Corredores biológicos
Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 13 de agosto, 2024
México cuenta con diversas herramientas para la conservación de ecosistemas
Aunque la primera figura que se nos viene a la mente cuando pensamos en la conservación de los recursos naturales es la de las áreas protegidas, éstas son solamente un instrumento de los muchos con que hoy cuenta la caja de herramientas que tenemos para poder urdir un esquema de apropiación del paisaje, que resulte sustentable y garantice que preserve la riqueza de recursos y servicios que naturalmente ofrece a quienes habitamos el territorio. Y como pasa con casi todas las herramientas, las áreas protegidas que conocemos convencionalmente (reservas de la biosfera, parques nacionales, refugios y santuarios, y demás categorías contempladas en las leyes generales y estatales), solamente pueden hacer una parte del trabajo. La conservación de las especies, ecosistemas y servicios ambientales que forman parte del paisaje nacional ha obligado a diseñar otras herramientas, no convencionales, que permiten ofrecer vías de protección de la riqueza natural del país tomando en consideración también la compleja realidad social mexicana, que incluye modalidades diversas de propiedad de la tierra, formas diferentes de acceso a los recursos naturales, e intereses muy distintos y a veces contradictorios.
Un ejemplo de estas herramientas, quizá el de más reciente cuño, es el de las “áreas privadas destinadas voluntariamente a la conservación” (también conocidas como ADVC). Estas fueron concebidas como un instrumento capaz de proporcionar, a los propietarios privados de predios en buen estado de conservación ecológica, protección legal para cuando encuentren en su valor natural el de un bien que pueda permanecer inalterado en el largo plazo (por su belleza, espectacularidad, biodiversidad, o aporte ecosistémico).
Otro ejemplo que merece la pena destacar es el de las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre, las famosas UMA. Estas unidades, que están reguladas por la ley General de la Vida Silvestre, están concebidas con el propósito de asegurar la conservación de porciones significativas del hábitat de especies de fauna o flora silvestre, sin modificar la propiedad de la tierra, y sujetando a las especies útiles que ahí habitan a una forma de aprovechamiento sustentable que garantice su permanencia en el área, a la vez que aportan a los dueños de la tierra una fuente de ingresos que puede llegar a ser muy considerable, como se puede ver en el caso del borrego cimarrón en algunos ejidos del norte del país.
También habría que considerar aquí las plantaciones forestales comerciales, los terrenos sujetos a aprovechamiento forestal sustentable, e incluso –en los casos en que hayan demostrado tener éxito y operar con eficacia más allá de la mera recepción de subsidios– algunas parcelas incluidas en el programa Sembrando Vida, reconociéndolo idealmente como un modelo de producción agroforestal.
Habría que incluir aquí, considerando al sector social pesquero organizado, los refugios pesqueros, que son una categoría de conservación establecida a petición de parte y por acuerdo del titular de la Conapesca, diseñada para poner aparte zonas de no-pesca donde las especies de interés comercial puedan desarrollarse sin presiones de extracción; algunas modalidades de acuicultura, cuando no entrañen impactos ambientales severos y de difícil reversión o restauración; y sitios destinados a procesos necesarios para la restauración y arrecifes de coral, como las granjas de cultivo de colonias de coral para resiembra.
En este contexto, si los pensamos como proyectos creados para coordinar esfuerzos de sustentabilidad, capaces de permitir la movilidad de especies (y material genético) de tal modo que conecten entre sí a dos o más áreas naturales protegidas, e incluso que contengan otras dentro de sus límites geográficos, los corredores biológicos son algo así como las cajas que permiten ordenar las diferentes herramientas cuyo trabajo coordinado con coherencia permitirá acercarnos a la construcción de un modelo ambientalmente sustentable de desarrollo, económica y socialmente relevante.
Esta idea, de construir conectividad entre los proyectos tradicionales de conservación; es decir, de interconectar las porciones del territorio nacional que constituyen el sistema de áreas naturales protegidas, ha sido desde sus orígenes una de las líneas de trabajo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio). Pensar que pueda seguir cumpliendo con esta función tras verse reducida a una mera dirección general dentro de la Semarnat es un error. Quitar a la Conabio su condición de comisión intersecretarial no puede confundirse con su fortalecimiento. La operación de un aparato de la complejidad de los corredores biológicos demanda la conducción de un organismo capaz de convocar a una mesa colegiada de toma de decisiones, donde participen inter pares instituciones y dependencias que, de otra manera, asumirían posiciones diferenciadas, a partir de lo que conciben como cotos de poder vinculados a las dimensiones de sus presupuestos. Esta vital necesidad de transversalidad interinstitucional es otra de las cosas que creo que la Doctora Bárcena sí comprende.
Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/235255/corredores-biologicos-conservacion-conabio-mexico-gobierno-alicia-barcena
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