Universidad Nacional
Universidad Nacional
Julia Carabias Lillo || Reforma || 02 de octubre 2010
Pocos días después de la celebración del centenario de la Independencia, y unas semanas antes del estallido de la Revolución, se fundó la Universidad Nacional con la incorporación de las escuelas de Medicina, Jurisprudencia, Ingeniería, Bellas Artes, Altos Estudios y la Nacional Preparatoria. Diecinueve años más tarde se le otorgó la autonomía.
Durante 100 años la UNAM ha ido creciendo y fortaleciéndose, y hoy está constituida por 18 facultades, cuatro escuelas, nueve planteles de preparatoria y cinco de CCH, 29 institutos y 17 centros de investigación científica y humanística, nueve direcciones de difusión cultural, entre otras dependencias académicas, en las que confluyen más de 350 mil universitarios. En estos espacios académicos se han formado varios millones de profesionistas y miles de humanistas, científicos y artistas.
Su función de asimilar, generar y difundir conocimiento universal y su carácter de institución nacional le han permitido influir en el desarrollo de México y en su historia durante el siglo XX.
La UNAM puede hacer una gran aportación al entendimiento de los problemas estructurales nacionales y a sus soluciones, gracias a su carácter plural, laico, de libertad, multicultural, diverso, por la confluencia de personas de diverso origen y estrato social; en síntesis, porque la UNAM es un verdadero reflejo del país tiene la capacidad de entenderlo, analizarlo y contribuir a reorientarlo. Sin embargo, para cumplir con este reto, tendrá que superar muchos obstáculos, algunos ajenos a la propia UNAM y otros que implican cambios estructurales internos. Me voy a referir sólo a algunos que considero muy importantes.
Para que la UNAM pueda vincularse estrechamente a la solución de los problemas nacionales necesita, evidentemente, que su personal académico se aboque a esta tarea. No obstante, esta función no la facilitan los programas de estímulos económicos que tenemos los académicos para complementar nuestro salario (Sistema Nacional de Investigadores y Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo) -aunque es justo reconocer que dichos programas han jugado un papel crucial para mejorar la calidad académica. Los criterios para la asignación de estímulos han orientado el quehacer científico hacia temas teóricos de punta y, al menos en el área de las ciencias exactas y naturales, han ido apartando a los académicos de los enfoques más pragmáticos que la resolución de los problemas nacionales requiere. Los académicos que deciden desarrollar estos enfoques encuentran dificultades para obtener o mantener los estímulos económicos. Resulta necesario evaluar a fondo el impacto que han tenido estos programas en el desarrollo científico nacional y en la atención de las prioridades nacionales.
Otro obstáculo consiste en la dificultad de lograr en la UNAM, como en muchas otras instituciones, la verdadera acción interdisciplinaria, aunque hay intentos muy significativos. Los problemas nacionales no pueden comprenderse, y menos resolverse, si no se analiza el complejo conjunto de factores que los generan. No existe ninguna disciplina aislada que pueda con el reto. Sin embargo, la compartamentalización académica de la UNAM, los cotos cerrados de varias de sus instituciones, la endogamia, los mecanismos rígidos de ingreso a los posgrados, la falta de flexibilidad de los programas de estudio, entre otras trabas, impiden, o al menos dificultan, la generación de enfoques integrales. La compilación de las centenas de investigaciones y publicaciones no genera una visión de conjunto de los problemas ni sus soluciones.
La UNAM no facilita que su extraordinaria capacidad docente invada los ámbitos extrauniversitarios para fortalecer las capacidades de miles de profesionistas o productores incorporados al mercado de trabajo; por el contrario, sus reglas restringen a que la labor docente se realice sólo en su interior.
Un problema más, que no es sólo responsabilidad de la UNAM, es la falta de mecanismos para que el conocimiento generado fluya de la Universidad a las instancias de gobierno para que sirva de sustento sólido en la toma de decisiones. La brecha es gigante y el desperdicio de conocimiento, inaceptable.
La UNAM se ha puesto reglas e indicadores que le permiten ser evaluada, gracias a lo cual ha mejorado paulatinamente su calidad académica. Pero muchas de esas reglas se han vuelto inflexibles, burocráticas, rígidas y no ayudan a desplegar la creatividad de la UNAM.
En innumerables aspectos la UNAM puede contribuir a generar un cambio para mejorar la vida nacional pero, sin duda, su mayor responsabilidad como la Máxima Casa de Estudios del país radica en ser forjadora de nuevos paradigmas civilizatorios y de una nueva cultura que recupere los mejores valores y principios nacionales; fomente el compromiso con el país y el espíritu de solidaridad; enseñe a trabajar en equipo y a respetar y tolerar al prójimo; revalore los ideales; y enraíce en la ciudadanía el respeto al patrimonio nacional, cultural y natural.
Fuente: Hemeroteca