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Entre jueces y soldados

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Rafael Robles de Benito || La Jornada Maya || Martes 02 de julio, 2024

Jornada

Las iniciativas presidenciales se convierten en órdenes, aunque deberían cuestionarse

A lo largo de las últimas semanas ha habido dos conversaciones que dominan los espacios de debate público, las columnas de opinión y editoriales, y hasta parte de las sobremesas familiares y reuniones de amigos. Se habla por una parte de algunos aspectos de la propuesta de reforma judicial, y por otra se le da vueltas al tema de la reforma constitucional que pondrá la Guardia Nacional en el seno de las fuerzas armadas; ambas propuestas sometidas a consideración del congreso por iniciativa del gran timonel. Digo que han sido sometidas a consideración, porque creo que ese es el espíritu con el que debe operar un aparato democrático convencional, aunque no soy del todo ingenuo y reconozco que dada la composición actual del congreso, no importa qué discusiones se intenten, o que exposiciones se presenten de críticas y contrapropuestas, la iniciativa presidencial se convierte virtualmente en una orden, y los debates parlamentarios en mero barullo “democratiforme”, que cubre las apariencia sin que haya un intercambio productivo de ideas, y mucho menos algo parecido a una construcción de acuerdos basada en el convencimiento, la racionalidad y la negociación.

La prisa con que se han presentado estas dos propuestas, y la exigencia a diputadas, diputados, senadoras y senadores para que las tramiten con la máxima celeridad posible, con miras en que queden totalmente vigentes antes de terminar la presente administración, tendrá dos consecuencias a mi juicio previsibles. Por una parte, entrarán como con calzador en el tejido constitucional, de manera que darán pie a contradicciones y controversias; y por otra, resultan una suerte de camisa de fuerza para la administración entrante, que se verá constreñida a funcionar en los términos que le resultan admisibles al gran timonel, no vaya a ser que las nuevas circunstancias invitan a la señora presidenta a desviarse un ápice de la senda trazada para la cuarta transformación de la vida pública.

El asunto ha puesto a la Dra. Sheinbaum entre la espada de la “continuidad sin sumisión” que nos ha ofrecido, y la pared de la decisión tomada e inamovible. Este sitio no resulta particularmente cómodo, ni fácil de transitar. No hay más que ver los ofrecimientos de diálogo y parlamento abierto, que han sido recibidos por parte del partido/movimiento que la llevó al poder con una postura claramente expresada en el aserto un tanto displicente de “los vamos a escuchar”, y la elección popular de los miembros del poder judicial es una condición irreductible. Por cierto, en los foros que se han realizado hasta la fecha, las intervenciones de la ministra Lenia Batres me dejan con la sensación de que, más que una jueza de la corte que vela por la constitucionalidad y el ejercicio mesurado de un poder con equidad es una militante entusiasta de un movimiento político, y lanza arengas que buscan el aplauso popular y poco contribuyen a la construcción de la racionalidad democrática y la solidez jurídica. En fin: son los tiempos que corren.

Aunque no soy un experto en traducir el lenguaje corporal, no puedo quitarme de la cabeza la sensación de que, durante las giras en que ha participado la Dra. Claudia con el presidente, en compañía de los mandos militares, no se siente cómoda, ni tranquila. Cuando la escucho decir que la Guardia Nacional tendrá un mando militar, y que esto no es militarización, porque ella tendrá la calidad de comandante suprema de las fuerzas armadas una vez que asuma la presidencia, no puedo sino acordarme de Bartleby, ese célebre personaje de Herman Melville que, cada vez que sus jefes le giraban alguna instrucción, antes de acatar mascullaba entre dientes “preferiría no hacerlo”. Y acataba.

No es de extrañar que muchos pensemos que el país está cayendo por una espiral de militarización cuando – si bien es cierto que hasta ahora no ha habido señales de que las fuerzas armadas pretendan hacerse con todo el poder – el ejército y la armada han ido incrementando su ámbito de acción a esferas de la vida social que son cualquier cosa menos castrenses, como la administración de puertos, aeropuertos y ferrocarriles, el manejo de hoteles y áreas protegidas, la operación de aduanas, y la realización de tareas propias de una policía preventiva. Al paso que van las cosas, y tras el papel de nuestros futbolistas en la Copa América, no sorprendería que se cediera a las fuerzas armadas la operación de la selección nacional. Quizá haya quienes piensen que en el fútbol se requiere una férrea disciplina militar.

En fin, espero equivocarme de cabo a rabo, pero a ratos parece que la actual administración (el primer piso de la cuarta transformación) le está dando a la virtual presidenta electa el mismo trato que le habría dado a la oposición, si hubiera ganado las elecciones: una colección de acuerdos amarrados, decisiones tomadas, desmantelamientos institucionales y arreglos presupuestarios que dejarán al nuevo poder ejecutivo con muy pocos márgenes de maniobra, todo ello soportado en el supuesto de que “eso es lo que el pueblo quiere, y el pueblo es sabio”. Las voces críticas, así sean las de expertos internacionalmente reconocidos, se convierten en meras prédicas en el desierto.

roblesdeb1@hotmail.com

Fuente: https://www.lajornadamaya.mx/opinion/233365/entre-jueces-y-soldados-sedena-poder-judicial-claudia-sheinbaum-amlo-4t-morena

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