Claroscuros en el GCF
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 14 de febrero, 2023
Los gobernadores de los estados miembros no pasan de considerarlo una suerte de ceremonial
La semana pasada, del 7 al 10 de febrero, se llevó a cabo en Mérida la decimotercera reunión anual del grupo de trabajo de gobernadores por los bosques y el clima (GCF, como se le conoce coloquialmente por sus siglas en inglés). El evento coincidió con el lanzamiento de la plataforma Biosphera, que ha promovido el gobierno del estado de Yucatán. De entrada, creo que merece la pena aplaudir sin cortapisas la realización de ambos eventos: hablan de la intención expresa del ejecutivo estatal de participar de manera consistente en los esfuerzos por enfrentar la emergencia climática global y conservar el patrimonio natural de la nación, expresado en la biodiversidad que aloja el territorio.
Siempre resulta alentador ver a tantas personas y organizaciones juntas alrededor de un propósito común tan valiosos como la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad. Y resulta especialmente gratificante encontrarse con que se reúnen, y se comunican inter pares y en un ambiente francamente fraterno, funcionarios de gobiernos estatales y provinciales de países tropicales, representantes de pueblos originarios, académicos y organizaciones conservacionistas. También es estimulante que cada año, como producto de las reuniones periódicas de este colectivo, se firmen declaratorias como la de principios rectores para la relación entre gobiernos subnacionales y comunidades indígenas y locales, el Plan de Acción de Manaos, o la que se firmó este año, que marca el rumbo para una política que de un enfoque de igualdad de género a las acciones dirigidas a enfrentar la emergencia climática. Dicho sea de paso, fue un acierto de este diario difundir la nota en la sección en maya K’iintsil.
No obstante, no puedo dejar de lado la sensación de que no todo es miel sobre hojuelas en el GCF, especialmente entre los estados mexicanos que se han incorporado hasta ahora a este colectivo. Parecen no entender que se trata de un grupo de trabajo de gobernadores; es decir, un grupo donde se reúnen los gobernadores de los estados o provincias participantes a trabajar, con el propósito de generar estrategias y propuestas de acción comunes, dirigidos a la implementación de programas dirigidos a proteger, conservar y restaurar los ecosistemas forestales tropicales del mundo, afectados o amenazados por procesos que alientan la deforestación y la degradación de los bosques, y abaten entonces su capacidad de secuestrar carbono atmosférico.
Tampoco parecen haber comprendido que el GCF representa un poderoso potencial político. Esto, que tienen muy claro los gobernadores de la amazonia brasileña, los de Perú y los de Indonesia, no ha despertado el interés de los gobernadores de Campeche, Chiapas, Jalisco, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán. Es cierto que este último presidió los eventos protocolarios de la reunión de la semana pasada (fue el anfitrión, de modo que su presencia era ineludible). Pero ninguno de los otros seis gobernadores acudió a la cita. Y ninguno, ni el anfitrión, participó en las sesiones formales de trabajo durante la reunión.
Aunque todos los gobernadores de los estados miembros del GCF han firmado las declaratorias del grupo, y a veces incluso lo han incorporado en sus discursos, no pasan de considerarlo una suerte de ceremonial, y ven su participación como una mera cortesía al estado anfitrión, sin encontrar en el trabajo en conjunto con sus pares, la construcción de una postura política que les puede brindar una posición robusta en la búsqueda de respaldo financiero, la participación en el diseño de los presupuestos de egresos de la federación, la orientación de las políticas públicas nacionales en sentidos que favorezcan la satisfacción de los objetivos locales y regionales, y la defensa solidaria ante presiones provenientes de otras esferas del poder (públicas y privadas) capaces de subvertir los esfuerzos por conservar el patrimonio natural de los territorios y la capacidad subnacional de contribuir a los esfuerzos del país por enfrentar el cambio climático global.
A lo largo de los últimos seis años, los únicos gobernadores que ha asistido a algunas de las reuniones anuales del GCF han sido el de Jalisco y el de Yucatán. No se ha mostrado nunca una postura coordinada, por no decir unívoca, ni ante el resto del grupo, ni ante el gobierno federal, o los demás gobernadores, que permita afirmar que estos siete gobernadores son los que encabezan y abanderan los esfuerzos mexicanos por hacer uso de los bosques tropicales como herramientas para la mitigación y territorios de adaptación al cambio climático; ni se ha acordado como grupo compacto con intereses comunes, emprender acciones conjuntas par proteger ecosistemas amenazados, como la selva lacandona, la selva maya, o los humedales tabasqueños y yucatanenses.
El GCF va creciendo. Ahora ya son más de cuarenta estados de once países con bosques tropicales, o con el compromiso de contribuir a conservar los bosques tropicales, del mundo. Como estados mexicanos, que hemos acogido además con entusiasmo la oportunidad de fungir como anfitriones de este importante grupo, no debemos quedarnos atrás en la implementación de sus propuestas, y en honrar los compromisos acordados. Espero que pronto, antes de a próxima reunión anual, veamos un interés renacido y fortalecido en los siete gobernadores miembros del GCF por participar proactivamente en las reuniones de trabajo, y por presentar un frente común, políticamente robusto, ante el concierto nacional, y ante la comunidad global.
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/210725/claroscuros-en-el-gcf
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