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El lugar de la biodiversidad

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Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 30 de julio, 2024

Jornada

Salvaguardar los ecosistemas de México es de interés público.

Debo empezar por dejar claro que, cuando hablo aquí del lugar de la biodiversidad, no estoy refiriéndome al sitio que ésta ocupa en el mundo, en el territorio, o en un ecosistema determinado. Más bien, lo que quisiera poner sobre la mesa de discusión es el sitio que creo que la biodiversidad debe ocupar en el arreglo institucional que acordemos para atender los bienes de interés público. Porque la biodiversidad es, en efecto, un bien de interés público, y eso hace que salvaguardarla sea una de las responsabilidades ineludibles del estado.

Hace ya casi tres décadas que nuestro país cuenta con un organismo diseñado precisamente para que el poder ejecutivo pueda en efecto salvaguardar el patrimonio natural nacional representado por la muy considerable diversidad biológica que habita o visita el territorio mexicano (porque incluye también a las especies migratorias). Este organismo, que conocemos coloquialmente como la Conabio, es la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso Sustentable de la Biodiversidad. A lo largo de todos estos años, el trabajo realizado por la comisión ha gozado merecidamente del reconocimiento de académicos y conservacionistas de todo el mundo, y en muchos países se le considera una institución ejemplar, que merece la pena emular.

Sin embargo, pareciera que a lo largo de los últimos años hemos ido perdiendo de vista la importancia de la Conabio. Se ha restringido cada vez más su capacidad operativa, disminuyendo el presupuesto destinado a este propósito, y adelgazando sus filas de modo que cada vez tiene menos presencia en campo. Se ha despreciado el valor del capital humano que la ha construido y operado desde su origen, y se han substituido cuadros profesionales de alta calidad por personas que quizá resultan honradas, honestas y leales, pero que conocen muy poco acerca de lo que significa la biodiversidad, como generar conocimiento acerca de ella, y cómo contribuir a su conservación y manejo sustentable. Y se ha llegado a pensar que la Conabio es una organización que sale muy cara, y sólo se dedica a “hacer mapitas” y “narrar el avance de la tragedia”.

Saber qué especies se encuentran en nuestro país, cuál es su origen, cómo están distribuidas, para qué las usamos los mexicanos, o por qué resultan de interés para otros países, no es trivial. Generar esta información, sistematizar, y ponerla al alcance del público interesado de una manera útil y coherente, es mucho más que hacer mapitas. La cartografía que genera la Conabio es de un valor insoslayable, no solamente por los mapas en sí, sino por los metadatos que incluyen y las formas en que – si se sabe cómo hacerlo – se puede utilizar la información que contienen para construir proyectos robustos de uso o conservación, o tomar decisiones de conservación, restauración o manejo.

Entre las muchas cosas que hace la Conabio, hay algunas que resultan de particular importancia como herramientas para enfrentar la “multicrisis” que enfrentamos (climática, alimentaria, de salud e hídrica). Por ejemplo, la comisión ha sistematizado el conocimiento acerca de la agrobiodiversidad mexicana; es decir, de las especies y variedades de importancia alimentaria, como los maíces, o los chiles, o productos como las mieles, por mencionar solamente unos cuantos. Esta información resulta indispensable ante el hecho de que los cambios en los regímenes meteorológicos van haciendo variar la distribución y la productividad de las diferentes variedades de plantas y productos, y saberlo permite adaptarse a los nuevos escenarios.

Otro ejemplo, que vincula al cambio climático global con la salud, tiene que ver con la documentación acerca de los cambios en la distribución de los mosquitos del género Aedes, que transmiten el dengue, y esto permite determinar en qué áreas puede presentarse como un nuevo riesgo a la salud; o como la identificación y el mapeo de la distribución de las ratas transmisoras de la peste bubónica. También vinculado con el tema de salud se encuentra el trabajo que se realiza para conocer los índices y los riesgos de extinción de especies y pérdida de biodiversidad, lo que puede permitirnos conocer de antemano los peligros de nuevas zoonosis.

La Comisión también proporciona información oportunísima acerca de los puntos de calor que pueden desembocar en incendios forestales, lo que permite a las brigadas de combatientes acudir a los sitios de riesgo antes de que las conflagraciones se tornen catastróficas; y también genera información acerca de la presencia de especies invasoras que pueden desatar problemas severos en el sector agrícola, como ha sido el caso de la palomilla del nopal.

Este es un panorama que la recientemente designada secretaria de medio ambiente, Dra. Alicia Bárcena Ibarra, conoce y entiende cabalmente. Sabe que todo esfuerzo por conocer la biodiversidad nacional contribuye a construir las bases de una vida de calidad para todos los mexicanos, especialmente para quienes, como la mayoría de los pueblos originarios, viven en las regiones más biodiversas, y hacen un uso más agrobiodiverso del paisaje. Creo poder afirmar con seguridad que Alicia Bárcena contará con el respaldo de la comunidad conservacionista, y de los defensores del territorio y el patrimonio natural, y responderá con sensatez y entusiasmo a la demanda por contar con una Conabio fortalecida, descentralizada, multisectorial y con la capacidad de actuar transversalmente.

Me parece que hay que ver con optimismo la oportunidad con que se cuenta actualmente para suspender la tentación de reducir la Comisión a una mera área administrativa, con nivel de dirección general, sumida en la Sermarnat. Habrá entonces que fortalecerla, y dotarla de mayores capacidades que la acerquen más a la gente, rescatando su capacidad de comunicación social, que ha sido inexplicablemente mermada, aumentando su disposición de mecanismos de ciencia ciudadana, reclutando a la población interesada como contribuyentes al monitoreo de la biodiversidad; y fortaleciendo la actividad dirigida a la construcción y operación de corredores biológicos, que conecten entre sí las áreas mejor conservadas de los ecosistemas nacionales.

roblesdeb1@hotmail.com

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/234646/el-lugar-de-la-biodiversidad

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