Pepino de mar, tráfico encubierto
Pepino de mar, tráfico encubierto
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Miércoles 7 de febrero, 2018
Su captura, procesamiento y comercialización
Tal como quedó mi contribución publicada en este diario el miércoles pasado, pareciera que soy una suerte de promotor de la prohibición, vigilancia y el castigo como instrumentos de política pública. Lo cierto es que más bien estoy convencido de que, ante una relación desequilibrada entre la sociedad y el ambiente, hay que favorecer la educación, la consulta pública, el diálogo y la construcción de consensos, como instrumentos para alcanzar formas sustentables de interacción entre las comunidades y su paisaje. No obstante, hay ocasiones en las que la acción punitiva de la autoridad es indispensable, y es indispensable además que sea expedita, eficaz y contundente.
Éste es el caso de la captura ilegal, el procesamiento clandestino y el tráfico de pepino de mar. Aunque ya he hablado acerca de este asunto en otras ocasiones, vuelvo a poner el tema en la palestra a raíz de la nota que aparece en La Jornada Maya el día de ayer, donde se anuncia que se detuvo en el aeropuerto de Mérida a varios ciudadanos chinos que pretendían exportar diversas cantidades (muy reducidas, por cierto) de pepino de mar. El delegado en el estado de la Procuraduría General de la República declara que se trata de “casos aislados” que “no están relacionados con ninguna banda del crimen organizado”.
Por una parte, qué bueno que la PGR se ocupe de atender delitos como la venta y el trasiego no autorizado de especies pesqueras. Pero por otra, parecen no entender cuál es realmente el problema que representa la explotación de esta especie. Lo de menos es que de cuando en cuando aparezca un ciudadano chino por Yucatán, y pretenda llevar a su tierra unos cuantos kilos de pepino seco. Desde luego que, si se le sorprende y se le detiene, difícilmente dirá dónde y cómo lo adquirió. Por supuesto entre los chinos detenidos, no hay más vínculo que su gusto por el pepino de mar, y pareciera entonces que la cuestión es francamente trivial.
Pero lo cierto es que –como lo he dicho en otras ocasiones, y no me cansaré de repetir– la captura, el procesamiento y la comercialización del pepino de mar opera de la misma manera que la producción, procesamiento y tráfico de drogas; o el robo, trasiego y comercio clandestino de combustible. Es, a mi juicio, un caso de crimen organizado. Lo grave del asunto es que en él participa, a sabiendas o no, la autoridad responsable de la pesca, ya que otorga permisos para la captura, y emite acuerdos de veda periódicos. Se encubre así una actividad que perturba el tejido social de las comunidades pesqueras, somete a una especie ecológicamente importante a una presión que la condena al agotamiento, y promueve la realización de una actividad industrial (el sancocho y secado del pepino) que genera impactos ambientales importantes en los humedales costeros de Yucatán.
La mirada de la PGR está entonces puesta en el lugar equivocado, y esto la hace cómplice del encubrimiento: se detiene al comprador “hormiga”, se declara que no tiene vínculo alguno con ninguna organización, y santas pascuas: caso cerrado, el asunto no merece más investigación. Mientras tanto, se clonan permisos de pesca de pepino de mar, y se ampara con ellos a muchas más embarcaciones que las que la autoridad supone que existen, se permite el procesamiento de la especies en “sancochaderos” clandestinos, que arrojan sus residuos en humedales protegidos, se captura la especie durante temporadas de veda, e incluso parecen tolerarse enfrentamientos entre grupos de pescadores, aun cuando se insiste en que en ellos participa “gente armada”.
Mientras nos ocupamos de educar, consultar, informar y generar consensos en materia del manejo de los recursos naturales disponibles, y la construcción de un modelo de desarrollo más ambientalmente sustentable, tendríamos que contar con la certidumbre de que la autoridad normativa y reguladora otorgue permisos de manera ordenada y transparente, y la autoridad judicial ejerza su labor persecutoria del delito y punitiva de manera efectiva.
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/2018-02-07/Pepino-de-mar–trafico-encubierto
Mérida, Yucatán
roblesdeb1@hotmail.com
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