temperatura media global por debajo de los 2 grados centígrados.
El escenario se ha complicado enormemente en los últimos años al quedar demostrado que, sin renunciar al principio de las "responsabilidades comunes pero diferenciadas y respectivas capacidades", es necesario reconocer tres realidades ineludibles:
1) las responsabilidades no pueden recaer sólo en los países industrializados, ya que muchos países en desarrollo con economías emergentes se ubican entre los principales generadores de GEI (China ocupa ya el primer lugar); 2) los países desarrollados no pueden ignorar sus responsabilidades históricas ni sus altas emisiones per cápita, y 3) una buena parte de las emisiones de los países en desarrollo son para producir bienes y servicios que se consumirán en los países desarrollados. Por ello, emisiones totales, emisiones históricas y per cápita, emisiones ligadas a la producción y al consumo son parte de la compleja ecuación que debe considerarse en la búsqueda de un acuerdo global que detenga las peligrosas tendencias actuales.
En la COP17 se acordó un segundo periodo de compromisos dentro del Protocolo de Kioto que iniciará el 1o. de enero de 2013 (aunque dependerá del desenlace de la COP18), el cual, aun cuando desgastado (por incumplimiento y porque no están todos los países), debe permanecer para evitar un vacío jurídico antes de la adopción, en 2015, del otro Protocolo (en proceso de negociación) con fuerza legal aplicable a todos los países, desarrollados y no desarrollados, que deberá entrar en vigor en 2020. Por el momento, muchos países han expresado promesas voluntarias de mitigación para 2020, pero aún son completamente insuficientes para resolver el desafío; esa es la principal tarea durante los siguientes años de estas complejas negociaciones multilaterales.
En este contexto, cargado de tensiones y reclamos, se desenvuelven las negociaciones de la COP18. Esperamos impere la sensatez y los países adopten la enmienda al Protocolo que formalice el segundo periodo de compromisos.
México ha cumplido con sus compromisos en la agenda global y en la nacional, y ha sido coherente y constante a lo largo de cuatro sexenios. En una excelente publicación elaborada por la Subsecretaría de Planeación y Política Ambiental de la Semarnat, Cambio Climático: una reflexión desde México, se sintetiza, de manera rigurosa pero sencilla y comprensible, la información más actualizada sobre el tema, en el ámbito global y nacional. Se reseñan los avances logrados en México que en síntesis consisten en la puesta en práctica de la Estrategia Nacional, del Programa Especial de Cambio Climático, de esquemas voluntarios de participación y reporte de emisiones, de programas piloto de REDD+, así como de la presentación de la Quinta Comunicación Nacional ante la CMNUCC y una actualización del Inventario de Emisiones de Gases Efecto Invernadero. El libro, además, incluye sugerencias de utilidad para la administración entrante, en la tarea de identificar opciones para un desarrollo bajo en carbono.
Retomo las palabras de Fernando Tudela, quien hasta el día de ayer fungió como subsecretario: "En la atención al cambio climático, ha llegado el momento de poner en práctica el aforismo gramsciano y actuar ‘con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad’. El cambio climático representa un riesgo formidable. Las acciones humanas, causantes del problema, pueden también determinar su solución. Para que ello ocurra, las transformaciones pendientes en los sistemas de producción y consumo son factibles y costeables, aunque acaben siendo equivalentes a una nueva Revolución Industrial. No es tiempo de lamentarse, sino de poner manos a la obra".
Fuente: Hemeroteca