No omitir al capital natural

Julia

 

No omitir al capital natural

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  02 de marzo 2013

Durante los tres primeros meses de la actual administración, el gobierno federal ha hecho diversos anuncios importantes que van perfilando la política del sexenio y que seguramente quedarán incorporados en el Plan Nacional de Desarrollo y en los programas sectoriales. La materia ambiental ha sido abordada principalmente con relación al cambio climático, a los recursos forestales y a los fenómenos hidrometeorológicos extremos. No obstante, falta un planteamiento categórico, integral y estratégico sobre la política del cuidado y uso del capital natural de México.

Por capital natural se entiende el conjunto de ecosistemas y los organismos vivos que éstos contienen, lo cuales, por medio de las interacciones entre ellos y con los otros elementos de los ecosistemas (suelo, agua, clima) generan bienes y servicios ambientales indispensables para la sobrevivencia humana y su bienestar, además del mantenimiento de la vida tal y como la conocemos, es decir de la biodiversidad.

A pesar de que el capital natural hace posible la vida y es la base para la producción económica, México no ha aprovechado su potencial para el desarrollo económico y social. La sociedad moderna, en general, no comprende las complejas interrelaciones que existen entre las especies ni el impacto en el ecosistema cuando se extrae parte de sus elementos. Debido a que no se da valor a los bienes y servicios ambientales que provee el capital natural, cualquier actividad productiva deviene más rentable que la conservación de la biodiversidad. El resultado ha sido, a pesar de los múltiples esfuerzos realizados en las últimas décadas, el deterioro y la destrucción de los ecosistemas y el empobrecimiento de sus dueños.

La actual administración ha puesto particular énfasis en la necesidad del crecimiento económico para el desarrollo nacional. Sin restar importancia a este planteamiento, es preocupante que no se haga, a la par, el mismo énfasis en la urgencia de preservar el capital natural. El crecimiento económico no puede ser ilimitado y menos ocurrir a costa de los recursos naturales. Deben incorporarse, como un todo, los criterios de conservación del capital natural en las decisiones económicas. La planeación de la explotación minera, de la infraestructura energética e hidráulica, de la producción de alimentos, del desarrollo turístico e infraestructura de servicios, entre otras actividades, no puede omitir el impacto sobre el capital natural; por el contrario, debe priorizarse su preservación. La evaluación de impacto ambiental (instrumento contemplado en la legislación ambiental) no está siendo ni eficaz, ni eficiente.

Más aún, el cuidado de la biodiversidad no puede ser visto como una limitante para el desarrollo económico, sino por el contrario, es la base de nuevas opciones productivas que van a generar ingresos y empleos para sus dueños y para las regiones en donde se ubica.

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) elaboró recientemente un documento titulado "Capital natural de México: Acciones estratégicas para su valoración, preservación y recuperación", con la intención de constituir un instrumento de apoyo para las políticas públicas del país vinculadas a la biodiversidad. Dicho documento propositivo surge de la evaluación científica "Capital natural de México" publicada en tres tomos por Conabio (2008, 2009), obra que constituye la fuente más completa de información sobre el estado y conocimiento de la biodiversidad nacional, en la que participaron más de 650 especialistas.

En el documento de acciones estratégicas Conabio propone 23 líneas de acción, cada una con un análisis de las necesidades críticas y los resultados por alcanzar, referentes a seis grandes retos: 1) Fortalecer y aumentar la capacidad existente en México para obtener mayor y mejor conocimiento relativo a la conservación y uso sustentable de la biodiversidad; 2) Consolidar las diversas modalidades de conservación del capital natural; 3) Identificar, adoptar y fortalecer opciones de uso y manejo sustentable de la biodiversidad aplicando criterios ambientales basados en las características de los distintos ecosistemas y en las necesidades locales y regionales; 4) Revertir las presiones que afectan a los ecosistemas y a los servicios ambientales por medio de mejores y nuevas políticas públicas transversales; 5) Crear una nueva cultura ambiental que valore el capital natural, y 6) Contar con un marco nacional jurídico y normativo armonizado en todos los ámbitos de gobierno y que soporte a las instituciones, para que tengan la capacidad real de ejecutar sus funciones de manera coordinada, con la efectiva participación de la ciudadanía.

La puesta en práctica de este documento estratégico implica la articulación de las políticas económicas, sociales y ambientales y puede convertir a la gestión de la biodiversidad en una verdadera política de Estado. Sólo así se podrá superar la pobreza, lograr el bienestar, fortalecer la economía y no hipotecar el futuro de los mexicanos.

Fuente: Hemeroteca