Rumbo a Río

Julia

 

Rumbo a Río

Julia Carabias Lillo  ||  Reforma  ||  9 de julio 2011

El próximo año, en el mes de junio, se conmemorará el vigésimo aniversario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, cuyo principal mérito fue haber logrado insertar al más alto nivel de la toma de decisiones mundial, con cerca de 180 jefes de Estado, el nuevo paradigma del desarrollo sustentable. Esa Conferencia constituyó el momento de mayor atención que ha recibido este tema en el ámbito global. Ahora, Naciones Unidas convoca a los países a reunirse en 2012 en el mismo lugar, para reexaminar el concepto del desarrollo sustentable y adoptar medidas definitivas para su implementación. La Cumbre de 2012 se conoce hoy como Río+20.

Los avances en la sustentabilidad ambiental en los últimos 20 años son incuestionables. Sin embargo, los compromisos no se han cumplido cabalmente. Los acuerdos multilaterales no pudieron prevenir la peligrosa interferencia antropogénica en los sistemas climáticos y no se estabilizaron las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera; la Convención sobre Diversidad Biológica no pudo detener las tendencias de pérdida de la biodiversidad y los servicios ambientales. Con respecto a la sustentabilidad socioambiental tampoco se lograron los objetivos; las desigualdades se han profundizado en las últimas dos décadas y la pobreza no disminuyó como se esperaba.

La lentitud de la respuesta de las sociedades no corresponde a la acelerada velocidad a la que ocurren los cambios sobre la naturaleza por causa de la interferencia humana, lo cual impacta la calidad de vida de la población mundial y el propio desarrollo.

Está ampliamente documentado que el planeta Tierra no tiene la capacidad biofísica de soportar la demanda creciente de energía, agua, alimentos y materias primas con los patrones de consumo y de producción actuales. La obra Millennium Ecosystem Assessment (Evaluación del Milenio de los Ecosistemas) documenta que 15 de los 24 servicios ambientales más importantes que mantienen la economía han sido empujados (forzados) más allá de sus límites de sustentabilidad; seguir produciendo y consumiendo de la misma manera es simplemente inviable y tarde o temprano se frenará el crecimiento económico.

La globalización, la comunicación y la tecnología son, sin duda, las grandes revoluciones de nuestra era y abrieron inimaginables oportunidades para el desarrollo; sin embargo, también han propiciado el sobreconsumo, incrementando las presiones sobre los recursos naturales.

Si no se modifican las tendencias, inexorablemente el problema va a empeorar. Para el año 2050 la población se incrementará alrededor de 3 mil millones de habitantes que demandarán alimentos, agua, materias primas y energía. A este número se deben sumar los cerca de mil 400 millones de personas que actualmente viven en condiciones de pobreza extrema, se encuentran desnutridos y no tienen acceso al agua limpia. Dicho de otra forma: los patrones de consumo y producción actuales que han provocado una alteración sin precedentes al funcionamiento de la naturaleza, incluso, en ocasiones, de manera irreversible, no han podido resolver las necesidades básicas de una quinta parte de la población mundial. Para atender la demanda adicional de otros 4.4 mil millones (los que no han nacido y los que viven en pobreza extrema) se requerirá duplicar la producción de alimentos y triplicar el acceso al agua, lo cual, bajo los esquemas actuales resulta biofísicamente inviable.

Río+20 debe enfrentar estos retos y acordar las medidas que garanticen que: -La demanda de alimentos se modifique hacia una dieta basada en menos proteína animal y más vegetales, y que la producción sea más diversificada y con tecnologías sustentables acordes a cada región.

-La extracción de agua respete los volúmenes necesarios para el funcionamiento de los cuerpos naturales de agua y los excedentes se destinen al consumo humano en primera instancia, eliminando tanto la ineficiencia del uso del agua en la agricultura como la disminución de su calidad.

-Se reduzca el consumo de energía y que las fuentes energéticas sean más seguras, limpias, diversificadas y productoras de menos gases de efecto invernadero.

-El crecimiento económico sea menos demandante de carbono y de materias primas.

-El uso de la tecnología y la comunicación, la adecuación de los sistemas de gobierno -locales, nacionales y globales- y una cultura que modifique conductas propicien la sustentabilidad del desarrollo.

El proceso rumbo a Río está marchando, pero lentamente. Cada día que pasa se acorta el tiempo de reflexión y se corre el riesgo de que al final éste resulte insuficiente para la construcción de consensos. El éxito de Río+20 radicará en sentar las bases definitivas para que en 2050 la pobreza y la desigualdad social se hayan reducido significativamente y el entorno natural mantenga la biodiversidad y sus ecosistemas funcionando de manera armónica. Río+20 constituye una oportunidad para definir un cambio de rumbo en el desarrollo, obligación ineludible de nuestra generación.

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