Turismo sí, pero sustentable
Turismo sí, pero sustentable
Julia Carabias Lillo || Reforma || 27 de octubre 2012
El turismo se ha convertido en una actividad productiva sustantiva de muchos países. Cerca de mil millones de turistas anuales en el mundo generan una economía de casi un billón de dólares. México es uno de los 10 principales destinos turísticos mundiales y la actividad ha tenido una tendencia de crecimiento constante en los últimos años; su potencial es aún enorme pero en algunos segmentos es incipiente.
Según las estadísticas de la Secretaría de Turismo, en el año 2010 esta actividad participó con 7.8% del PIB y generó casi 2 millones y medio de puestos de trabajo equivalente remunerados (6.9% del total nacional). Anualmente arriban a México 23.4 millones de turistas internacionales, principalmente procedentes de Estados Unidos, Canadá y Europa, que derraman cerca de 10 mil millones de dólares.
Es sorprendente que, a su vez, viajan de México al extranjero 14.8 millones de turistas anuales, quienes gastan 5 mil millones de dólares. Esto refleja el gran potencial de crecimiento que tiene México, con su propia población, si los destinos turísticos y los servicios del país alcanzaran las expectativas de los turistas.
El programa de gobierno 2012-2018 que registró ante el IFE la Coalición PRI-PVEM plantea la necesidad de que el turismo contribuya al crecimiento de la economía, a la generación de oportunidades de progreso y a la construcción de espacios de seguridad, a la participación de todas las regiones con potencial turístico, a alinear en un objetivo común a cada nivel de gobierno y a sus instituciones y a consolidar la identidad histórica. Asimismo, propone elaborar un plan maestro de infraestructura turística. Preocupa que este planteamiento esté desligado de una visión decidida con respecto al medio ambiente. Si bien se menciona que el fomento turístico será con apego a la normatividad ambiental, esto no resulta suficiente.
México no puede continuar con el mismo modelo de desarrollo turístico masivo de "sol y playa"; ya es obsoleto. Los impactos ambientales han sido muy severos sobre los ecosistemas costeros y marinos, particularmente sobre los manglares y arrecifes de coral, y la disposición de residuos sólidos y el tratamiento de aguas residuales generalmente violan las normas ambientales. Además, la falta de diseños arquitectónicos adecuados provoca consumos excesivos de energía para iluminar, ventilar y enfriar los espacios cerrados, así como para calentar las albercas. Socialmente estos desarrollos turísticos también son un problema, generan una fuerte desigualdad social y crean cinturones de pobreza a su alrededor.
Las nuevas políticas de fomento turístico deben ser sustentables, es decir, económicamente viables, socialmente justas y compatibles con el medio ambiente. La dimensión ambiental no puede reducirse a limitar el quehacer de las actividades para que éstas sean sustentables; debe entenderse que la visión ambiental ofrece una gran oportunidad para hacer las cosas de diferente manera y utilizar todo el potencial del país.
México, país megadiverso tanto por su riqueza de especies como de ecosistemas y paisajes, representa una ventaja competitiva con respecto a la mayoría de los países del mundo; sólo nos comparamos con China, Indonesia y Colombia.
La reciente publicación, en el Diario Oficial de la Federación, del Ordenamiento General Ecológico del Territorio (OGET) constituye una oportunidad para que la siguiente administración elabore un Programa de Turismo Sustentable acorde con el potencial y con las necesidades del país. En 37% de las Unidades Ambientales Biofísicas, en las que el OGET regionalizó el territorio nacional, se reconoce la aptitud turística. Además, el OGET define los lineamientos y estrategias ecológicas y las acciones que se derivan de éstas, para que las actividades productivas, en este caso turísticas, sean sustentables.
Por otro lado, será necesario implementar la evaluación ambiental estratégica regional que va más allá del instrumento de la manifestación de impacto ambiental; esta última, al ser una evaluación puntual de un proyecto o de parte de un proyecto, no valora la suma acumulada de los impactos.
Concretamente, el ecoturismo y el turismo cultural constituyen una opción para lograr la conciliación entre la conservación de los ecosistemas naturales y la atención de las necesidades económicas y sociales de la población que los habita. El impulso a empresas pequeñas y medianas y el acceso a recursos financieros para las comunidades pobres, indígenas y locales es una acción urgente.
En síntesis, es necesario construir una estrategia nacional para el desarrollo de un turismo sustentable responsable, la cual, además de estar estrictamente apegada a la normatividad ambiental, amplíe los horizontes para nuevos mercados a partir del potencial natural y cultural del país. De esta forma crecerá la economía, se conservarán los ecosistemas naturales y las poblaciones dueñas de estos espacios contarán con oportunidades para su desarrollo y bienestar.
Fuente: Hemeroteca