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¿Qué cosa es eso de la capacidad de carga?

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¿Qué cosa es eso de la capacidad de carga?

Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Miércoles 17 de enero, 2018

Infoqroo

El medio ambiente, una exterioridad que me es ajena

Me quito por un momento la camiseta de la conservación. Es cierto que son muy bonitas las tortugas marinas, que los arrecifes pueden ser apasionantes, y que los manglares y las selvas pueden ocultar encantos insospechados. Pero la neta, lo que a mí me interesa es obtener los más ingresos posibles a partir de la utilización del terreno de mi propiedad, y de la infraestructura en la que he decidido invertir. Presiono entonces a propios y extraños, de manera que pueda construir la mayor cantidad de cuartos posible en la superficie de mi propiedad, en función de mi capacidad financiera. Eso del medio ambiente me es ajeno: es una “exterioridad”, dirían los economistas liberales clásicos.

Pero la fábula que olvidaron leer los economistas clásicos cuando niños, fue la de la gallina de los huevos de oro: si la matas, se acabó el suministro del “precioso metal”. Ahora, al menos en lo que atañe a la industria turística, ya no se trata de una gallina, ni de sus áureos huevos, más bien, el tesoro (al menos en Quintana Roo) se encuentra en los arrecifes de coral, las playas, dunas costeras, manglares, cenotes y selvas. Vistas así las cosas, medir la capacidad de carga de los ecosistemas que se pretenden proteger en el estado, y ceñirse a ella, no es más que construir un buen plan de negocios.

Desde luego, esto requeriría una elaboración mucho más larga que la que permiten estos párrafos, pero creo que hay algunas premisas bastante claras que cuentan con el respaldo real y desastroso, como lo acontecido en Holbox durante 2017. Para empezar, el agua es una limitante implacable. Simple y sencillamente, alcanza para satisfacer las necesidades de un número determinado de residentes locales y visitantes ocasionales. También se tiene que tomar en consideración el volúmen de residuos generados por quienes habitan o acuden al área, y la capacidad de disponer de ellos sin generar efectos ambientales indeseables.

Estos dos elementos deberían ser suficientes para limitar las pretensiones de crecimiento de inversionistas. Pero no son todos los componentes que deben entrar en la construcción de un algoritmo que resulte en una cifra de capacidad de carga robusta, capaz de garantizar la sustentabilidad de la actividad turística. ¿Cuántas embarcaciones –y de qué tamaño– puede soportar la población de tiburones ballena?, ¿cuántos “jinetes” pueden tolerar las tortugas marinas nadando sobre sus lomos?, ¿qué cantidad de “waverunners” resultan tolerables para los cocodrilos de una ría?, ¿cuánto ruido están dispuestos a tolerar los huéspedes de un hotel que se anuncia como “ecoturístico”?

La lista de preguntas puede resultar enorme en función de las características, la biodiversidad y la vulnerabilidad de un ecosistema determinado. Pero desde luego, la respuesta no se reduce a “cuartos por hectárea”. Por eso, cuando veo lo que sucede con el Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam –que incluye a la isla de Holbox y constituye uno de los sitios principales para los recorridos de avistamiento y nado con tiburones ballena–, y cuando veo que a pesar de los esfuerzos de académicos, organismos conservacionistas y autoridades, por dotar al área de un programa de manejo razonable que aproxime el sitio a algo semejante a la sustentabilidad, no puedo menos que pensar que en lo último que piensan los “desarrolladores turísticos” de la isla, es en planes de negocios exitosos en el largo plazo. Quieren comerse todo el pastel hoy, y que todos los demás sufran hambre mañana.

Cuando la Conanp pone en manos de la Fundación Pedro y Helena Hernández las negociaciones para la formulación de un programa de manejo del área, pienso que está poniendo “la Iglesia en manos de Lutero”. ¿De veras podemos considerar que este arreglo puede generar una propuesta de manejo que responde a los intereses de la conservación, y a los de los residentes locales y originarios? Si resulta ahora que no se confía en la autoridad responsable de las áreas protegidas, ni en las organizaciones conservacionistas no gubernamentales, triste remedio es entregar los procesos a los representantes de los intereses del mundo de las finanzas. Con todas las reservas que me merece la lentitud de las respuestas académicas, creo que haríamos mejor en dejar el asunto en manos de un instituto de generación del saber, como la UNAM, el CINVESTAV, la UQROO, o el Ecosur, y acordáramos acatar sus conclusiones, asumiéndolas honestas y sin sesgos. Para ello, tendríamos que acodar también que el interés primero, el fundamental, es el de conservar desde hoy y para todos los mañanas el patrimonio natural con que contamos, y no dilapidarlos en aras del enriquecimiento voraz e inmediato de unos cuantos.

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/2018-01-17/–Que-cosa-es-eso-de-la-capacidad-de-carga-

Mérida, Yucatán
roblesdeb1@hotmail.com

 

 

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