Pagar por conservar

Julia

 

Pagar por conservar

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  17 de agosto 2013

"¡Que sí van a pagar por la biodiversidad!", fue la voz de júbilo que corrió entre centenas de ejidatarios del municipio de Marqués de Comillas, Chiapas, cuando, después de meses de incertidumbre y de gran preocupación, la Comisión Nacional Forestal publicó la convocatoria del Programa Especial para la conservación, restauración y aprovechamiento sustentable de la Selva Lacandona, que incluye un componente de Pago por Servicios Ambientales. Con éste, los campesinos propietarios de parcelas que mantienen selva reciben un pago por conservarla.

El municipio de Marqués de Comillas colinda con Guatemala y con la Reserva de la Biosfera Montes Azules. Sus ejidos se fueron fundando a partir de los años setenta, producto de la política de ocupación de la frontera sur. Los primeros pobladores, oriundos de Oaxaca, Guerrero, Veracruz y otras zonas de Chiapas, fueron transportados mediante avionetas que aterrizaban en los playones del río Lacantún; allí, dejados a su suerte, abrieron pistas de aterrizaje para trasladar a sus familias. Nunca habían vivido en la selva, su única forma de sobrevivir era tumbándola, quemándola y sembrando. A los pocos años, cuando los suelos de estos ecosistemas desprovistos de vegetación agotaron sus nutrientes, los maizales se fueron convirtiendo en potreros de una ganadería muy poco productiva y la selva se siguió tumbando para nuevos maizales.

Así, la selva se fue perdiendo de manera acelerada y la población sumiendo en el aislamiento y en la pobreza. Marqués de Comillas no es de los municipios más pobres de Chiapas pero, según Coneval, 48.4 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza extrema y 43.9 en pobreza moderada. No hay comunicación telefónica (sólo por medio de líneas guatemaltecas), no llega la señal de radio ni de televisión (únicamente con antenas de pago privadas). La comunicación por carretera llegó en 2000, los servicios de salud son muy precarios y los de educación muy recientes y deficientes.

La biodiversidad de las selvas de este municipio es diferente de otras del país. Contienen aún una buena parte de las selvas inundables, las que en el pasado dominaban en Tabasco, y que ahora sólo se refugian aquí. Por ello, su conservación es prioritaria. Sin embargo, los instrumentos tradicionales de la política de conservación (áreas naturales protegidas) no son eficaces para esta zona, debido a que está completamente poblada y toda la tierra repartida. De allí la importancia del nuevo instrumento de pago por servicios ambientales.

Cuando inició este programa en 2007, con Natura y Ecosistemas Mexicanos, organización no gubernamental que trabaja en esta región, promovimos el instrumento entre los ejidos. Era la primera vez que se ofrecían estímulos económicos para conservar la selva; siempre, desde la fundación de los ejidos, los únicos apoyos productivos que éstos recibían implicaban tumbar la selva. Fue difícil que lo aceptaran. Si la selva nunca había tenido valor, ¿cuál era el gato encerrado ahora? Las primeras reacciones fueron que el gobierno les quería quitar la tierra. Algunos pocos, los que nos tenían confianza, se animaron a entrar al programa. Al año, recibieron su primer pago por cuidar su selva; los campesinos cumplieron, los técnicos asesores cumplimos y el gobierno cumplió. Esa fue la clave para que al año siguiente nuevas familias se incorporaran al programa, al otro más y más y más. Hoy, la mayoría de los dueños de la selva remanente del municipio participan en este programa.

El beneficio del pago por servicios ambientales se otorga a los grupos o ejidos solicitantes con un contrato por cinco años. El año pasado terminó el periodo de los primeros ejidatarios que se involucraron y ahora se encuentran en el proceso de renovación. Los recursos económicos son limitados y, además, la competencia por ellos es muy fuerte, porque todos los ejidos están interesados.

Este instrumento ha demostrado ser una herramienta muy eficaz para detener la deforestación y mejorar los ingresos de la población. En los ejidos de Marqués de Comillas que han participado en el programa la deforestación se abatió notablemente, la selva se mantiene en buen estado de conservación y, en promedio, las familias beneficiadas han duplicado sus ingresos. Por primera vez se dio valor económico a la selva y con ello, aunque los montos de los pagos son bajos, se promovió también un cambio de actitud hacia la conservación.

Pero no es una solución de largo plazo; a fin de cuentas es un subsidio, que tarde o temprano se acabará. Por ello, aprovechando la tregua que ofrecen estos incentivos económicos para evitar la deforestación, es indispensable promover, de manera paralela y sin demora, proyectos productivos que generen empleos e ingresos a partir del uso de la selva sin transformarla, incluso recuperando lo perdido. Todo esto requiere de estrecha coordinación institucional para alinear programas y recursos económicos y, sobre todo, evitar contraponer los objetivos productivos con los de la conservación.

Fuente: Hemeroteca