Por una política pública eficaz

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Por una política pública eficaz

Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Miércoles 01 de febrero, 2017

Valentina Álvarez Borges

Educar para conservar = Educar para resistir

Como país – y como estado, porque en Yucatán sucede en el seno de múltiples organizaciones académicas – invertimos muchos recursos humanos, materiales y financieros en formar jóvenes para conservar especies, ecosistemas y servicios ambientales. Noble labor, a primera vista. Pero (siempre hay cuando menos un “pero”) a veces me parece que estamos formando jóvenes para la frustración, o para ganarse la vida por vías muy distintas de las que soñaron como futuro deseable. En parte, esto se debe a que el mercado laboral para la conservación de la naturaleza es estrecho, y además se encoge año con año, a la luz de un entramado de políticas públicas que no atina a sacar la conservación del mero discurso, y la desprecia como un área que amerita esfuerzos financieros de veras relevantes.

Pero (otro “pero”) además pareciera que hemos optado, en los diversos programas de educación superior vinculados con la conservación y el manejo sustentable del patrimonio natural, por considerar que conservar es un asunto de índole técnica, de modo que si los egresados son competentes en materia de ecología, manejo de áreas protegidas, restauración de ecosistemas, manejo de especies en vida silvestre, y demás disciplinas vinculadas con el tema, tendrán suficientes herramientas para enfrentarse a las tareas concretas que la agencia nacional de conservación demande.

El problema de la conservación del patrimonio natural, sin embargo, no es un problema exclusivamente técnico; y si bien es cierto que encararlo implica una robusta formación científica, no es verdad que en las ciencias duras se encuentren todas las respuestas.

Lo que pone en entredicho nuestra capacidad como país para garantizar la conservación de nuestro formidable capital natural no es que carezcamos en México de cuadros capaces para realizar las acciones que esta misión entraña. Las presiones que enfrentan las especies de la megadiversidad mexicana, los ecosistemas de nuestros complejos paisajes, y los servicios ambientales que hacen posible nuestra presencia en el territorio (y en el planeta), nacen de un modelo de desarrollo ambientalmente inapropiado, de la acción de fuerzas políticas que se oponen – en defensa de sus particulares intereses – a modificar ese modelo, y de un vecino poderoso que, como cíclope cegado, asesta mandobles a diestra y siniestra, sin ver ni valorar consecuencias, y atenta por vía de muros, o por intentos de negar la existencia del evidente proceso de cambio climático global, en contra de cualquier esfuerzo por conservar condiciones que permitan conservar la naturaleza (ver el artículo de Iván Restrepo que apareció el lunes en La Jornada).

Oponer un Ulises a ese cíclope, y de paso enfrentar las fuerzas que, dentro de nuestro país, se oponen – deliberadamente o no – a que la conservación sea más que conversación; es decir, que salga del ámbito del discurso para convertirse en política pública eficaz, exige mucho más que una educación científica sólida, y mucho más que la enseñanza de competencias técnicas pragmáticas y eficaces. Exige sobre todo un esfuerzo real de educación política, y una machacona insistencia en el hecho de que la conservación de la naturaleza es una acción de resistencia en contra de fuerzas reales que parecen ignorar su necesidad. Eduquemos a nuestros jóvenes para resistir: fortalezcamos su aprecio por la visión histórica, por la discusión política, y por la construcción de actitudes contestatarias y libertarias. De otra manera, la conservación es un simple juego de salón, un estéril ejercicio academicista.

roblesdeb1@hotmail.com

Chetumal, Quintana Roo

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/2017-02-01/Por-una-politica-publica-eficaz