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Claudia y la esperanza

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Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 8 de octubre, 2024

Jornada

Hay optimismo ante la nueva mandataria, pero con espíritu crítico

Hay una canción, parte de la zarzuela Gigantes y Cabezudos, del murciano Fernández Caballero, estrenada en 1898, que dice que “si las mujeres mandasen, en vez de mandar los hombres, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones”. Aunque abundan los ejemplos de que este anhelo deja de ser universalmente cierto, como Golda Meir, Margaret Thatcher, Imelda Marcos, Cristina Kirchner o Rosario Murillo, por mencionar únicamente las cinco primeras que me vienen a la mente, me aferro a la idea de que puede hacerse una realidad luminosa, y creo que el hecho de que en México tengamos hoy una presidenta (así, con A, como ella ha pedido que se le diga, y dejando de lado pedanterías gramaticales) brinda la oportunidad de dejar de lado lo que parecía la construcción sin remedio de un país irremediablemente polarizado, y empezar a reconstruir un tejido social más saludable, más fundado en la solidaridad fraterna, la escucha atenta al otro diferente y la urdimbre de acuerdos de consenso que nos acerque a algo más parecido al ideal democrático. El ofrecimiento de la presidenta, de emprender y consolidar una política de extensión de derechos, su apuesta por arrimar el hombro para mejorar la situación de las mujeres, la decisión de orientar la generación de energía en un sentido más próximo a la sustentabilidad y más congruente con la necesidad de enfrentar la catástrofe climática global, son puntos que abonan a fortalecer la sensación de esperanza y optimismo que hoy muchos queremos adoptar.

También resulta esperanzadora la composición de al menos una parte relevante del nuevo gabinete. Aunque ya la Doctora Sheinbaum ha dicho sin ambages que todas y todos forman parte de la cuarta transformación, lo cierto es que sus perfiles aportan no solamente el apego a ese proyecto de cambio de régimen, sino una sólida trayectoria en las áreas en que se les ha convocado a colaborar. Desde luego, me refiero a Juan Ramón de la Fuente, Julio Berdegué, Alicia Bárcena, Marcelo Ebrard y Rosaura Ruiz, entre otros que también ostentan importantes trayectorias en sus profesiones o en el sector público. También resulta alentador ver el cariz que van tomando los equipos que cada uno de ellos intenta formar. Yo conozco mejor el caso de la secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, que inicia sus labores en las capaces manos de Alicia Bárcena. Ella ha tenido el buen tiempo de invitar a participar en su equipo a personajes tales como Sergio Graf, que aportará a la Conafor años de sólida experiencia en el sector; Pedro Álvarez Icaza, gran conocedor de las áreas protegidas del país, y de la conformación y operación de corredores biológicos (por cierto, ojalá pueda ahora desde la Conanp robustecer los esfuerzos para construir el corredor biológico mesoamericano, que en coordinación con un programa como Sembrando Vida – reorientado – puede convertirse en una herramienta formidable para hacer realidad la aspiración de la Doctora Bárcena para emprender una amplia política nacional de restauración de ecosistemas, y de transversalización con las políticas del sector agrario); José Luis Samaniego, que aporta una visión global del todo apropiada a enfrentar la emergencia climática; y Raúl Jiménez al frente de la Conabio, organización en la que ya antes había jugado un papel destacado. Hablo únicamente de los que conozco personalmente, pero seguro que hay otros que aportan al sector experiencia y capacidad.

A pesar de estas señales de esperanza, permanecen para muchos varios motivos de honda preocupación, consecuencia quizá inevitable del rumbo que inició la denominada cuarta transformación a lo largo de la administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador. Destaca entre ellos el empoderamiento presuroso y avasallador de las fuerzas armadas, que resulta difícil entender como algo distinto de la militarización, aunque se nos repita una y otra vez que no tiene nada que ver. La reciente muerte de migrantes a manos de elementos del ejército alimenta esa preocupación, no solamente porque se ha puesto en manos de militares la salvaguarda de la seguridad interior del país (en lo que no han logrado demostrar, con o sin la guardia nacional, una eficacia significativa), sino porque el colocar bajo el control de las fuerzas armadas funciones que corresponden al universo de lo civil no hace sino acentuar en el sector público la tentación al autoritarismo, elemento consustancial a la operación de las organizaciones castrenses.

Preocupa también la preeminencia de la idea de que la mayoría es monolítica y manda, y las minorías, por el hecho de serlo, deben permanecer calladas y someterse a toda decisión que se ampare en el “somos más” predominante. No deja de generar inquietud la tendencia a subordinar al poder judicial a los designios partidarios que, aunque se nos diga que eso no sucederá, es un fantasma presente en los discursos que acusan a la corte de “golpe de estado” cuando decide analizar – a petición de parte – una reforma constitucional; o la tentación de desaparecer los organismos autónomos, de indudable vocación democrática. Y preocupa también que se sustituya la misión del estado de tutelar el bienestar de los ciudadanos por una distribución directa de recursos financieros, como si el presupuesto de la federación fuese una piel de zapa, que no demanda más que el reparto puro y duro, sin que se requiera el fortalecimiento de las instituciones, o el incremento de la eficacia recaudatoria de la autoridad hacendaria, y sin que se reconozca la urgencia de una profunda reforma fiscal.

En fin, esperanza y optimismo, sí; pero mesura y espíritu crítico. Una democracia participativa demanda ciudadanos atentos, dispuestos a cuestionar, contradecir, contraproponer, señalar los desatinos y aplaudir los aciertos, cuando los haya. Como ha dicho en repetidas ocasiones la doctora Sheinbaum, si bien en otro contexto, debemos estar dispuestos a colaborar, y a coordinarnos, pero nunca a someternos.

roblesdeb1@hotmail.com

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/237750/claudia-sheinbaum-y-la-esperanza-gobierno-medioambiente-politica

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