Othón Salazar
Othón Salazar
Julia Carabias Lillo || Reforma || 13 de noviembre 2008
Fue en el año de 1982 que conocí a Othón Salazar. Unos meses antes, el Partido Comunista Mexicano había ganado la presidencia municipal de Alcozauca en la Montaña de Guerrero, uno de los municipios más pobres del país. Sabía de la trayectoria del maestro Othón como luchador social y fundador del Movimiento Revolucionario del Magisterio en la década de los cincuenta, lo cual lo llevó a la cárcel de Lecumberri, y después como diputado federal por el PCM, pero era una figura que no estaba a mi alcance, aunque compartíamos la militancia en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM).
Me sorprendí cuando me buscó y pronto me encontré con él. Acababa de pasar la elección presidencial de 1982, en la que participó el PSUM. Para contribuir a esa campaña un grupo de biólogos, militantes de ese partido, organizamos un Foro de Ecología y Recursos Naturales. Las ideas allí debatidas se plasmaron poco después en un libro, Ecología y Recursos Naturales: Hacia una política ecológica del PSUM, en el que esbozábamos los primeros planteamientos de una política ambiental para el país. El libro fue, primero, presentado por Eraclio Zepeda y Miguel Ángel Granados Chapa y, posteriormente, en muchos otros foros que permitieron que esas ideas empezaran a expandirse.
Cuando encontré a Othón, junto con Rolando Cordera, quien entonces era el coordinador del grupo parlamentario del PSUM, con mucha vehemencia me dijo que esperaba que nuestras ideas las concretáramos en el primer experimento socialista mexicano, en Alcozauca, y que ayudáramos así a elevar la producción de alimentos y combatir la miseria y el hambre. Fue mucho mi asombro y no recuerdo qué le contesté, pero tenía clara conciencia del reto que se nos presentaba. Si bien no podía decir que no a "los jefes" Othón y Rolando, tampoco tenía la menor idea de cómo enfrentar su solicitud. Quienes escribimos aquel libro trabajábamos en la investigación ecológica básica, y ni por asomo nos habíamos vinculado con las comunidades campesinas.
Al comentarlo con algunos compañeros, particularmente Carlos Toledo, decidimos hacer una primera visita y pedimos al maestro Othón que nos llevara. Fue durante las vacaciones de verano de 1982 cuando empezó mi caminar por la Montaña de Guerrero, que no paró hasta asumir una nueva responsabilidad en 1994 al frente del Instituto Nacional de Ecología y posteriormente en la Secretaría de Medio Ambiente Recursos Naturales y Pesca (Semarnap).
Durante aquella primera visita tuvimos reuniones con muchas comunidades de Alcozauca. Asambleas siempre llenas que convocaba Othón y en las que la gente, con fervor, escuchaba al maestro. Nos presentaba y nosotros explicábamos lo que era posible realizar con ellos en cuanto al uso de los recursos naturales para lograr mejorar sus condiciones de vida. Fueron nuestras primeras intervenciones en asambleas campesinas. Algunas se desarrollaban en mixteco y otras en tlapaneco. Por supuesto no entendíamos nada, pero después de una o dos horas de discusión entre ellos, la respuesta era llana y franca: "le entramos, pero el que se raje lo capamos".
La fuerza del maestro Othón, su extraordinario carisma y pasión por la Montaña de Guerrero, aunados a la más profunda miseria que habíamos conocido, nos involucró y comprometió a iniciar, desde la UNAM, un proyecto de investigación aplicada. Éste fue el parteaguas en la vida profesional de muchos de nosotros. Dejamos la ciencia básica y aceptamos el reto de la investigación aplicada. Fue la oportunidad de conjuntar nuestra convicción social con nuestra profesión. Ya no serían nuestros pares quienes evaluarían nuestro desempeño sino, quizá, las comunidades más pobres del país.
Con el tiempo, el proyecto fue creciendo, madurando y extendiéndose a otras regiones. Sumó a muchos nuevos colegas de diversas disciplinas, entre ellos a Enrique Provencio. Formó decenas de profesionistas y se consolidó así una línea de trabajo en las ciencias ambientales que posteriormente derivó en muchos de los planteamientos actuales de la política ambiental nacional. No hubiéramos logrado desempeñar esta labor sin el financiamiento que obtuvo Isaac Chertorivsky, desde la empresa que dirigía, al que después se sumaron los recursos del gobierno del estado de Guerrero.
Fue así como el maestro Othón Salazar, sin saberlo, se convirtió en el detonador de una nueva etapa de los temas ambientales nacionales, la cual derivó en muchas políticas que se concretaron desde la Semarnap.
De Othón resaltan numerosas cualidades que hoy son recursos humanos en extinción: su educación; su pasión por la lucha social; su tenacidad; su gentileza; su entrega; su humildad; su desapego por lo material. Ha sido un hombre incorruptible y de principios, incansable guerrero de la Montaña, que ni la enfermedad ni la falta de recursos económicos lo pudieron frenar.
Poco se ha reconocido su labor en la construcción de un México democrático, tarea a la que ha entregado su vida. Hoy, a sus 84 años, ha tenido que hacer un alto contra su voluntad. Se encuentra muy delicado de salud, y por ello, con mucha admiración, cariño y gratitud le deseo, desde estas líneas, que saque la fuerza necesaria para seguir luchando, pero ahora por su propia vida.