Los flamencos rosas del caribe
Los flamencos rosas del caribe
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 28 de junio, 2016
Los flamencos rosas del Caribe son parte consubstancial del paisaje costero de Yucatán. Paradójicamente elegantes y desgarbados, adornan los humedales costeros a lo largo de todo el año, aunque su distribución varía según la temporada: en invierno se concentran más hacia el poniente, en la Ría de Celestún; después se desperdigan por todas las ciénegas y lagunas costeras de la costa norte de la península, y durante el verano se concentran para reproducirse en la Ría Lagartos, al oriente de la entidad.
Mal que bien, quienes visitamos con frecuencia las playas del estado sabemos cuando menos esto acerca de los carismáticos flamencos; y quien más, quien menos, los ve por todo el país, como uno de los atractivos turísticos más conspicuos de Yucatán. Pero los flamencos son también otras cosas: más allá del goce de verlos volar, o la diversión de admirar sus agregaciones por las lagunas costeras de la entidad, tenerlos entre nosotros significa la responsabilidad de convivir con un indicador muy sensible, vulnerable y frágil, que puede servirnos a todos quienes tenemos algo que ver con la región del golfo y el Gran Caribe, para saber qué tan ominoso resulta el avance del proceso de cambio climático que las actividades humanas han generado.
Los flamencos, estos mismos que adornan nuestra cotidianidad, comparten territorio y amenazas, con los demás que habitan humedales de ocho países de la de la región, tanto insulares como continentales. Conforman, pues, una “metapoblación”, una suerte de conglomerado de poblaciones, entre las que los individuos migran, e intercambian genes (se reproducen unos con otros). Entre las naciones donde habitan flamencos rosas, destacan México y Cuba, países donde se encuentran las colonias reproductoras más grandes. Ya se han reportado flamencos anillados en nuestro país, que aparecen entre los de Cuba, y esto no nos debe sorprender: un flamenco vuela a unos sesenta kilómetros por hora, y la costa de Yucatán no dista más de doscientas millas del litoral cubano. Así, un flamenco puede viajar de aquí a la isla en poco más de seis horas, lo que no es una hazaña demasiado extraordinaria.
Hasta hace dos años, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, en las Reservas de la Biosfera Ría Celestún y Ría Lagartos, trabajaba de la mano con una organización no gubernamental, Niños y Crías, A. C., con esta perspectiva en mente; y en concierto con el gobierno de la República de Cuba, encabezaban un ambicioso proyecto, dirigido construir una estrategia multinacional de conservación del flamenco rosa del Caribe, que además serviría para evaluar los impactos del cambio climático global en los humedales de los países participantes, varios de ellos naciones insulares pequeñas, que por tanto resultan particularmente vulnerables. Por razones que no alcanzo a comprender, estos esfuerzos parecen haberse abandonado. Un botón más de muestra de que las cosas relativas a la conservación del patrimonio natural nacional no marchan bien.
roblesdeb1@hotmail.com
Mérida, Yucatán
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/2016-06-28/Rafael-Robles