Apuesto de nuevo por el optimismo
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 03 de octubre, 2023
Quien asuma la presidencia en 2024 deberá enfrentar retos como la violencia y el cambio climático
Escribo estas líneas el lunes 2 de octubre. Hoy, a pesar de que es el quincuagésimo quinto aniversario de la matanza de Tlatelolco, y que ese lago de sangre se ha ido incrementando año con año, con nuevos motivos y racionalizaciones, con más desaparecidos, y más y peores actores violentos, apuesto de nuevo por el optimismo. La única victoria sobre los gigantes que nunca son molinos es ésta: no cejaré en mi certidumbre de que la vida en mi país, ahora sí, será mejor. Entramos de nuevo en una de esas etapas de fin de sexenio que nos invitan a reflexionar sobre lo acontecido en este lustro, y a pensar qué esperamos que se haga, tanto desde las filas del poder del estado, como desde las trincheras diversas de la ciudadanía, para mejorar las condiciones –en muchos sentidos profundamente dolorosas– en que se encuentra nuestro México.
Más allá de los buenos deseos de rigor, que incluyen la disminución de la violencia, el cese de las desapariciones, la terminación de los asesinatos a periodistas, defensores del ambiente y del territorio, el esclarecimiento de los crímenes hasta hoy impunes, las suspensión de las violaciones a los derechos humanos de migrantes y comunidades indígenas, y el fin sin más de los feminicidios y los procesos de maltrato, discriminación y persecución de las minorías diferentes (todos, de hecho, deberíamos reconocernos como integrantes de minorías diferentes, y ser solidarios y empáticos con el resto de las minorías); más allá, decía, de todos estos buenos deseos, quisiera aprovechar estos breves párrafos para hablar un poco acerca de algunas de las cosas que considero importantes para poder aspirar a mejores calidades de vidas en la nación.
Aunque el optimismo no tendría por qué requerir justificación ni explicación, vale la pena anotar algunas de las premisas que sustentan el mío, y que son también sugerencias acerca de los caminos que habremos de explorar los mexicanos. Empezaré por decir una vez más que ofrece esperanza el hecho de que todo parece indicar que México será gobernado por una mujer a partir del 2024. Una jota en la zarzuela de ambiente aragonés titulada Gigantes y Cabezudos, de 1898, empezaba diciendo: “Si las mujeres mandasen, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones”. Puede tratarse de una letra premonitoria para México, y una mujer al mando podría hacer que la cosa pública fluya más tersa para nuestra nación. El gran reto de nuestra próxima jefa de estado será, en efecto, gobernar para todas y todos, reconciliar los fracturados ánimos nacionales, y restañar las heridas abiertas durante cinco años de confrontaciones estériles y contraproducentes.
Ojalá que gane quien gane reconozca la sensatez de terminar las obras públicas iniciadas durante este sexenio, llevándolas no solamente a buen término y a una operación exitosa, sino corrigiendo además los desatinos generados por haberlas emprendido con una planificación deficiente, y haberlas ejecutado con la prisa de lograr avances relevantes durante un solo periodo administrativo. Sería una insensatez pretender cancelarlas o suspenderlas. Los daños que han generado son reparables o compensables. Los que generaría su suspensión serían catastróficos e irreversibles.
Espero que se ponga un firme “¡hasta aquí!” a ese engendro que hemos llamado crimen organizado, y que reúne a los criminales de siempre, hoy enriquecidos y fortalecidos, con una caterva de cómplices de todos los sectores de la sociedad, porque hay que decir que también el miedo nos hace cómplices. Este “hasta aquí” deberá incluir la profundización efectiva del combate a la corrupción, una eficaz lucha contra la impunidad, que parta de procesos robustos por parte de las fiscalías, que el poder judicial no pueda derrotar en función de carencias o torpezas técnicas. Implica por tanto fortalecer la capacidad de investigación de las fiscalías, pero también la capacidad técnico-jurídica de fiscales y agentes del ministerio público. No basta con señalar a los jueces, como si éstos, al hacer su trabajo de manera escrupulosa e imparcial, estuviesen traicionando misteriosos “valores patrios”.
No puedo dejar de lado dos ideas adicionales en este primer ejercicio de búsqueda. Primero, la mujer que tenga ante sí el reto de encabezar el ejecutivo del 24 al 30, tendrá que encontrar los arrestos y la capacidad persuasiva de arrebatar al ejército el exceso de facultades y competencias que ha ido adquiriendo sin ton ni son durante estos años, y volverlo a los cuarteles. O mejor aún, desaparecer al ejército como una institución anacrónica e innecesaria, y dejarlo en una fuerte Guardia Nacional CIVIL. Y, por último, un reto adicional será asumir de una vez por todas que los parámetros de la economía convencional no contribuyen con eficacia a la resolución de la crisis climática. Habremos de encarar con más imaginación, y con un valor que no parece fácil encontrar, la necesidad de construir un nuevo modelo económico, en el que la mitigación de las causas del cambio climático se encare sin el pavor que hoy provoca, dado que afecta poderosos intereses económicos globales o nacionales, y la urgencia de implementar soluciones de adaptación a los efectos actuales y venideros del cambio climático, basadas en naturaleza, y menos dependientes de la adición de nuevos esfuerzos tecnológicos, o nuevas inversiones masivas de empresas que no funcionan sino como expresiones de las relaciones económicas comunes y corrientes.
Aunque excedo en unos cuentos el límite de caracteres que me otorga este espacio, me permitiré cerrar con al idea de que quizá haya llegado el momento de promover la instalación de un Congreso Constituyente, y formular una nueva carta magna, acorde a las condiciones de este milenio, y no a las de principios del siglo XX.
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/221380/apuesto-de-nuevo-por-el-optimismo-2-de-octubre-cambio-climatico-crimen-organizado
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