¿Dónde quedó el medio ambiente?
¿Dónde quedó el medio ambiente?
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 5 de febrero, 2019
Secretaría de Ecología y Medio Ambiente es la dependencia con menos recursos asignados este año
Apenas en la década de 1970 el Estado mexicano emprendió la construcción de algo parecido a una política ambiental. Primero como parte de la política de salud, al crear la Subsecretaría de Mejoramiento del Ambiente en la entonces Secretaría de Salubridad y Asistencia, dependencia a la que se encomendó la atención a los problemas de calidad del aire en la Ciudad de México, y el uso y manejo del agua, principalmente, y posteriormente, ya en la década de los ochenta, a través de la creación de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, donde se encomendó a la Subsecretaría de Ecología la construcción de la política ambiental.
Durante la administración encabezada por Carlos Salinas se intentó por primera vez darle un cariz social a la política ambiental colocándola en el seno de la Secretaría de Desarrollo Social y creando el Instituto Nacional de Ecología. No sería sino hasta el último lustro del Siglo XX cuando la política ambiental mexicana adquirió lo que muchos consideramos entonces como la “mayoría de edad”, con la creación de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. Dos momentos fundamentales en esta construcción fueron la creación de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), y el establecimiento de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). Estas comisiones, junto con la del agua (Conagua) y la forestal (Conafor), y con lo que ahora se conoce como el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (Inecc), y la propia secretaría, constituyeron la caja de herramientas con que contaba el Estado mexicano para conducir lo que pudo ser una política ambiental vigorosa y de vanguardia, pero no había terminado de construirla cuando empezó a desmantelarla.
Primero con el abandono de la pesca como parte del concierto de la relación entre el medio ambiente y la sociedad, y después con una sistemática e implacable reducción de los recursos dirigidos a la atención de la problemática que enfrenta la apropiación del patrimonio natural de la nación, han bastado dieciocho años para hacer añicos lo que los naturalistas, conservacionistas, biólogos, ecólogos y algunos ambientalistas mexicanos construyeron con grandes esfuerzos desde tiempos del general Lázaro Cárdenas, con los trabajos de conservación de cuencas emprendidos por Don Miguel Ángel de Quevedo.
La cuarta transformación
Lamentablemente, todo parece indicar que la cuarta transformación seguirá por este camino. Además de que la titular de la Semarnat no aparece nunca en las conferencias matutinas del presidente (aunque el huachicoleo también tiene una importante dimensión ambiental), el presupuesto de egresos le asigna a esa dependencia menos de la tercera parte de los recursos que tuvo en el 2012, parece darse marcha atrás en el establecimiento de reservas de agua como un instrumento de conservación y manejo de las cuencas hidrológicas del país, y se sustituyen los procedimientos de impacto ambiental por el entierro de un par de pollos y unas copas de licor, como solicitud de “permiso a la madre tierra”. La atención a las áreas protegidas no parece correr mejor suerte: a pesar de que quien ha sido designado para encabezar la Conanp es un profesional destacado y conocedor del tema, muy poco podrá hacer con los exiguos recursos con que cuenta, y casi nada se sabe acerca del destino de la Comisión Nacional Forestal.
En este escenario, que no es sino la secuela de un trayecto emprendido desde el tiempo de Vicente Fox, parecería existir una muy buena oportunidad para que los gobiernos subnacionales (estados y municipios) tomaran las riendas de la política ambiental en sus territorios. Al menos en los tres estados de la península de Yucatán tendríamos que fortalecer las políticas ambientales locales, y una fuerte coordinación regional. Y lo vemos, pero con cierta timidez.
Si bien Yucatán muestra de pronto vigor en su atención al tema ecológico (proponen una ley que limita el empleo de los plásticos de uso único, y el gobernador Vila participa activamente en las reuniones del Grupo de Gobernadores por el Clima y los Bosques, por ejemplo), Campeche parece estar un tanto adormecido y favorece el ingreso de plantaciones de palma de aceite y la producción de carbón vegetal, y en Quintana Roo, la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (de nombre, por cierto, redundante) es la dependencia a la que se le han asignado menos recursos para este año, con lo que difícilmente podrá ofrecer el cumplimiento de metas relevantes.
Así las cosas, hay pocos motivos para sentirse optimista. Al parecer, desde que Alexander Von Humboldt visitó nuestro país (entonces todavía colonia española) y criticó el desprecio que la “madre patria” tenía hacia el rico patrimonio natural de este territorio, no hemos aprendido que la destrucción desenfadada y ciega de los ecosistemas, la biodiversidad, y los servicios ambientales que ofrece el territorio nacional va a resultar, inevitablemente, en el recrudecimiento de la pobreza, la paralización del desarrollo, y la agudización de la desesperanza. Pero me temo que predico en el desierto.
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/2019-02-05/–Donde-quedo-el-medio-ambiente-
Mérida, Yucatán
roblesdeb1@hotmail.com