Regresan las quemas

Julia

 

Regresan las quemas

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  20 de marzo 2010

Como todos los años, al principio de la temporada de secas inician las quemas de parcelas agrícolas y potreros ganaderos en la mayor parte del país, lo que incrementa el riesgo de los incendios forestales y se emiten millones de toneladas adicionales de bióxido de carbono a la atmósfera que contribuyen al cambio climático. Debido a la importancia del tema y, más aún, por tratarse de un año en el cual la Conagua prevé un posible retraso de las lluvias es necesario volver a insistir en los riesgos y consecuencias de estas quemas.

Las quemas en parcelas agrícolas tienen como finalidad preparar la tierra para cultivarla cuando inician las lluvias; el fuego elimina los rastrojos residuales de la cosecha anterior y de las llamadas malezas. En el caso de los potreros, la quema del pasto seco permitirá inducir su reverdecimiento en cuanto ocurran las primeras precipitaciones pluviales. Asimismo, los terrenos de selvas y bosques que fueron talados en los meses previos para establecer cultivos agrícolas o potreros también serán quemados para eliminar la biomasa. Mención especial requiere el uso del fuego en los cañaverales; para facilitar la corta, centenas de miles de hectáreas de cultivo de caña serán quemadas durante los siguientes meses.

Se trata, en conjunto, de millones de hectáreas del territorio nacional, en prácticamente todos los estados de la República, que durante los siguientes meses sufrirán los avatares del fuego. En todos estos casos el fuego se usa como una técnica agropecuaria rápida y económica, pero altamente riesgosa y contaminante.

Los impactos ambientales de estas quemas agropecuarias son de muy diversa índole y vale la pena resaltar dos de ellos. Uno tiene que ver con que estas quemas son la principal causa de los incendios forestales del país; la casi nula aplicación de la normatividad existente sobre el uso del fuego agropecuario provoca el descontrol de la quema y, frecuentemente, el fuego escapa hacia las áreas forestales afectando su biodiversidad. El otro impacto consiste en que la quema de biomasa genera 10 por ciento de las emisiones mexicanas de bióxido de carbono a la atmósfera.

El uso del fuego puede eliminarse completamente en las prácticas agropecuarias gracias a la existencia de tecnologías alternativas sustentables, sin embargo, su implementación como parte de las políticas públicas es muy limitada. Controlar y tender a eliminar el uso del fuego agropecuario son tareas impostergables de Sagarpa. En el Programa Especial de Cambio Climático (PECC) hay un conjunto de metas establecidas para el periodo 2008-2012, comprometidas por Sagarpa, que apuntan en esa dirección, pero que están avanzando con lentitud. Por ejemplo, entre ellas, destaca el fomento a la cosecha en verde de caña de azúcar en 188 mil hectáreas que aun cuando es una meta modesta, puesto que sólo representa entre 20 y 25 por ciento de la superficie cultivada con caña, es significativa ya que trazará una ruta que podrá incrementarse paulatinamente. Lo verdaderamente importante es que esta meta empiece a implementarse sin más rezago; de lo contrario será imposible alcanzarla en el periodo señalado.

Otras metas comprometidas son: fomentar prácticas agrícolas sustentables como la labranza de conservación de suelos en 250 mil hectáreas de tierras agrícolas y otras prácticas sustentables en 199 mil hectáreas adicionales; recuperar o mejorar la cobertura vegetal de los potreros mediante la siembra de árboles forrajeros y de sombra; y aplicar un pastoreo planificado en 5 millones de hectáreas. Estas acciones, si se llevan a la práctica, permitirán que en un poco más de 5.6 millones de hectáreas se deje de utilizar el fuego. Se trata de un bajo porcentaje comparado con el total de superficie que se quema año con año en el país; sin embargo, si se cumplieran los compromisos del año 2010, estarían sentadas las bases para ir incrementando la meta en los siguientes años.

El reto es, en un futuro cercano, eliminar definitivamente el uso del fuego en las actividades agropecuarias mediante alternativas tecnológicas sustentables, lo cual brindará un enorme beneficio a la conservación de las masas forestales y su biodiversidad así como a la mitigación del cambio climático.

Mientras se siga usando el fuego agropecuario es indispensable extremar medidas para evitar que las quemas se conviertan en incendios forestales. La Conabio cuenta con un sistema, muy eficiente, de detección de puntos de calor que es utilizado por la Conafor para combatir con celeridad los incendios. Pero la prevención de incendios y su combate no sólo compete al gobierno federal. Los gobiernos de los estados deben involucrarse plenamente en prevenir las quemas desordenadas, fomentar intensivamente la aplicación de la norma de uso del fuego, coadyuvar al combate de los incendios y al cumplimiento de la ley, promover las tecnologías alternativas e incluso prohibir, al menos de manera temporal, el uso del fuego en aquellas regiones en donde pudieran presentarse situaciones extremas.

Fuente: Hemeroteca