Holbox y los palafitos de los huevos de oro
Holbox y los palafitos de los huevos de oro
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Miércoles 30 de noviembre, 2016
Holbox se encuentra enclavada dentro de los límites del Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam. Esta área protegida, creada durante el último lustro del Siglo XX, ha estado esperando durante veintidós años la emisión de un programa de manejo que permita regular y ordenar las actividades que se llevan a cabo dentro de su territorio. Por fin, parece ser que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) ha logrado terminar un programa de manejo que considera satisfactorio. Hasta ahí, el asunto parece una buena noticia.
Pero incluso con el nuevo programa de manejo, se cierne sobre la isla de Holbox el espectro de la voracidad del desarrollo turístico. Desde hace años se ha venido hablando –en los medios, en los corrillos de las dependencias del sector público, entre académicos y miembros de organismos no gubernamentales conservacionistas y entre los dueños de la tierra, casi siempre ejidatarios– acerca de los tejes y manejes desencadenados por especuladores de bienes raíces y por inversionistas interesados en el sector turístico, para repartirse de manera más o menos oscura, y a costa siempre de los menos privilegiados, las tierras que, por su ubicación entre el mar y el humedal, ofrecen un potencial para el turismo que muchos han calificado de paradisíaco.
Es cierto que hasta ahora, se han visto frustrados varios proyectos de inversión que habrían incrementado considerablemente la densidad de cuartos de hotel en Holbox, para beneplácito de quienes quieren conservar el sitio y su paisaje por su riqueza natural y su belleza; pero también es cierto que esos mismos rasgos –la riqueza natural y la belleza– mantienen viva la ambición de “desarrollar” el sitio, para extraer más huevos de oro de lo que muchos ven como una gallina sin límites: se les olvida que las gallinas que ponen huevos de oro son sacrificadas a la ambición (haríamos bien en recordar muchos de los cuentos que asombraron nuestra infancia).
El punto es que han continuado las presiones para que las autoridades responsables encuentren vías que permitan incrementar la oferta turística de Holbox, en beneficio de un puñado de inversionistas más o menos poderosos. Y esas presiones han abierto una rendija por la que se podría colar el desarrollo del turismo voraz, si quienes pugnamos por la conservación no nos ponemos las pilas: la rendija está en la idea de promover, como en algunas islas caribeñas, la construcción de palafitos en el mar, como si eso permitiera eludir los problemas generados por la compleja situación de la tenencia de la tierra en el área protegida.
La pretendida “solución” al problema del desarrollo turístico oculta por una parte, una cortedad de miras pasmosa: ¿dónde van a ubicarse los prestadores de servicios, los trabajadores de la industria turística, los proveedores, etcétera? en una ciudad dormitorio establecida; dónde? Supongo que en las tierras que hoy implican conflictos de propiedad. ¿Y qué hay de las aguas residuales de la hotelería, y de los residuos sólidos? Porque si bien puede ser cierto que la industria turística en el trópico puede resultar la proverbial industria sin chimeneas, esto no la exime de ser una industria con alcantarillas, fosas sépticas y basureros.
Y, por otra parte, el asunto oculta, evade, o de plano ignora un importante asunto de corte legal: ¿quién autoriza la presencia de palafitos en el mar, o en la laguna? ¿Se otorgan en propiedad las aguas nacionales? ¿De parte de quién, y cómo se desincorporan del patrimonio de la nación? ¿Se concesionan pedacitos de aguas nacionales? ¿Bajo qué modalidad de concesión, por cuanto tiempo, con qué contraprestaciones? ¿Qué pasa con los tramos de zona federal marítimo-terrestre que fungen como sitios de tránsito para llegar a los mentados palafitos? ¿Dónde están los abogados expertos en derecho ambiental? ¿Qué opinan?
A mi juicio, el asunto de los palafitos es un espejismo pretencioso e insustentable, y me parece francamente grave que se incluya en una importantísima área protegida costera, sentando un precedente que compromete la conservación de ecosistemas que hoy deberían valorarse en función de sus servicios ambientales –sobre todo en escenarios de cambio climático global– y no en función de los beneficios que su desarrollo pueda aportar, durante un corto tiempo, a unos cuantos empresarios que no ven más allá de sus cuentas de banco.
roblesdeb1@hotmail.com
Holbox, Quintana Roo
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/2016-11-30/La-isla-presa-de-la-ambicion